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ECM: Travesías de norte a sur

06/07/2012 Un recorrido por tradiciones y estilos musicales diversos de la mano del productor Steve Lake y varios artistas del sello muniqués
Noruega, en el lejano norte de Europa, es un país geográficamente estrecho y largo (el viaje desde Stavanger en el suroeste hasta Hammerfest en el remoto noreste abarca unos 2400 km.), unido al continente no solo por su parte septentrional sino también por los mares de Noruega y Barents. Es una nación de una excepcional belleza natural (con su costa troquelada de fiordos y escarpados acantilados) y tiene una extensión de más de 350.000 km² aunque su población es similar en número a la de Madrid o Barcelona. Además de esto, dispone de una cultura musical de gran vitalidad, y más aún desde que Manfred Eicher de ECM Records fue a Noruega en busca del talento al saxofón de Jan Garbarek. La presencia de Manfred Eicher en la reciente historia musical noruega nos desvía de los gustos de músicos clásicos noruegos como Leif Ove Andsnes, Vilde Frang o Truls Mørk (artistas admirables todos ellos) y nos lleva por los senderos de la improvisación, ya sea en el jazz o en la música con partitura. Como reflejo de todo esto, hemos pedido a cuatro artistas que nos den sus opiniones, complementadas con la de Steve Lake, productor discográfico y figura clave en su trabajo junto a Manfred Eicher en ECM Records. Además de con artistas noruegos inmersos en su propia tradición pero con la mirada lanzada al exterior como el pianista, compositor y novelista Ketil Bjørnstad y el joven violinista y vocalista Petter Udland Johansen (en la foto superior junto a Arianna Savall), hemos hablado con el laudista Rolf Lislevand, que salió de Noruega para asentarse en países como España, Italia y Suiza (igual que el percusionista Ingar Zach, un noruego que reside actualmente en Madrid). Junto a tales figuras hay una artista que se mueve en la dirección opuesta, pues Arianna Savall partió de Barcelona y ha llegado a ECM, donde acaba de lanzar su nuevo álbum junto a Udland Johansen, Hirundo Maris, Chants du Sud et du Nord, que forja un vínculo entre el norte y el sur de Europa, extendiendo un puzle para mentes musicalmente abiertas que refleja no solo los contrastes sonoros entre las tierras bañadas por el Mar del Norte y el Mediterráneo, sino que combina distintas tradiciones, música clásica y folclórica. Es toda una muestra del interesantísimo trabajo que se desarrolla hoy en las regiones fronterizas entre estilos y formas. Y, por supuesto, en torno a toda esta actividad artística planea siempre la figura de Manfred Eicher, todo un ejemplo del papel que un productor discográfico debe ejercer en nuestros días.

¿Cómo afectan a la mente creativa la situación geográfica de Noruega, su población y su clima? Rolf Lislevand y Ketil Bjørnstad nos ofrecen dos puntos de vista distintos. Bjørnstad, nacido en Oslo, y que ha demostrado que, como novelista, puede escribir acerca de la música clásica con infrecuentes claridad, perspicacia y autoridad (el primer volumen de su reciente trilogía ha sido publicado en España con el título A la música, JP Libros: 2010, y, en paralelo, acaba de aparecer en ECM un álbum llamado Vinding’s Music sobre esa misma trilogía), opina que “todo noruego es consciente de que estamos en el límite de Europa y muy lejos del centro. Tenemos un país inmenso en lo relativo a espacio; de hecho, sobre todo cuando viajas más allá de Oslo, te das cuenta de no tenemos una población muy numerosa. Climáticamente hablando tenemos estaciones muy marcadas: en casi toda Noruega se suceden algo así como un crudo invierno, una primavera que puede ser tardía y decepcionante, un verano breve que influye mucho en nuestra vida y que tratamos de aprovechar lo mejor posible (especialmente en el norte donde es entonces cuando tenemos luz solar), y en otoño tenemos fuertes tormentas. Creo que la naturaleza influye con mucha fuerza en nuestra manera de pensar, en cuanto a creatividad musical, sobre todo en el ámbito del jazz moderno. Cuando hacemos música, creo que también tenemos una especie de seguridad, de confianza, tanto en clásica como en jazz: la causa puede estar en nuestro buen sistema educativo, que nos hace sentir en igualdad de competencia con lo que se hace, por ejemplo, en España, Alemania o Francia.”

Un ejemplo de tal confianza lo encontramos en otro beneficiado por el sistema educativo y también nacido en Oslo, el laudista Rolf Lislevand, a pesar de tratarse de alguien que, ya a muy temprana edad, sintió una fuerte atracción por los entornos musicales mediterráneos (concretamente a través de las grabaciones de Jordi Savall en la por aquel entonces Astrée de Michel Bernstein). Aunque no cree que “la música tenga nacionalidad”, y con la típica y saludable indiferencia noruega por la excesiva delimitación de los géneros musicales, él señala el hecho de que “incluso hoy en día, la identidad musical escandinava quizá tiene más que ver con su naturaleza y sus paisajes que con su gente. Es una zona de Europa en la que la población está muy desperdigada, y la mayoría del tiempo tendemos a buscar la soledad, pero una soledad junto a los paisajes y la naturaleza. Creo que esto refleja también mi propia situación: aún sigo pasando bastante tiempo en la campiña del sur de Noruega, disfrutando de todo ese espacio y naturaleza. La idiosincrasia musical noruega está hoy en día vinculada a los colores sonoros, a una gran relevancia del espacio en la música, y también a la sensación de extender mucho los tiempos musicales.” Steve Lake agrega que “a menudo los propios músicos tienen ideas diferentes acerca de cuáles pueden ser las cualidades nórdicas o septentrionales.” Menciona al compositor y pianista de jazz nacido en Ringsaker, John Balke, más volcado ahora hacia el blues, “que es un personaje muy interesante, en especial en relación con España por su proyecto Siwan con Amina Alaoui, referente a la época de Al-Ándalus. Creo que, como creador musical, Balke se mueve entre esos dos mundos.”

La presencia en ECM tanto de Rolf Lislevand (con sus álbumes Nuove musiche y Diminuito) como ahora de Arianna Savall, invoca inevitablemente la presencia del trabajo musical del padre de Arianna, Jordi Savall, con quien en los últimos años Manfred Eicher ha pasado bastante tiempo. Steve Lake cuenta que al principio Arianna Savall llamó la atención de Manfred Eicher “al escucharla dentro del conjunto de su padre, y más tarde oyendo sus trabajos en solitario (con discos como Peiwoh y Bella Terra) y pensó, ‘sí, ella tiene muchas cosas que aportar por sí misma’. Tanto ella como Petter Udland Johansen son personas muy interesantes: son tan abiertos filosófica como musicalmente, lo cual resulta refrescante. Siempre están pensando más allá de las categorías establecidas. En el caso de Arianna, ella contribuye tanto con su filosofía como con su voz y su arpa: tiene algo especial, con esa maravillosa voz clara como el hielo. Naturalmente, Petter Udland Johansen también sabe hacer su trabajo y me encanta el ambiente de su banda, con esa instrumentación tan inusual con la mandolina y el dobro o guitarra resonadora, instrumento que uno relaciona normalmente con la música bluegrass.”

Arianna Savall tiene muy claro todo lo que debe a sus padres, Jordi Savall y Montserrat Figueras: “De mis padres he aprendido muchísimo ya desde el vientre de mi madre... y sobre todo escuchando a mi madre cantar los cantos sefardíes y las canciones catalanas, donde también la he acompañado tanto... Pero una ha de encontrar su propio camino, ¡y a veces no es fácil en una familia tan musical y con tanto talento! Por esta razón el aspecto de crear ha sido siempre algo donde me sentía más yo, y esto ellos lo han respetado y apoyado con mucho cariño. Me siento muy agradecida por todo lo que nos han transmitido, y a mi madre siempre la llevo en el corazón cuando canto, sobre todo cuando son cantos que he aprendido de ella, o los hemos cantado juntas.”

Por su parte, antes de comenzar a grabar álbumes con Manfred Eicher, Rolf Lislevand pasó muchos años trabajando junto a Jordi Savall. “Si no hubiese escuchado en Noruega en los años 70 la música de Jordi en LPs, probablemente no estaría haciendo lo que hago hoy en día, pues él tenía –y sigue teniendo– algo muy especial. Su enfoque de la música antigua ya tenía por aquél entonces muchos elementos de libertad, de música popular y de improvisación. Me enamoré de esa concepción. Trabajar posteriormente con Jordi fue para mí una auténtica escuela que me enseñó a enfrentarme a cualquier música, además de a su repertorio en particular. Lo mismo me ocurrió cuando conocí a Manfred Eicher. Cuando era joven yo hacía sobre todo improvisaciones y música de jazz, y tocaba la guitarra eléctrica. Aquellos primeros discos de ECM con gente como Garbarek y Pat Metheny fueron quizá, para varias generaciones de músicos noruegos, el mayor impulso dado nunca a nuestra creación musical. Y no solo por la música en sí, sino también por el tratamiento del sonido propio de ECM y esa sensación de tiempo, espacio y paisajes musicales, que hacen de su estética algo tan especial. No es ningún secreto que Manfred Eicher es una de las escasas personas dentro de este negocio que –como Michel Bernstein– ha creado todo un estilo de música por medio de sus producciones. Él consigue que la gente haga cosas que probablemente no habrían hecho sin su influencia.”

Arianna Savall, una de las artistas que más recientemente han entrado en la estética de ECM (aunque ya participó en 2004 en el disco Nuove musiche de Lislevand), opina que “poder trabajar con Manfred ha sido un sueño increible. Él tuvo la idea de grabar este disco en la iglesia de Sankt Gerold, donde han grabado por ejemplo el Hilliard Ensemble o Arvo Pärt. La iglesia tiene una acústica ideal para un conjunto de cinco músicos, el texto no se pierde pero hay una resonancia natural muy bella y profunda. Y Manfred quiso grabarlo como un disco de música clásica o antigua, es decir, todos juntos alrededor de los micros y tocando juntos. También este era nuestro deseo para este proyecto, ya que llevábamos mucho tiempo tocando juntos, y nos podíamos arriesgar  a hacerlo así, y en el momento que tocamos todos juntos hay otra energía, sobre todo para las improvisaciones es mucho más agradable. Su forma de escuchar es muy intensa y de una forma muy sutil te va guiando, y llevando por caminos que quizás por nosotros mismos no nos atreveríamos, pero con él te dejas llevar... ¡y confías! Dice pocas palabras pero las que dice son muy significativas, ¡te hacen reflexionar y cambiar cosas!”

El nuevo disco de Arianna Savall y Petter Udland Johansen no solamente pretende unir tradiciones muy distantes geográficamente –de tierras junto a los mares del Norte y Mediterráneo–, sino que también mezcla estilos musicales. En opinión de Petter Udland Johansen, “lo que pretendíamos con este disco era mostrar que existen más elementos que nos unen que diferencias: la música del Mediterráneo cuenta las mismas historias que aquí en Escandinavia, y las obras a menudo tienen estructuras muy similares. Los pueblos siempre se han trasladado llevando su propia cultura y música por donde han viajado, y asimismo se inspiran en los lugares que van viendo, para llevar después a casa con ellos las experiencias que han sentido en esos viajes. Está claro que hay diferencias entre norte y sur, pero esperamos que nuestro álbum pueda ayudar a la gente a comprender un poco mejor esas diferencias, a apreciarlas y a respetarlas más.” Steve Lake comenta que “las músicas folclóricas tienden a conectarse de muchos modos, pues son fruto de la historia de la gente viajando de acá para allá por distintos paises. Manfred siempre estuvo particularmente interesado en el folclore del norte de Europa, y ahora quiere explorar también el sur, así que estamos trabajando en ambos frentes. En lo que respecta al interés de Manfred por el sur, creo que consistirá en conocer y seguir a algunos intérpretes. Además de sus contactos con Jordi Savall, por ejemplo, ha realizado varios viajes al sur, a España, Portugal e Italia (Italia le interesa mucho por el jazz que se hace ahora allí).”

¿Cómo se desarrolla la mezcla de tradiciones en Hirundo Maris, Chants du Sud et du Nord? Arianna Savall responde que “Petter y yo venimos de países con una tradición musical muy rica. Los dos venimos de familias musicales, donde se ha cantado mucho y la música ha formado parte de nuestras vidas ya desde la infancia. Y las músicas tradicionales tanto noruegas como catalanas y sefardíes son una base para nosotros muy importante. Hemos crecido escuchando estas músicas, estos cantos populares, y es de alguna manera nuestra base. Después hicimos nuestros estudios en música antigua, especializándonos en la Schola Cantorum en Basilea, y la forma que tenemos de abordar la música tradicional viene de la música antigua, para nosotros. Nuestra forma de cantar por ejemplo no es típica tradicional, nuestra formación es, como decía, más de música antigua, por lo tanto unas voces más trabajadas, pero igual en la música antigua como en la tradicional la voz tiene que tener naturalidad, y este es un aspecto que siempre hemos buscado con Petter, esta sencillez, espontaneidad y pureza de la voz. También el texto es muy importante, ya que muchas de las canciones son leyendas e historias muy intensas.” ¿Representa este programa una evolución natural desde sus discos y programas de concierto previos, o constituye una nueva dirección interpretativa para usted? “Por un lado sí es una evolución natural, y por el otro hay aspectos nuevos que hemos probado. En mis anteriores discos de creación personal, como Bella Terra y Peiwoh ya hacía canciones modernas y antiguas con mis arpas históricas, es decir antiguas. Pero en este disco, el presente y el pasado están aún más unidos. Por un lado yo estoy tocando con mis arpas antiguas, una triple barroca y la otra gótica, después Petter toca con instrumentos tradicionales, como el hardingfele y la mandolina, David toca con percusiones mezcladas, tradicionales y antiguas, y Miquel Angel y Sveinung tocan con instrumentos totalmente modernos, como es el contrabajo y el dobro.”

“La música folclórica noruega está completamente viva hoy en día”, dice Petter Udland Johansen, “y constituye el patrimonio musical más importante que poseemos. La música folclórica aún se preserva en su forma original, aunque también ha sido usada como inspiración y como fuente directa por músicos de jazz, pop y rock. Toda esta música folclórica está fuertemente conectada con la naturaleza, que se convierte en un componente que se transmite a todos los demás tipos de música. Aparte de esto, las distintas tradiciones tanto vocales como instrumentales se pueden estudiar en numerosas escuelas y centros educativos, lo que, por supuesto, ayuda a mantener viva esta música.” En lo referente a la música folclórica de hoy en día, Steve Lake nos aclara que en ECM “no pensamos, por supuesto, que sea menor o peor que cualquier otro tipo de música, y puede permanecer y aportarnos cosas nuevas, especialmente cuando, por ejemplo, Ale Möller y Lena Willemark exploran las antiguas melodías suecas para violín, y puede ser tan hermosa como la música antigua o las composiciones contemporáneas. Un autor como Bartók, que utilizó creativamente la música folclórica como fuente para obras contemporáneas, era asimismo consciente de que esa música es perfecta por sí misma, y nosotros compartimos totalmente ese sentimiento. En este campo tenemos varios discos de Savina Yannatou, que comenzó en Grecia pero exploró la música de todo el Mediterráneo, y creo que el nuevo álbum de Arianna y Setter pertenece o se asimila a esta misma categoría, pues todos comparten la idea de hallar puntos de contacto entre diferentes tradiciones.”

El espíritu de aventura impregna e incluso engloba mucha de la producción de ECM, incluyendo el campo de la música antigua del que emergen Rolf Lislevand y Arianna Savall, tal y como señala Steve Lake: “Manfred trabaja con intérpretes de todo tipo de sensibilidades, pero es cierto que se percibe que la gente que trabaja en áreas de música antigua tienen mucho en común con los improvisadores del área del jazz. El trabajo con la música antigua puede resultar tan exploratorio como trabajar dentro de un contexto jazzistico. Quizá sea ésta probablemente la razón de que, por ejemplo, The Hilliard Ensemble y Garbarek empasten tan bien juntos.” ¿Se extiende esta apertura de miras al trabajo de John Potter? “Claro que sí, pues él es uno de los más aventureros de todos. Su disco Being Dufay de 2007/8 (que mezclaba el mundo sonoro del siglo XV con las composiciones del siglo XXI de Ambrose Field) encaja perfectamente, a mi parecer, pues ya estuve jugando con la idea de paisajes electrónicos en discos de Evan Parker, y en ECM tenemos una línea de grabaciones que incluyen Stockhausen y la Music Improvisation Company con Hugh Davies volviendo a 1970. El disco de Potter se puede conectar con ese tipo de paisajes electrónicos que esperan ser explorados, incluyendo en ellos la voz de John Potter. Esta clase de caminos musicales llenos de exploración y aventura son uno de los elementos distintivos de ECM, y ha de hacerse con mucha responsabilidad y cuidado. Somos conscientes, por algunos inciertos resultados, que juntar intérpretes de géneros muy distintos puede no funcionar siempre bien, pero cuando estamos ante un proyecto como éste en el que convergen músicos e intereses de diversas áreas, resulta grandioso. Lo mismo ocurre con el Dowland Project de John Potter, en el que colaboró en sus diferentes encarnaciones con artistas como John Surman o Barry Guy. Y también había música folclórica en su tercer álbum.”

Uno no esperaría que Manfred Eicher tuviese un estrecho apego por la música antigua en todo su esplendor (a pesar de haber tocado en una orquesta en su juventud). Rolf Lislevand acaba de grabar su tercer álbum en ECM, dedicado a la música francesa del siglo XVII para guitarra barroca y tiorba a solo, y nos explica que “esta música no es muy fácilmente accesible, y no creía que Manfred Eicher hubiera escuchado muchas veces música como ésta con anterioridad, por lo que no tenía muchas esperanzas en que él fuese especialmente sensible hacia los detalles estilísticos tan especiales que contiene. Sin embargo, Manfred tiene una sensibilidad única hacia lo valioso en cualquier lenguaje o estilo musical. Reaccionó a ella a su modo habitual: parece estar medio dormido durante el proceso de grabación, y de pronto, cuando ocurre algo que no encaja, inmediatamente lo identifica y te da consejos que te ayudan a ir más lejos. Este diálogo entre intérprete y productor es esencial, y mucho más en las grabaciones a solo.”

Ketil Bjørnstad –que estudió piano clásico e hizo su debut a los 16 años con la Filarmónica de Oslo, aunque cuatro años más tarde enfocó su interés hacia la improvisación, creando a lo largo de los años álbumes como The Light, The River, The Sea y más recientemente Night Song– nos ofrece una reflexión más acerca del carácter aventurero de ECM, personificado en las reacciones instintivas de Manfred Eicher. “Manfred también me animaba a sobrepasar lo que yo siempre había visto como límites. Me fascinó su modo de entender el lenguaje visual de un modo tan cercano a la música, escogiendo sus diseños de portada para los álbumes, y además su visión cinematográfica de todo lo que hace. Me propuso el Antonioni Project (un homenaje al cineasta italiano) para el Festival de Jazz de Molde de 2010 (en una ciudad sita en el fiordo Romsdals). Me proporcionó un escenario y me sugirió que yo podía usar el mejor tipo de músicos que pudiese soñar, como Andy Sheppard. Fue la inspiración de Manfred lo que realmente me permitió pensar con libertad y aprovechar oportunidades. Algo muy importante también es que nunca se trata de ventas, sino que lo realmente importante es la libertad artística.”

Desde hace cuatro décadas, Noruega ha emergido como una pieza clave del jazz europeo, según nos cuenta Steve Lake, “como una especie de búsqueda de lo nórdico en sí mismo: El primer interés de Manfred fue Jan Garbarek, y le siguió a Noruega. Cuando Manfred contactó por primera vez con Jan, éste era un saxofonista de free-jazz post-Coltrane, pero en el transcurso de unos pocos años se libró de algunas influencias y echó raíces en las fuentes folclóricas noruegas, línea que sigue desde que se enroló en ECM. Otros músicos del calibre de Jan, como Arild Andersen o Terje Rypdal, habrían acabado por hacerse oír desafiantemente, pero creo que el hecho de que Manfred les encontrase tan pronto y consiguiera que su música fuese tan ampliamente conocida, dio un inmenso voto de confianza al conjunto de los artistas noruegos. Ahora hay una segunda generación inspirada por aquella primera ola, lo cual ha fortalecido enormemente la escena artística actual de Noruega. A mi parecer es lógico que las cosas más interesantes ocurran también en los límites. Existe un interés por las formas tradicionales, pero también ellas quieren comenzar a emerger y mezclarse con otras ideas, y buen ejemplo de esto es el álbum de Savall y Johansen.”

Desde el punto de vista de un músico noruego activo en Oslo desde finales de los años 60, Ketil Bjørnstad opina que “es imposible exagerar la importancia de Manfred. Lo que más me llama la atención de cuando vino por primera vez en 1969 y comenzó a grabar en el diminuto estudio Arne Bendiksen de Oslo, fue que llegó con los mejores impulsos que se podían traer a Noruega. La sorpresa debió haber sido buena también para todos los músicos noruegos, porque en su estudio de trabajo había una mezcolanza de gentes entre las que estaban los músicos que daban conciertos en el famoso Club 7 de Oslo, donde podías encontrarles siempre. Creo que el modo de pensar de Manfred, y también su valentía, tomó forma en su abierta estética: no escogía el repertorio standard, especialmente en aquellos tiempos en que la influencia de Estados Unidos era increíblemente profunda. Hay que señalar que Manfred fue capaz de dibujar un mapa completamente nuevo para la música contemporánea.”

Dentro de este espíritu aventurero, el uso de la improvisación tanto en su sentido jazzistico como en el empleado por intérpretes de música antigua o por el propio Ketil Bjørnstad demuestra un criterio de flexibilidad filosófica en la música, fomentado en toda la labor de ECM: “La improvisación supuso para mí una fantástica liberación –sobre todo porque yo nunca me había visto como un auténtico músico de jazz, y no crecí escuchando standards de jazz, sino Bach y Mahler– para elegir poder ser algo más que un intérprete, de no pasar tanto tiempo estudiando las obras de otros compositores, tratando de interpretarlos con propiedad ante un público. Cuando tomé esa decisión a la edad de 20 años, era una época fascinante en la historia de la música, pues fueron en muchos aspectos los grandes años de Miles Davis, y los pianistas encontramos una nueva generación despuntando con una mayor libertad para experimentar e improvisar sobre acordes no vinculados al modo standard de tocar jazz. Siempre me sentí un improvisador, no un músico de jazz, y Manfred ha sido un puente crucial entre dos medios musicales bastante separados, la clásica y el jazz. Ahora la distancia es mucho menor que hace cuarenta años.”

Desde su ámbito de música antigua (y pese a sus tempranas incursiones en la improvisación con guitarra eléctrica), Rolf Lislevand declara que cuando se utilizan técnicas de improvisación barroca, “lo que se superpone a la propia música no es una construcción o un concepto ajeno. Creo que la parte improvisatoria es un desarrollo necesario y natural de la propia música escrita. Lo más importante en cualquier tipo de música es que debe comunicar, y debe comunicar con algún tipo de lenguaje comprensible para la gente de hoy. La improvisación no es tanto una cuestión de alterar el lenguaje básico ni de realizar cambios esenciales en la música, sino permitirte la adaptación a una nueva situación de escucha. Y toda situación de escucha cambia a lo largo del tiempo. La gran diferencia en el repertorio musical entre hoy y el tiempo en que se compuso es que la situación de escucha es distinta (y también quizá sea diferente el espíritu de la gente).”

Hablando de moverse atrás y adelante a través de los estilos y tradiciones musicales, Arianna Savall concluye así su reflexión sobre la creación sonora en el norte y el sur: “Nuestra formación es clásica, pero al descubrir la música antigua nos quedamos enamorados de este estilo tan fresco, donde la improvisación tiene un rol muy importante, donde la creatividad, siempre desde el conocimiento de  los estilos, también se trabaja, donde se puede cantar con naturalidad..., en fin, es un mundo muy rico, como el de la música tradicional, donde lo directo y espontáneo juegan también un rol muy característico. La música tradicional tiene algo que va directo al corazón, en sus melodías hay una emoción muy intensa como en El Mestre o en Bendik og Arolija y a las vez son cantos muy antiguos; algunos de ellos vienen de la época medieval, como Morena. Por eso hice este tema sefardí casi como una canción de trovador, solo con el arpa gótica y la mandolina que es como el laúd que dialoga con la voz y el contrabajo de bordón.”

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