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Los 'bankeros', atrapados en bolsa tras la nacionalización del BFA-Bankia

14/05/2012 Las acciones de Bankia se pagan ya a la mitad que tuvieron que desembolsar los inversores que acudieron a la OPV

MADRID (EFE). La decisión de nacionalizar BFA-Bankia servirá para tratar de salvar el sistema financiero, pero deja una víctima en el camino, el pequeño inversor, que cada día ve más lejos la posibilidad de recuperar el ahorro invertido en acciones y participaciones preferentes.

Las acciones de Bankia sufrieron hoy un nuevo desplome en la bolsa española cercano al 10 %, lo que dejó el valor de los títulos en la mitad de lo que pagaron los inversores cuando acudieron a la salida a bolsa del grupo que presidía entonces Rodrigo Rato, hace diez meses.

Hoy el precio de la acción alcanzó por primera vez el suelo de los 1,876 euros, frente a los 3,75 euros que pagaron los inversores en julio de 2011, cuando se les invitó a participar en una de las grandes salidas a bolsa del año.

En aquel momento el debut bursátil se vivió como un éxito, aunque se trababa de una operación forzada por el Gobierno para dar a credibilidad a un sistema financiero que ya entonces estaba bajo sospecha de los mercados por su amplia exposición inmobiliaria.

Las autoridades esperaban que con el sonido del campanazo de salida a bolsa de Bankia, se disiparían los rumores sobre la inviabilidad del grupo, constituido un año antes por la fusión de cinco cajas pequeñas, y dos gigantes, Caja Madrid y Bancaja.

Rodrigo Rato, el último presidente de Caja Madrid antes de la fusión, se embarcó en la unión con la caja valenciana animado por el Banco de España, que entonces no veía riesgos en el peso del "ladrillo" que aguantaba Bancaja.

Fue el gran error estratégico de Rato, que hace apenas unos días tuvo que dimitir de la presidencia de Bankia ante la imposibilidad de asegurar la pervivencia del grupo financiero sin solicitar ayudas públicas.

La gran exposición inmobiliaria de BFA-Bankia, unido a la morosidad creciente y a la presión de los mercados, acabó por forzar la salida precipitada de Rodrigo Rato, justo cuando tenía sobre la mesa un nuevo plan de futuro para la entidad.

Rato entendió que la única manera de conjurar la intervención estatal era presentar un plan osado que le permitiera anticipar de golpe los saneamientos de cuatro ejercicios con una inversión de 9.700 millones de euros, aunque entrara en pérdidas.

Para conseguir este saneamiento, tenía previsto solicitar una nueva línea de ayuda al Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB) de 6.350 millones, así como acudir a uno de los balones de oxigeno con que contaba la entidad, el canje de 4.700 millones de participaciones preferentes que aun mantiene con sus clientes.

UN PLAN MUERTO 

Hoy, el plan de Rato no solo está muerto, sino que algunas de las vías que proponía han quedado selladas.

La nacionalización de la entidad, según los expertos consultados por EFE, ha provocado dos daños irreparables que difícilmente podrán salvarse en el futuro, al disparar la desconfianza del accionista y erosionar la reputación de la marca Bankia.

La combinación de los dos efectos está provocando la huida masiva de los inversores, lo que deja a la entidad abocada a la exclusión en bolsa, y a la fusión con su matriz, el Banco Financiero y de Ahorro (BFA), en manos del FROB.

Además, el Estado tiene el compromiso de subastar esta participación antes de tres años, con lo que se abre la posibilidad de que Bankia acabe en manos de la competencia.

Pero con la acción por los suelos y el futuro de la entidad en el aire, ¿quien va a querer canjear las preferentes de Bankia por acciones?, se pregunta un gran conocedor de la trayectoria de la entidad, que augura a la entidad una viabilidad incierta.

Con los mercados financieros cerrados, la única vía de actuación para Bankia es emitir bonos convertibles y que los adquiera el Estado, a través del Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB), lo que implicaría, al fin y al cabo, más ayuda pública.

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