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DEL FÚTBOL EUROPEO

El croata Prosinecki
volverá para vengarse

22/06/2012 ÁLVARO GONZÁLEZ

MADRID. "Siempre recordaré este gol, ese fallo, por mis compañeros, por Clemente, por España" ¿Les suena la frase? Era Salinas tras errar solo ante Pagliuca en el Mundial de Estados Unidos. Croacia, tierra de goleadores, ahora también tiene su Salinas. Se llama Rakitic, juega en el Sevilla, su novia es española y, tras cabecear al muñeco ante Casillas, dijo a la prensa de su país que estaba "muerto" y que la culpa de la eliminación de su selección era suya, imploraba que llevasen a casa en brazos, que se había quedado sin alma.

Parece extraño que un balcánico perdone una ocasión clamorosa. Se nos hace raro. Además, porque Croacia en esta Eurocopa ha sobreviviendo merced a un descubrimiento y de los buenos, de los que se hacen por casualidad. Se trata de Mario Mandzukic, delantero del Wolfsburgo, llamado a sustituir al lesionado Ivica Olic en el último momento y que se ha revelado como un 9 despiadado.

A Olic lo ha fichado el Wolfsburgo y se rumorea que Mandzukic, que también milita en ese club, podría ser su recambio en el Bayern para acompañar al otro Mario Gómez, que está brillando en la Eurocopa tal y como era de esperar después de la gran temporada que se ha marcado. ‘Mandzo' ya está generando literatura futbolística. Para empezar, le metió un gol a Buffon, su ídolo de toda la vida, la razón por la que decidió jugar al fútbol. Además, su padre le pidió que marcara un gol de cabeza para él y el chico le dio dos, ambos contra Irlanda.

Sin embargo, tiempo atrás, los futbolistas croatas generaban una literatura menos tierna. Por ejemplo, el gran delantero Davor Suker, será recordado en España por su romance con Ana Obregón y en otras latitudes por fotografiarse en la tumba de Ante Pavelic. Este caballero, que murió plácidamente en Madrid, fue el responsable del campo de concentración de Jasenovac, un lugar donde se asesinaba a los bebés a martillazos y, a falta de gas, se acababa con los prisioneros degollándolos a millar diario. Contó Curzio Malaparte en su crónica sobre la Europa ocupada ‘Kaputt' que sus hombres le halagaban con cubos llenos de ojos arrancados a los prisioneros. La mayoría, serbios. No traten de informarse ahora, Hollywood ya lo está rodando.

Otro crack, Zvonimir Boban, a sus 21 años, le propinó una patada voladora a un policía yugoslavo que estaba dando porrazos a los hinchas croatas del Dinamo de Zagreb en un partido contra el Estrella Roja que terminó como el rosario de la aurora y se le considera también muy literariamente como el inicio de la guerra de Yugoslavia. Cuando a Boban, a raíz de este memorable suceso grabado en la retina de los aficionados, inmortalizado en múltiples grafittis en su país, se le ha preguntado cómo conciliaba su nacionalismo croata con la amistad con, por ejemplo, su compañero montenegrino del Milan, Savicevic, se ha llegado hasta a enfadar. Tilda de estupidez la pregunta.

En la ex Yugoslavia existe una poderosa cultura del juego en equipo. Desde que son niños, a los jugadores se les reprime la euforia cuando ganan y se fomenta la unión cuando pierden. El equipo es lo primero y en esa forma de entender el deporte se forjaron verdaderas amistades. Incluso en un contexto tan sumamente delicado como fue una guerra fraticida. Boban era el más croata de los croatas, pero también el más amigo de sus colegas serbios o montenegrinos.

De todo esto, de lo mejor y de lo peor, fue hijo el futbolista y entrenador que nos ocupa en esta entrega: Robert Prosinecki. Nacido en la Alemania Federal y criado en Zagreb, Croacia, su padre era croata y su madre serbia, aunque su nombre, ‘Prosinecki', se parece ligeramente a la terminación propia de los apellidos macedonios, ‘ski'. Su mote era ‘Zuti', el equivalente a "rubiales" en español, pero que en serbocroata también designa a los asiáticos, japoneses y chinos básicamente, por "amarillos".

Prosinecki, en su día, tuvo un historial sin tacha. Mejor jugador del Mundial sub-21 de Chile de 1987, trofeo Bravo al mejor futbolista joven de Europa por delante de Boban o Baggio, líder del Estrella Roja que levantó por primera vez en su historia la Copa de Europa después de vencer en la final al Olympique de Marsella y, antes, al Bayern de Munich en su estadio, algo que nunca había ocurrido en una competición europea.

Se diría que fue una época dorada, pero también tuvo sus sombras. El 3 de junio de 1990, en el estadio de su ciudad, el Maksimir de Zagreb, saltó al campo en el minuto 59 con la camiseta de Yugoslavia contra Holanda en un partido de preparación para el Mundial de Italia. En la grada, sus conciudadanos llevaban banderas holandesas. Habían pitado el himno yugoslavo y estaban animando a Rikjaard, Gullit y compañía, que ganaron por 0-2.

Después de ese amistoso, la expedición yugoslava que fue a Italia parecía un velatorio. Con el país encaminándose hacia la tragedia por todos conocida, la prensa acusando de alcohólico al entrenador, el sarajevita Ivica Osim, y con los jugadores sin ser conscientes, tras el incidente de Zagreb, de a quién representaban. Todo esto resultaba especialmente duro para Prosinecki, no sólo por ser hijo de un croata y una serbia, sino porque el Estrella Roja era también una pequeña Yugoslavia en el corazón de Serbia. Prosinecki era croata, Pancev macedonio, Sabanadzevic, musulmán, y el presidente del club, Vladimir Cvetkovic, presumía de no hablarse con el líder nacionalista serbio Slobodan Milosevic.

Pero, posteriormente, nada de esto impidió que cuando Zuti defendía los colores del Estrella Roja en Croacia, los aficionados de ese país le insultaran llamándole Cetnik (soldado nacionalista serbio) y traidor. Y tampoco ayudó a que los nacionalistas croatas dejaran de tener esta imagen de Prosinecki el hecho de que en la celebración de la Copa de Europa el centrocampista bailara el Užičko kolo (baile regional serbio de Užice) durante horas en unas imágenes para enviar a Cannes -Parte 1, Parte 2- junto a los cocineros del hotel, ellos agitando servilletas cual boda de pueblo española, él meneando su gorra roja más contento que unas castañuelas.

EL SUEÑO HÚMEDO DE RAMÓN MENDOZA

Después de aquella gran temporada, se convirtió en el sueño húmedo de Ramón Mendoza. También, el fichaje que más le costó conseguir al extravagante presidente del Real Madrid. Por supuesto, el club blanco contó con su más fiel servidor, el Gobierno español, para lo que el presidente calificó como un auténtico maratón:

"Conseguí cambiar la legislación de la FIFA para que permitieran la salida de jugadores menores de 23 años. Eso dio lugar a que luego abandonaran Yugoslavia muchos otros. Tardé mucho tiempo y conté con la colaboración total de Francisco Fernández Ordoñez, por entonces ministro de Asuntos Exteriores, que hizo un acercamiento con su colega de Exteriores yugoslavo, un hombre que era socio del Estrella Roja. Logré contactar con el jugador en Viena, junto al presidente del Estrella Roja y su padre. Allí firmé el contrato con Prosinecki. Recuerdo que Miljanic trató en todo momento de entorpecer el acuerdo y que, en un momento dado, apareció el Milan. Tuve que llegar a un compromiso con Berlusconi en su casa: yo le dejaba a él a Boban y él me permitía seguir con Prosinecki. Habíamos tenido la posibilidad de adquirir los servicios de Savicevic, pero era ya entonces un jugador intermitente. Estaba convencido de que el futuro pasaba por Prosinecki".

Concretamente, lo que dijo Miljanic es que prefería morir antes que autorizar este traspaso. Los yugoslavos se sintieron humillados por el Madrid. Así lo describió su secretario de relaciones internacionales Dusan Maravic: "La ley es la ley y no se puede cambiar. Estamos muy tristes por todo lo que ha sucedido. El Madrid ha dicho que nuestra federación es un caos y no es cierto. Nuestro país puede tener graves problemas. Pero la federación funciona. Estamos dispuestos a recibir a todos y máxime a los dirigentes de un club tan prestigioso. Pero yo me pregunto: ¿Por qué no se informaron en la FIFA de nuestra reglamentación? Ahora el lío es tremendo y alguien tendrá que explicárselo a Prosinecki. Contestamos negativamente a un requerimiento de la transferencia de Prosinecki efectuado por la española y explicamos que no puede jugar en el extranjero porque nuestra reglamentación lo impide. Esa reglamentación la tienen la FIFA y las 164 federaciones de todo el mundo. No nos la hemos inventado ahora. Se aprobó hace dos años, cuando rebajamos el límite de edad a 25. Prosinecki no cumple los requisitos y lo único que podríamos arreglar es su servicio militar".

Bla, bla, bla. El caso es que terminó en el Madrid. 3.000 millones de pesetas pudieron obrar lo que ninguna legislación fue capaz de impedir. Pero, a partir de este punto, la carrera del jugador transcurrió de disgusto en disgusto, de desgracia en desgracia.

El Madrid contaba con un jugador que no tenía la explosión física de los futbolistas actuales, pero gracias a una zancada espectacular podía cruzar el campo en pocos segundos y además, según las estadísticas de la época y en contra de la leyenda negra que terminó arrastrando, Prosinecki era el jugador de su equipo que más distancia recorría durante un partido. Además, con una conducción de balón impecable, disparo potente y certero, pase teledirigido y regate poco ortodoxo -como de fútbol sala- pero que se ayudaba de una notable envergadura. Aquél era el mejor futbolista de Europa y se lo llevó el Madrid.

Nunca se le pudo hacer un juicio justo. Su terrible lesión llegó demasiado pronto. Pero combinaba bien con Michel y quedará en el Limbo de los justos cómo hubiera sido si ambos se hubieran acoplado bien con el rumano Gica Hagi. Al fútbol se puede jugar bien, mal o regular. Se puede correr más o menos. Se pueden fichar estrellitas o tíos con potencial y baratos. Se pueden hacer muchas cosas, pero todos sabemos cuál es el verdadero factor diferencial en todo juego: la suerte. La de Zuti y el Madrid fue mala. Qué le vamos a hacer.

La lesión le acarreó una depresión. Él no habla de que fuera por la guerra que vivía su país en aquellos años, pero todo ayuda a hundirle a uno en el pozo de la tristeza, desde la sonrisa de Jordi Hurtado hasta la más cruenta violación de los derechos humanos. Su entorno estaba amargado, las expectativas depositadas en él eran demasiadas, la prensa española puede ser lacerante y el caso es que, por una cosa o por otra, nunca volvió a ser el mismo. Se lesionó tres veces de gravedad. Hasta Mendoza tuvo que abrir, rabioso, una investigación interna para intentar averiguar qué pasaba en ese músculo.

La versión de que era un fiestero ha quedado en la memoria popular. Ayudó Pirri, el médico del Madrid. Cuando todo el mundo se preguntaba por qué recaía en su lesión, dijo: "Sé perfectamente las causas de las lesiones, pero soy el menos indicado para darlas a conocer. Queremos ayudar al jugador pero el problema de Prosinecki es otro. Todo jugador necesita el descanso adecuado, una alimentación acorde en un deportista, no beber, no fumar... Son factores psicológicos que pueden favorecer las molestias musculares de cualquier jugador".

Entretanto, un masajista holandés, Van Toom, barajaba la posibilidad de que tuviera problemas de espalda, una pierna más larga que otra... La televisión al final nos dio una versión definitiva, como sólo ella sabe hacerlo, superficial y para siempre: el tabaco.

Prosi se defendió años después en una entrevista a José Marcos del escándalo que suscitaron aquellas imágenes en las que el Plus le pilló fumando tras un partido: "A la gente le chocaba que saliera haciéndolo del vestuario del Madrid. Nunca me escondí, no como otros futbolistas. Los entrenadores nunca me hicieron ningún comentario, y yo no lo notaba en el rendimiento".

Pero nadie indaga en la que pudo ser la mayor de sus desgracias: Benito Floro. Con este técnico, al que el Madrid le vino grande como a tantos otros con carreras de mucho más relumbrón, era una pieza más en un juego empalagoso, lento y exasperante. Combinaba en corto con Lasa y Milla. Con Milla y Lasa, tal vez con Ramis. Y vuelta a empezar. Atenazado, el famoso runrún del Bernabeu se ensañó con él. Y se desesperó. En una ocasión, mandó expulsar a un niño de la Ciudad Deportiva del Real Madrid porque le estaba haciendo mofa en un entrenamiento de los que costaba 100 pesetas verlos. Michael Robinson llegó a comentar en El Larguero que en una conversación telefónica privada con él no paraba de llorar.

En Oviedo fue otra historia. No estuvo mal. En el Barça de Cruyff dejó sus detalles. Los suficientes como para que Bobby Robson no quisiera que se fuera, aunque no le garantizara minutos. Él probó con el Sevilla y se vio envuelto en aquel ignominioso descenso a segunda división. Partió a Inglaterra, al Portsmouth FC y allí al menos le bautizaron como el Mago Croata.

Fue una bajada a los infiernos, pero con la selección de Croacia aún tenía cartuchos por quemar. En Serbia y en otros lugares donde aún persiste un recuerdo nostálgico de Yugoslavia se cree que Zuti, hijo de croata y serbia, fue un orgulloso defensor de la zamarra de la Federación de la "fraternidad y unidad de los pueblos". Pero tampoco es el caso. Robert renunció a la selección en pleno asedio de Vukovar en octubre del 91. Y más adelante especificó claramente cuáles eran sus sentimientos: "Jugar con la camiseta de Yugoslavia y hacerlo con la de Croacia es totalmente diferente. Cuando juegas para tu país juegas con el corazón".

Con Croacia le marcó a Jamaica y a Holanda. Dos goles que unidos al que le hizo a Emiratos Árabes en Italia 90 le han convertido en el único jugador en anotar en dos mundiales con dos selecciones diferentes. Y la cosa, como la tónica de su vida, pudo ser más. En las semifinales contra Francia del Mundial del 98 no le sacaron de titular. Croacia cayó con dos goles de Thuram, los dos únicos que hizo en su vida con los bleus. El seleccionador de Croacia era Mirolad Blažević, el mismo que le entrenó de niño y pronunció una frase para la eternidad: "si este chico llega a ser futbolista algún día me comeré mi diploma de entrenador". No se sabe si lo hizo o no, sí que Prosinecki llegó a ser el futbolista que marcó uno de los goles que llevaron a su selección al tercer puesto de un Campeonato del Mundo. El rumor dice que Blažević entrenó a esa selección irrepetible de Suker, Jarni, Boban o Stanic por su amistad con Franjo Tudjman, el presidente del país y señor de la guerra de los Balcanes. También, dicho sea de paso, gerente del Partizan de Belgrado en los tiempos en los que era un mandamás comunista y yugoslavista.

Al acabar su carrera, Zuti no se compró una casa y un cochazo y se dedicó a engordar de kafana en kafana. Empezó a entrenar. Y el destino le ha llevado hace dos años a regresar a la que fue su casa, el Pequeño Maracaná de Belgrado, donde firmó sus mayores gestas como futbolista. Es el primer entrenador croata del Estrella Roja de Belgrado.

ValenciaPlaza.com ha preguntado a algunos aficionados y periodistas belgradenses y las declaraciones coinciden: Es el primer hooligan del Estrella Roja, aunque sea croata. De hecho, es en Croacia donde no les gusta que entrene al club de Belgrado. En Serbia da igual de dónde sea, su amor por los colores es suficiente [Lo cierto es que ha recibido insultos racistas en varias canchas]. Cogió al equipo hecho un Cristo, sin dinero y fustigado constantemente por su eterno rival, el Partizan, y lo ha aseado notablemente. No ha logrado gran cosa porque quiere jugar como el Barcelona, pero no tiene jugadores de ese nivel. Son jóvenes y sin experiencia.

Sin embargo, en esta última temporada logró ganar al Partizan en su casa, aunque ellos se llevaran finalmente la liga. Esto fue noticia en los informativos de televisión españoles, pero sólo por el Youtube del baile que se marcó Prosinecki con el gol de la victoria. Pocos días después, logró su primer título, la Copa serbia. Veremos a sus chavales en las competiciones europeas en la próxima temporada. Apunten un nombre por el momento, Cristian Borja, un 9 colombiano espectacular.

Lo que pasa es que no todo va a ser de color de rosa en la vida de nuestro protagonista. Al ganar la Copa con el Estrella Roja ha conseguido la renovación por un año como entrenador, pero al mismo tiempo, ha estado a punto de tirarla por el retrete. Y es aquí donde, como españoles de nuestro tiempo, más respeto debe merecernos la figura de Robert Prosinecki: han estado a punto de despedirlo por apoyar la huelga de sus jugadores. Llevan tiempo sin cobrar y Prosinecki ha declarado que está harto de reunirse con los directivos y tener que bajar al vestuario a decirle a los jugadores que mañana cobrarán, día tras día, sin ver un duro. Él se ha unido a su huelga. Un hecho escandaloso. Desde 1945, año en que se fundó el club, no ha pasado un día en el que no se entrene. Zuti se ha atrevido a romper con la fangosa tradición. Por dignidad. Como por súper clase les dio una Copa de Europa.

No se queden con el spot de Prosickito. Zuti volverá.

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10 comentarios

square82 escribió
25/06/2012 22:55

Yo mañana me compro "Sueños robados". Y, a pesar de ser un lego en materia futbolística, si Álvaro saca un libro de lo que sea yo me lo compro, incluso si es de fútbol.

Julian escribió
24/06/2012 19:43

Sólo puedo aportar el parecido de Lesionecky con el malo Tiburón de las pelis de 007: http://bond.neoseeker.com/wiki/Jaws

Don Vito escribió
24/06/2012 09:41

Viva Álvaro! Y viva Prosi!

Álvaro escribió
23/06/2012 18:33

Muchas gracias a todos por los comentarios. SM, lo que más anhelo en esta vida es ponerme a soltar ladrillos sobre Yugoslavia. Actualmente no tengo tiempo ni para mantener la periodicidad de estas entradas en VP, pero algún día espero que llegue el momento de biografiar a gitanos, militares, deportistas y poetas del país hermano.

Luisete escribió
23/06/2012 12:56

Me sumo a las felicitaciones. Un articulo con interes, datos, gracia y muy documentado...

SM escribió
23/06/2012 12:07

Álvaro,¿ para cuando el libro definitivo sobre la "extinta Yugoslavia" (bello palabro eufemístico periodístico) y el fútbol? Podría ser el espejo invertido y necesario del gran "Sueños robados" de J. Hinojo, que versaba sobre las mismas circunstancias en el otro deporte rey balcánico.No creo que haya nadie mejor informado y estilisticamente capaz que tú. Ahí lo dejo...

Enduguito escribió
23/06/2012 02:10

Excelente artículo. Muy interesante y muy bien documentado.

Ante Pavelic escribió
22/06/2012 17:58

Buen articulo, congratulaciones.

Bunnymen escribió
22/06/2012 15:59

¿Debe merecernos más respeto como españoles? Si Nesky fuera español habría animado a sus jugadores a trabajar gratis asumiendo sus recortes en derechos laborales para protestar contra esos sindicatos que viven del cuento y no les representan. Que en España sabemos mucho y no nos dejamos engañar.

Judge Dreed escribió
22/06/2012 10:47

Impresionante, Álvaro!!! Absolutamente impresionante. De lo mejor que has escrito.

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