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Europa necesita políticos con grandeza de miras

MIGUEL ÁNGEL RODRÍGUEZ. 26/06/2012 "Se habla de la necesidad de unión fiscal y bancaria, pero no se concretan ni tiempos ni los pasos necesarios para ello..."

MADRID. El tipo de interés de la deuda española se redujo a mediados de la semana pasada desde los niveles extremos del 7,20% en el 10 años hasta el 6,30%. Estos bandazos de la rentabilidad de los bonos -y por tanto del precio de éstos- en tan poco espacio de tiempo son excesivos y absolutamente anormales. En un mercado estable una variación de casi 100 puntos básicos en poco más de un día sería impensable.

Pero no vivimos tiempos corrientes. Si hace tan solo una década nos hubieran mostrado en una película la historia de los hechos relacionados con el euro y que acontecen en la actualidad, con toda seguridad la hubiésemos calificado de excesivamente fantasiosa aunque eso sí, entretenida, donde los elementos de tensión y suspense dominan el argumento.

SENSACIÓN ANGUSTIOSA 

En tales circunstancias -ciertamente extrañas- me puedo imaginar a algunos dirigentes políticos europeos, entre ellos a los españoles, con la sensación angustiosa de estar atrapados en un enorme laberinto sin poder encontrar la salida y del que podrían librarse con facilidad solo con la más pequeña colaboración de algunos de sus compañeros de juegos.

Los bonos españoles o la prima de riesgo, como prefieran, mejoraron de la manera tan excepcional que comento solo con una propuesta que se realizó durante la reunión de los G20.

Una propuesta que es secundada por gran parte de los países de la Eurozona e incluso del Banco Central Europeo: que se utilicen los fondos de rescate (Fondo de Estabilidad Permanente o Mecanismo de Estabilidad Europeo) para comprar deuda de los países que -aún siguiendo las directrices para reducir sus gastos de la Comisión Europea- tengan que soportar elevados niveles de interés para acceder a los mercados de deuda.

Comentario al margen: quizás sean esas directrices tan severas, sobre todo en el caso de España, las que penalicen la deuda porque impiden la generación de actividad económica y de ingresos fiscales. Pero este tema ya es antiguo. Lo que nos importa ahora es el darnos cuenta de que tenemos mecanismos para poder aliviar la presión de manera inmediata.

ALEMANIA SIGUE PONIENDO OBSTÁCULOS 

Entonces, ¿por qué no los utilizamos? Esta pregunta se la hacía el magnate estadounidense Donald Trump en una entrevista reciente sin encontrar ninguna respuesta. Y como viene siendo habitual tenemos que desplazarnos hacia Alemania para entender lo extraño de la situación. Los alemanes, representados por su canciller Angela Merkel, siguen poniendo palos en la rueda del carro europeo e impiden que se tomen medidas como la que me refiero. Sin oponerse de manera expresa, Angela Merkel vuelve una y otra vez a cargar con la responsabilidad a cada uno de los países con problemas sin mostrar ni la más mínima intención solidaria.

Después de la reunión del viernes pasado en donde al menos se consiguió realizar una declaración de intenciones conjuntas para dedicar 130.000 millones de euros en proyectos destinados a estimular la economía -muy indefinido tanto en la forma como en el tiempo, pero algo es algo-, la canciller dijo que cualquier decisión que tenga que tomar y que involucre a los contribuyentes alemanes tiene que estar sujeta a las garantías suficientes y asegurarse de que se mantienen bajo un control estricto.

PÉRDIDA DE LA PACIENCIA

O lo que es lo mismo, que antes de destinar la más mínima cantidad de cualquiera de los organismos europeos para ayudar, salvar, rescatar o como se le quiera llamar, a otro país de la Eurozona que lo necesite se lo tiene que pensar y mucho. Y lo perverso de esta situación es que no piensa precisamente con rapidez y a medida que pasa el tiempo, los inversores van perdiendo la paciencia y la situación empeora por sí sola sin que contribuya a ello ningún elemento objetivo externo.

Se habla de la necesidad de unión fiscal y bancaria, pero no se concretan ni tiempos ni los pasos necesarios para alcanzar estas metas. Da la impresión de que por parte de algunos no existe ni demasiado interés ni demasiada prisa por alcanzarlo. Es evidente que no todos los países europeos se encuentran en la misma situación y precisamente esta circunstancia es la que pone en peligro el futuro de la Unión.

RECHAZO AL EURO 

Alemania no solo no siente la urgencia de actuar sino que a medida que pasa el tiempo, las encuestas realizadas a su población muestran un mayor rechazo a la idea euro y a las ayudas a países del sur de Europa. Quizás sea esta una de las razones principales que puedan explicar la inactividad alemana, al fin y al cabo los dirigentes políticos de este país no hacen más que replicar el deseo mayoritario de su población.

Pero no hay que desestimar la posibilidad, que en algunos momentos de la Historia ha acontecido, de que tanto políticos como pueblos se dejen guiar por el cortoplacismo y olvidándose de un escenario más global -más amplio- cometan el error de desechar grandes beneficios futuros por otros más pequeños pero actuales.

Ahora, más que nunca, necesitamos de una visión grande para continuar con éxito el fascinante proyecto de una Unión Europea. No se puede ni se debe dejar caer a los pequeños o a los débiles sin prestarles apoyo, llevados por un ideal egocéntrico y mezquino. Los grandes logros de la Humanidad han venido siempre de la mano de la colaboración, no de la competición o de la exclusión.

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Miguel Ángel Rodríguez es analista de XTB 

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