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Ernest García García
"Nadie sabe cómo parar la máquina del desarrollo sin dar paso al caos"

31/03/2012

VALENCIA. "La sociedad industrial ha rebasado el límite del desarrollo económico y ya se empieza a hablar de una cuesta abajo inevitable en la producción económica. La cuestión está en si ese descenso se hará de manera ordenada o si, por el contrario, dará paso al caos". Ernest Garcia García (Alicante, 1948) catedrático de Sociología en la Universidad de Valencia y exdecano de la Facultad de Ciencias Sociales, considera que la era del desarrollo económico tiene costes sociales y ambientales: con él se gana poder adquisitivo pero se pierde calidad en los contactos humanos.

Experto en políticas medioambientales, conflictos socioecológicos, sostenibilidad, e impacto ambiental del consumo, entre otros campos, dice que "quienes vienen ahora con el cuento de que no pueden ser ecológicamente responsables porque la economía "va mal" deberían explicar por qué no hicieron nada cuando iba "bien". Dice que la ciudad ideal es aquella en la que se consigue vivir una vida con algo de sentido, libertad, amar, ser útil y obtener por ello un poco de reconocimiento... "pero puede que esa ciudad no tenga más que unas cuantas calles".

-¿El desarrollo económico ha convertido a las ciudades en espacios sostenible?
-No. Más desarrollo económico no comporta más bienestar, sino menos. El desarrollo tiene siempre costes sociales y ambientales: con él se gana poder adquisitivo pero se pierde calidad en los contactos humanos.

-¿Entonces?
-Hay más dinero para pagar cuidadores de niños y ancianos, ir a restaurantes, viajar en automóvil... pero falta tiempo para disfrutar de los hijos o de una lenta comida con los amigos. Dedicamos tiempo en ganar más dinero a costa de sacrificar los contactos humanos y destruir el medio ambiente. Actualmente las pérdidas superan a los beneficios. Más crecimiento ya no produce mayor bienestar, sino al contrario. El desarrollo se convierte en una condena y ya no es deseable. El problema es que ya nadie sabe cómo parar la máquina sin dar paso al caos.

-¿Valencia está a años luz de ser un ejemplo de sostenibilidad?
-Valencia tiene aspectos con los que ya cuenta como sus espacios naturales y tierras, la Albufera, la huerta. Y otros por desarrollar aún más como la conservación y rehabilitación de espacios ya construidos en lugar de asfaltar nuevas superficies. Pacificar las calles, facilitar los desplazamientos a pie, en bicicleta o en vehículos de uso público, fomentar el reciclaje... que convierte a las ciudades en espacios sostenibles. De todos modos hoy se está muy lejos de conseguirlo. Es cierto que a medida que el petróleo vaya escaseando y encareciéndose, las ciudades no tendrán más remedio que caminar en esa dirección. La clave es que el cambio se hará por la fuerza, conflictivamente y en desorden, cuando la transición podría ser ordenada y menos traumática de lo que tememos que será.

-Entonces ¿el petróleo es otro límite?
-Sí. Por el hecho de que se agota el petróleo barato, de que la atmósfera no puede absorber más dióxido de carbono sin recalentarse en exceso o de que el ritmo de extinción de especies supera el que se produjo cuando la desaparición de los dinosaurios. Aún faltan diez o quince años para que esos efectos sean visibles, pero seguramente se han traspasado ya los límites que los hacen inevitables. La era del desarrollo se ha acabado. Las propuestas constructivas no se refieren ya al desarrollo sostenible o cosas así, sino a las diferentes versiones del postdesarrollo, a cómo se podría conseguir que la inevitable cuesta abajo sea más o menos ordenada y próspera.

-¿Se necesitan piterpans para cambiar esta situación?
-No, sólo hace falta algo de sensatez. No hace falta negarse a envejecer para seguir manteniendo la esperanza. En realidad, la insostenibilidad es sobre todo una cuestión de exceso (más grande, más rápido, más y más y más). No creo que sea una cuestión de edad pero, de alguna manera, es la gente mayor la que puede decir más fácilmente: "ya tengo bastante".

-¿Quiénes tienen más responsabilidad en la creación de espacios sostenibles, los políticos o el mercado?
-Los políticos. El espacio urbano se planifica, y la planificación fija los límites dentro de los que el mercado puede funcionar. Lo que habría que explicar es por qué hace tanto tiempo que la política ha abdicado y va a remolque del negocio fácil. Eso ha llevado a la sociedad valenciana a la profundísima crisis actual. Es corrupción y especulación, sí, pero antes de eso ha habido una renuncia indecente a la primacía de la política.

-¿La crisis afectará negativamente a la economía verde?
-No más que a la marrón. Frenará la generalización del consumo de algunos productos ecológicamente más benignos y potenciará el consumo de los más baratos, aunque no sean nada "verdes". Pero, en realidad, ha tenido que llegar la recesión para que las emisiones de gases de efecto invernadero se moderen un poco. El impacto sobre el medio ambiente se ha reducido algo al frenarse la economía. Así están las cosas. Suele decirse que sólo cuando la economía va bien hay recursos para ocuparse del medio ambiente, y que éste se olvida cuando la economía flojea. Pero lo cierto es que la última fase de crecimiento económico explosivo, desde 1995 a 2007, fue ecológicamente desastrosa. Quienes vienen ahora con el cuento de que no pueden ser ecológicamente responsables porque la economía "va mal" deberían explicar por qué no hicieron nada cuando iba "bien". Hay demasiada hipocresía en estos asuntos.

-¿Cree que la economía española y en concreto la valenciana es ecológicamente eficiente?
- No, es espantosamente ineficiente. Tengo datos para parar un tren de estudios hechos durante veinte años. Lo cierto es que los costes ambientales (el consumo de recursos y la generación de residuos) han aumentado más que el PIB y que la población. Eso exactamente es la ineficiencia ecológica.

-¿Cómo se alimenta y vive una sociedad con un crecimiento de población reconocido por los expertos como insostenible?
-Pues si llega a ser efectivamente insostenible, no se alimenta. El problema es que la mayoría de los expertos, de forma bastante imprudente a mi juicio, dicen que no hay un gran problema demográfico, y que la población del mundo se estabilizará a tiempo. Lo cierto, sin embargo, es que en 2050, si la población del mundo llega a los 9.300 millones como apuntan las proyecciones de Naciones Unidas, habrá en promedio 0,16 hectáreas de tierra cultivable para cada habitante del planeta. Y eso quiere decir que el problema será peliagudo, especialmente si para entonces el mundo se ha adentrado ya a fondo en la fase descendente del suministro de petróleo y gas. Tal vez pueda resolverse, pero la injusticia y la desigualdad ya hacen que demasiada gente pase hambre hoy. Si llegan a sumarse injusticia, desigualdad y sobrepoblación... demasiados nubarrones en el horizonte...

-¿Para usted el futuro es como una botella medio llena o medio vacía?
-¿Qué importa cómo veo yo el futuro? Sobre todo lo veo incierto e impenetrable. En lo que queda del siglo XXI habrá cosas hermosas y cosas horribles, como siempre.

-¿Por dónde habría que empezar para vivir en sociedades más responsables y conscientes?
-Tota pedra fa pared. Que cada cual comience por donde más le duela o por donde más ilusión le haga.

-Cuestiones como el agua, la luz, el gas... ¿seguirán creando crisis económicas en los hogares?
-Sí. Los tiempos en que el agua y la energía eran abundantes y baratas han pasado.

-¿Cómo se puede caminar hacía un modelo de bajo consumo?
-De eso ya se encargan Rajoy y Fabra con los recortes y las reformas laborales. Se ha pasado de una economía de casino, irreal y despilfarradora, a una economía de pillaje, de saqueo, de sacar dinero a la gente como sea para transferirlo a los mismos que han creado el desastre (los cuales, seguramente, van a seguir malgastándolo). Imponer sacrificios sin dar ejemplo desde el Gobierno, en un clima civil y político que es todo menos edificante, es una receta bastante segura para algo muy malo. Da miedo. De todas formas, intuyo que su pregunta iba por otro lado. Moderar el consumo es parte de la receta para un mundo más ecológico (siempre, claro está, que todo lo demás vaya en la misma dirección, lo que no es el caso).

-¿Cuál es su aportación personal en este sentido?
-Mi salario también se resiente de los recortes... Vale, responderé la pregunta, pero me fastidia un poco hacer elogios del ascetismo en estos momentos. Hace mucho que no tengo coche.

-¿En casa del herrero cuchillo de palo?
-Sí claro, tengo un buen saco de contradicciones. Como más de lo necesario y paso demasiado tiempo enchufado al ordenador.

-¿Cuál es su ciudad ideal y por qué?
-Supongo que, en el contexto, la pregunta podría interpretarse como qué ciudad me parece sostenible. Y no lo sé, elegiría rasgos de muchas ciudades diferentes. Desde luego, la Valencia de hoy no es sostenible (ni, por cierto, Benidorm, ni Barcelona...). Por lo demás, la única ciudad ideal es aquella en la que se consigue vivir una vida con algo de sentido, la libertad, amar, ser útil y obtener por ello un poco de reconocimiento... y puede que esa ciudad no tenga más que unas cuantas calles.

-Desde su perspectiva sociológica ¿qué espera y cómo será la sociedad de este siglo?
-La perspectiva sociológica, precisamente, aconseja no meterse a profeta. Me parece que, en este siglo, la humanidad ha de hacer frente a dos tareas que, con toda propiedad, pueden calificarse de titánicas: alimentar adecuadamente a una población de más de 7.000 millones y encontrar una matriz energética alternativa a los combustibles fósiles. Así que intriga y emoción no faltarán.

-Un libro que recomiende para ampliar conciencia.
-Leer, leer y leer. Me niego a recomendar un solo libro, ni aunque sea el mejor.

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1 comentario

23/03/2014 06:39

matriz energética resilente como ente de transición entre el presente y el futuro existe una tecnológia que ofrece la posibilidad de mantener lo conseguido sin perder el futuro sin pérdidas y sin traumas financiable sostenible y asequible sin renuncias ni recortes ¿te gusta? pues tengo más.

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