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análisis

Crónica de un incendio anunciado

ENRIC MATEU. 05/07/2012 "No existe en nuestro país ninguna política rural realista y coherente y sin ella continuarán los incendios forestales calcinando los pueblos de nuestra geografía..."
El incendio del pasado fin de semana, en las proximidades de Turis / EFE

VALENCIA. Dos hechos de signo contrario pero con igual resultado ilustran el problema medioambiental que sufre el territorio valenciano: el primero es la presión sobre el suelo de la agricultura industrial contaminante y erosiva junto con la ocupación urbanística de las comarcas costeras desde el Senia al Segura; el segundo, lo contrario, lo que implica es el abandono de las tierras del interior, con el deterioro de las masas forestales, el cese casi total de las actividades agrícolas y ganaderas y la emigración forzada de la población que ha dejado un país vacío e inerme. En consecuencia, después de muchos años de crecimiento descontrolado y especulativo en Valencia desaparece el suelo, la flora y se contaminan las aguas por un exceso de actuación o por su abandono.

Los recientes incendios forestales pueden y deben abordarse desde la inmediatez de la catástrofe, es en ese sentido que se hace necesario dar soluciones con rapidez. No entraré a discutir si fueron las adecuadas, si se actuó con diligencia y si los medios fueron los necesarios, este no es mi tema y gentes con competencia dictaminarán sobre lo ocurrido. Pero sí conocemos el alcance provisional de esta lucha sin cuartel contra el fuego: cerca de 50.000 hectáreas de tierras quemadas y un fallecido en las tareas de extinción. Así que habrá que concluir que el resultado es malo, lo cual debería hacer que las autoridades se replantearan su forma de prevenir y luchar contra los incendios.

Si vamos más allá en el tiempo, a medio y largo plazo el tema de los incendios gana en complejidad, y esto es algo que resulta difícil de entender desde los despachos de de las autoridades valencianas, cuyos ocupantes tienen una visión del mundo rural unidireccional, simplona y folklórica en el peor sentido del término.

Para empezar a describir lo complejo de los incendios enumeraré seis colectivos que intervienen en el drama: primero, la población rural abandonada a su suerte, con rentas por debajo de la media del país, envejecida, con escasos servicios de salud y enseñanza, y condenada a una desaparición lenta pero imparable; segundo, los agricultores y ganaderos vencidos y menospreciados, abrazados a la tierra que sólo abandonarán con su muerte, cuyos campos, antaño llenos de vigor y belleza, están ahora yermos y sin vida; tercero, los propietarios de los bosques, abrumados por la escasa rentabilidad de sus propiedades, sobre los que cual maldición bíblica se cierne la amenaza constante de un incendio, propietarios cansados de pedir soluciones que contemplan año tras año como van desapareciendo las ayudas oficiales; cuarto, los empresarios de la hostelería que comprueban como el patrimonio rural se destruye arrasando de este modo lo que constituye el principal atractivo para sus clientes...¿quién desea visitar una comarca con sus bosques quemados?; quinto, los responsables de la prevención y lucha contra incendios que ven sobre el terreno como disminuyen sus dotaciones, que son ninguneados en su trabajo, y que al final deben jugarse la vida por un triste salario; sexto, la Administración que no tiene ninguna política definida en la materia que nos ocupa, y que únicamente se acuerda del fuego cuando quema.

¿Hay soluciones? claro que sí, aunque no inmediatas. Y es una lástima porque la evidencia lamentablemente nos demuestra como los plazos en que se mueven los políticos vienen determinados por la inmediatez electoral. Pero la naturaleza junto con la población se mueve a un ritmo más pausado, pero de más largo alcance. Por tanto la solución del problema hay que plantearla desde una perspectiva más amplia, tratando de concitar a todos los responsables e involucrados, la mayoría de los cuales he ido presentando antes.

Tenemos alcaldes de poblaciones dramáticamente afectados por esta lacra que saben de qué hablan y a los que hay que escuchar con atención; tenemos agricultores, ganaderos, propietarios forestales y hosteleros que pueden aportar ideas para mejorar la economía; ecologistas que a buen seguro nos plantearán cuestiones que nos harán reflexionar, y técnicos forestales con experiencia que no hay que desaprovechar, y finalmente investigadores del fuego en las universidades valencianas que pueden aportar mucho al debate y a la solución del mismo. Por su parte, la administración debe alentar, escuchar y ordenar el dialogo, para así proyectar y ejecutar las medidas necesarias y promover el desarrollo rural sostenible, sin el cual los incendios proseguirán imparables en el futuro próximo y lejano.

Lamentablemente la Consellería de Agricultura no ha escuchado a todas esas voces y consecuentemente ha estado transitando por un camino equivocado en estos últimos años. Finalizados los programas Leader de desarrollo rural, estos fueron sustituidos por agrupaciones de municipios sin ningún criterio ni geográfico, ni social, ni económico. Para acabarlo de arreglar en los últimos años no perciben ningún dinero ni medios materiales ni humanos con los que poner en marcha proyectos ineludibles, Los grupos de desarrollo rural Ruralter, una especie de "espantajos" del desarrollo rural, languidecen sin realizar actividad alguna. Pero, lo más indignante es que técnicos altamente cualificados de las agrupaciones Leader fueron despedidos y sustituidos por personal manifiestamente incompetente, lo cual constituye una irreparable pérdida de recursos humanos. Podemos concluir pues que no existe en nuestro país ninguna política rural realista y coherente y que sin ella continuarán los incendios forestales calcinando los pueblos de nuestra geografía.

Durante los últimos años la población del interior ha lamentado el abandono que sufre el medio rural. Desde aquí, desde la capital, se ha hecho caso omiso a estas lamentaciones, de modo que la naturaleza harta de tanta desidia ha alzado la voz arrasándolo todo, y ha sido la crudeza de la anunciada catástrofe lo único que ha motivado esta tardía reacción de correr desorientados a luchar contra el fuego, y el resultado es de todos conocido... Es necesario cambiar de enfoque, es necesario contemplar el medio rural y su población como algo propio que requiere colaboración continua, que exige que se le atienda no sólo en las catástrofes y en las citas electorales.

Quien corresponda debe convencerse de que nuestras tierras del interior son fundamentales para que perviva el conjunto del territorio valenciano. No deben creer (¿aun lo creen?) que las respuestas coyunturales pueden dar solución a estos terribles incendios que nos azotan. Es necesario precisar y ejecutar políticas de desarrollo rural sostenible construidas de abajo a arriba y viceversa, con un amplio consenso entre los interesados, y abandonando los enfoques clientelistas. En caso contrario la herencia que nos legarán será un territorio valenciano destruido.
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(*) Enric Mateu es presidente de la SAEMCV (Sociedad de Agricultura Ecológica y de Montaña de la Comunidad Valenciana).

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4 comentarios

laparra escribió
15/07/2012 17:42

Enric, de acuerdo con tu artículo. Creo que además todo deben cambiar la actitud, se trata además de trabajar por la naturaleza, sin otros intereses.

Manuel escribió
06/07/2012 11:08

Mes clar, aigua!!! Tota la raó del mon, Enric. Trobe, que els que hem tingut alguna sensibilitat pel mon rural, deprimit i oblidat, els que hem segut humils idealistes de un mon possible, tenim que cridar mes fort que mai, que ja hi ha prou, JA HI HA PROU!!!

Berta escribió
05/07/2012 15:20

Ya era hora de que la perspectiva ecológica estuvier presente en valenciaplaza. Esto es un escándalo y nadie se preoucpa de la destrucción masiva del medio. Enhorabuena y que siga.

Vicente Garcia-Menacho Osset escribió
05/07/2012 13:33

Suscribo de principio a fin el artículo de Enric Mateu. Juntos hemos desarrollado un trabajo experimental de producción ecológica en una finca en la Sierra de Enguera desde el año 1999 y conocemos como esta el monte. No se limpia el monte en invierno, si no que se hace con una política ganadera extensiva con cabra blanca como antaño. En la Sierra de Enguera había una cabra por hectárea..Para volver a esto habría que crear una Escuela de Pastores en la Sierra, como las hay en otras comunidades autótonas, así volverían los pastores y el ganado y el monte volvería a estar limpio y los fuegos serian mas pequeños y controlables.

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