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LA OPINIÓN PUBLICADA

¿Huelga o manifestación?

GUILLERMO LÓPEZ GARCÍA (*). 01/04/2012 "Aunque el impacto de la huelga fue limitado, las multitudinarias manifestaciones apuntan una tendencia que se puede agudizar en el futuro y ante la cual el Gobierno deberá mostrar mucha mano izquierda y evitar la arrogancia, por ejemplo, que caracterizó la época de Aznar"
Javier Arenas reconoce que no podrá gobernar Andalucía

VALENCIA. La que hoy finaliza ha sido una mala semana para el Gobierno. Por la huelga general del 29M pero, sobre todo, por lo que significa la derrota en Andalucía (y los malos resultados en Asturias) del pasado domingo 25.

La estrategia del Gobierno para sus primeros 100 días de actuación ha estado fuertemente condicionada por la esperanza de hacerse con el gobierno en Andalucía, la comunidad autónoma más poblada de España. De hecho, en parte para evitar la factura electoral se postergaron algunas de las medidas más duras, las incluidas en los Presupuestos Generales del Estado, de cara al siguiente Consejo de Ministros del 30 de marzo, una vez celebradas las elecciones.

Los sondeos pronosticaban la victoria, y la bajísima participación electoral parecía refrendarla: dice el tópico electoral español que, conforme sube la participación, sube el voto favorable al PSOE. Pero no fue esto lo que ocurrió en Andalucía (ni en Asturias). Con una baja participación, el PSOE no sólo no bajó, sino que recuperó posiciones en Asturias y superó ampliamente las expectativas que pronosticaban los sondeos en Andalucía (donde, además, IU cosechó muy buenos resultados).

Al revisar los datos de participación en los feudos electorales del PSOE y PP, se evidencia un fenómeno preocupante para Mariano Rajoy: una parte de su electorado le dio la espalda en las elecciones. Sea a causa de las reformas, de los cambios de opinión respecto de lo prometido, o de la continuación de la crisis, el caso es que los resultados muestran un escenario en el que el PP comienza a sufrir cierto desgaste, claramente ligado con la gestión de la crisis económica.

El de Andalucía y Asturias ha sido, sin duda, un serio aviso para el Gobierno, aunque tenga tres años por delante hasta que se celebren las próximas Elecciones Municipales y Autonómicas. En las previsiones del Gobierno entraba un cierto deterioro de la situación política y de sus apoyos, producto de las medidas y de un duro año 2012, en el que la economía se contraerá casi dos puntos. Sin embargo, ahora esta expectativa de la evolución de la opinión pública ha cambiado, acelerándose. Lo cual, como es obvio, recorta el margen de maniobra del Gobierno, ya de por sí escaso (a pesar de la mayoría absoluta) dada la situación económica, el severo escrutinio de los mercados y, sobre todo, de Alemania.

Una huelga general ya descontada

Mercavalencia parado por la huelga del 29MEl impacto de la huelga general ha sido mucho menor, fundamentalmente porque el Gobierno la daba por supuesta. Así, nos hemos encontrado con una huelga hasta cierto punto prediseñada en su evolución: la reforma laboral y los recortes económicos del Gobierno han recibido esta respuesta de los sindicatos. Una huelga parecida, en este aspecto, a la que los sindicatos realizaron en septiembre de 2010, con el PSOE en el Gobierno (si bien entonces el "prediseño" de la huelga, casi pactada con el PSOE, fue mucho más claro que ahora).

La huelga ha conseguido un éxito desigual, dada la situación económica (que dificulta que muchos se arriesguen a manifestarse), y la limitada capacidad de movilización de los sindicatos. Pero también dado el elevado paro (los parados no hacen huelga, pero sí se manifiestan) y el éxito de unas manifestaciones de carácter plural, en las que la presencia de los sindicatos y los trabajadores quedaba hasta cierto punto diluida (en un sentido positivo) por la afluencia de mucha más gente: una composición plural de los manifestantes que sí debería constituir una preocupación para el Gobierno.

¿Hace daño al Gobierno una huelga general?

La pregunta no es retórica. Tradicionalmente, se ha considerado una huelga general un desafío muy serio para cualquier Gobierno. Sin embargo, esto era así en un escenario en el que los agentes sociales tenían una influencia mucho mayor que ahora. La capacidad de movilización de los sindicatos y otras organizaciones sectoriales, por no hablar de los partidos políticos, está en decadencia. Y, sobre todo, está en decadencia su centralidad en el espacio público: su capacidad para movilizar a los ciudadanos, más allá de su militancia.

Las dificultades de movilización de los sindicatos no afectan sólo al tiempo que ha de transcurrir entre la convocatoria de una huelga y su celebración, o a su éxito numérico. También afectan a la capacidad de los sindicatos, de los propios trabajadores, para mantener el pulso huelguístico durante más tiempo. Y esta posibilidad, en el contexto actual, con un elevado paro y una reforma laboral que facilita sustancialmente el despido, sí que parece fuera de discusión.

Más manifestaciones

En cambio, nada impide que se prodiguen, como de hecho ya ha estado ocurriendo a lo largo de los últimos años, las manifestaciones sociales. Porque, de la misma manera que la capacidad de convocatoria de las organizaciones que tradicionalmente representaban a la opinión pública tiende a menguar, la capacidad del propio público para autoorganizarse y vertebrar protestas, a través de mecanismos comunicativos cada vez más rápidos, más diversos, más eficaces y con un alcance mayor, no hace más que aumentar.

El ciudadano que en 1990 se movilizaba mediante el boca a oreja, la convocatoria de su sindicato u organización o el recurso a los medios de comunicación de masas, ha visto cómo, en dos décadas, a lo anterior se han unido mecanismos de comunicación tan eficaces como la telefonía móvil o Internet. Mecanismos, además, cada vez más centrados en sistemas de comunicación integrados en comunidades, como los chats de grupo (WhatsApp) de los teléfonos móviles, o las redes sociales tipo facebook y twitter. Con todo ello, resulta mucho más factible movilizar a un número significativo de personas en muy poco tiempo.

Hasta hace bien poco, las manifestaciones de composición plural (no centradas en un sector específico de la población, como manifestaciones de profesores, agricultores o médicos), y de dimensiones masivas, constituían un recurso excepcional, o como mínimo mucho menos habitual que ahora. Pero, en el transcurso de una década, esto ha cambiado.

Manifestación del 29M en ValenciaRecuérdese que, desde la huelga general de 2002, hemos asistido continuamente a manifestaciones en las que ha participado una parte sustancial de la ciudadanía: en torno al Prestige, a Irak, a los atentados del 11M,... Y, ya con Zapatero en el poder, manifestaciones de la oposición para criticar el matrimonio homosexual, el Estatut de Cataluña, la negociación con ETA, ... Y todo ello en un contexto económico mucho más boyante que el actual.

Como es lógico, un escenario de crisis económica sólo puede potenciar esta tendencia de la ciudadanía a manifestarse. Una tendencia que, muy probablemente, tenderá a aumentar en el futuro más inmediato. Y, si las cosas siguen igual de mal (o peor), sin descartar la desagradable posibilidad de que puedan producirse altercados violentos de consideración, como ha acabado ocurriendo en Grecia.

Frente a este peligro, y a la espera de que la situación económica mejore, el Gobierno debe mostrar mucha mano izquierda, sensibilidad ante las protestas y afán por explicar sus medidas. Porque corre el riesgo de ser presa de los mismos errores que los Gobiernos de Aznar (la arrogancia y el desinterés por escuchar a la opinión pública). La diferencia es que ahora el Gobierno quizás pueda permitirse escuchar mucho menos que en la época de Aznar, dado que su margen de maniobra es significativamente menor.

#prayfor... Willy Toledo, detenido dos veces

El jueves 29, por la mañana, un rumor corrió como la pólvora en Twitter: el actor Willy Toledo había sido detenido por la policía. ¿El motivo? Los destrozos causados en un bar de Madrid como consecuencia de su participación en un piquete. Poco después, el actor desmentía su detención mediante un comunicado.

Willy Toledo a su salida de los juzgadosPero a su vez, pocas horas después del comunicado, Toledo era detenido por la policía exactamente por los motivos por los que se había rumoreado su detención por la mañana: el dueño de un bar había denunciado los destrozos provocados por los miembros de un piquete en su local en la madrugada del jueves y reconoció al actor en la rueda de reconocimiento en la comisaría de policía. Toledo pasó la noche en el calabozo y salió libre sin fianza a la mañana siguiente, pero acusado de los delitos de daños y de atentado contra la autoridad.

En resumen: por una vez, las redes sociales no fueron pasto de rumores sin fundamento que adquieren vida propia, sino que el rumor tenía una base sólida. Eso sí; haciendo gala de su legendaria afinidad por la cultura de la velocidad y el afán por contar las cosas lo más rápidamente que sea posible, las redes sociales se pasaron de frenada, contando el acontecimiento... antes de que éste se produjera.
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(*) Guillermo López García es profesor titular de Periodismo en la Universitat de València

 

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1 comentario

Solidamente escribió
01/04/2012 19:16

La verdad es que el propio mercado laboral español hace difícil que se note una huelga general. Pero al menos, en Valladolid, la manifestación fue la más grande que ha habido desde el 11-M, y si esto lo dice hasta el diario "El Mundo", hay que plantearse que algo hay de lo que dices, Guillermo.

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