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La historia se repite con el euro y España camina hacia la intervención

MIGUEL ÁNGEL RODRÍGUEZ. 05/06/2012 "Hemos pasado de estar ingeniando un sofisticado sistema de financiación en el que se implicaba el BCE a no tener otra salida que la de acudir al Fondo de Rescate..."

MADRID. Semana tras semana la tensión va aumentando. El peor de los escenarios, de los que en cada momento se barajan, es el que se presenta a medida que avanza el tiempo. Ya dije que centrarse en solucionar las necesidades del sistema financiero era prioritario para restaurar la confianza, pero no puede abordarse de peor manera que la que se ha llevado a cabo.

La confianza se basa en tres pilares: franqueza, cumplimiento de promesas y competencia. Ninguno de ellos ha sido respetado en este proceso. Las cifras publicadas, en el caso de Bankia tanto de resultados como de necesidades de financiación, han ido bailando al son marcado por el ritmo de cambio de sus dirigentes. La franqueza no parece haber estado presente. Los planes de rescate previstos tampoco se van a poder cumplir y la carencia de un criterio sólido y eficaz para abordar la quiebra de un banco sistémico hacen dudar de la competencia de quienes tienen que lidiar con el problema.

Con todos estos mimbres, hemos presenciado estupefactos como la credibilidad no tan solo de nuestro sistema financiero sino de nuestro país se destruía en pocos días. Hemos pasado de estar ingeniando un sofisticado sistema de financiación en el que se implicaba el BCE a no tener otra salida que la de acudir al Fondo de Rescate. Y, en mi opinión, esto no habría sido necesario.

En todos los medios económicos del mundo se habla ya del rescate a España cuando todo o casi todo se centra en una sola entidad: Bankia.

ENFRENTAMIENTO PÚBLICO 

De haberse llevado una política de información menos destructiva y de haberse evitado el enfrentamiento público entre Gobierno, dirigentes de la entidad y Gobernador del Banco de España, el camino para conseguir la financiación requerida para salvar a este banco hubiese sido más sencillo. Aún más si tenemos en cuenta que las necesidades de liquidez no son perentorias.

El ascenso de la prima de riesgo, que en última instancia marca el ritmo de las necesidades de rescate, no se ha debido a otra causa que a la escalada de pánico de los inversores en deuda española ante el caos de comunicación y con él la incertidumbre sobre la situación real del sistema financiero español. En medio esta avalancha el mercado interbancario -donde los bancos se prestan entre sí- se contrae hasta desaparecer y pone en peligro a otras entidades que no tienen nada que ver con este lío.

CONTRADICCIONES 

Esta falta de criterios también se muestra en las instituciones europeas donde la propia Comisión emite dos comunicados contradictorios sobre la necesidad de unión bancaria en tan solo 24 horas. Y el BCE increpa al Gobierno Español -no le perdonan lo de no aceptar el compromiso de déficit por "decisión soberana"- por no cumplir sus promesas y por falta de diligencia para zanjar la situación. Así que de intervención comprando bonos españoles ni hablamos.

Como si la situación no fuese lo suficientemente urgente, los dirigentes europeos se emplazan para final de junio, todo un mes, para abordar "sin tabúes" -como dijo Merkel- el tema de la unión bancaria.

INCUMPLIENDO PROMESAS 

Me temo que los inversores no tendrán tanta paciencia y si no se cambia de actitud pronto, la presión del mercado empujará al alza las rentabilidades de los bonos hasta tal punto que, desafortunadamente para todos nosotros, el señor Rajoy tendrá que incumplir su promesa de no acudir al fondo de rescate.

Las consecuencias de esta acción por la que España dejaría de acudir a los mercados de deuda durante un tiempo indefinido serían más caídas del precio de nuestros bonos que contagiaría a Italia sin ninguna duda. Quizás ahí el señor Draghi decidiera intervenir comprando deuda soberana de su país.

Pero en cualquier caso e independientemente de que la Reserva Federal anuncie nuevas medidas de QE -ahora más probable tras la última cifra de desempleo-, el euro será cada vez menos querido como moneda y su cotización contra el dólar no tardará demasiado en traspasar las 1,20 unidades para alcanzar un primer objetivo en 1,1885, es decir, los mínimos después de la intervención de Grecia. La historia se repite.

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Miguel Ángel Rodríguez es analista de XTB

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