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Ramón Serrano
"Está feísimo gastar dos millones en los Premios Jaime I y luego no pagar a los investigadores"

24/03/2012

VALENCIA. "Los americanos llevan 20 años consumiendo transgénicos y no les pasa nada, en Europa tardaremos medio siglo en dar el primer bocado". Ramón Serrano (Valencia, 1948) es catedrático de Bioquímica y Biología Molecular en el Departamento de Biotecnología de la Universidad Politécnica de Valencia, doctor honoris causa por la Universidad de Regensburg (Ratisbona, Alemania) y un científico que dice lo que piensa. Considera que los premios sólo sirven para el que los organiza y darse un baño de vanidad. A las organizaciones ecologistas les recomienda estudiar e informarse mejor. Está casado con Mariche, a quien conoció en la universidad, hace cuarenta años. Juntos han trabajado y vivido en EE.UU, Alemania y Madrid. Tienen cuatro hijos. Sólo uno vive en Valencia, el resto se han quedado en Ginebra, Chicago y Madrid. Les apasiona la biología molecular y a él también el tenis.

-¿Cómo le dio por alzar la voz contra los premios Jaime I?
-Porque me deben 100.000 euros desde hace varios años por el proyecto Prometeo de investigación. Esto no pasa en ninguna parte. Aquí el Gobierno ni paga a las farmacias, ni a los investigadores. Me parece feísimo que se gasten dos millones y medio en cosas que no sirven para nada como los premios Jaime I, y en todo lo que hace este señor derrochador Santiago Grisolía, y que no podamos pagar a los investigadores que se han dejado la piel trabajando.

-¡Vamos! Que para usted es una joyita.
-Pues sí. Mire si no los informes 'basura' del Consell Valenciá de Cultura. El último fue una vergüenza y muy contestado. Venía a decir que el problema de las universidades valencianas se debía a que ninguno de sus profesores tenía un premio Nobel. ¡Pero bueno! sí Grisolía está a años luz de obtener un Nobel y a mucha distancia de los científicos valencianos. Él es muy mediano, pero aquí ha engañado a todos. A mucha gente como a él los aparcan en estos consejos, que por cierto nos cuesta un dineral.

-Desde 1992 está en Valencia, pero previamente trabajó en universidades en Lousiana, Massachussetts y en el Group Leader del Laboratorio Europeo de Biología Molecular en Alemania ¿para usted a qué nivel está la ciencia e investigación en la Comunidad Valenciana?
-A años luz. Somos de las regiones españolas que menos invierte en investigación. Si en la época de Zaplana éramos una zona por encima de la media, durante la etapa de Camps nos hemos empobrecido. Ha sido un desastre y no se ha aireado nada. Vamos por detrás de Andalucía. Ellos invierten 1,4% del producto regional bruto en investigación. Aquí no llegamos ni al 1%. Entonces te preguntas ¿para qué sirve Grisolía y su Fundación de Estudios Avanzados? El colmo es que reúne a todos los premiados dos o tres veces al año, que se supone forman un alto consejo consultivo, para darles de comer e irse. Pues... que quiere que le diga. Rozamos el ridículo.

-¿Qué piensan los científicos de gente particular que se dedica a recoger dinero para financiar investigadores?
-Está muy bien. Por lo menos hacen algo. Pero aquí los premios solo sirven para el que los organiza y recibir un baño de vanidad. Aquí dan más dinero a los premiados en los Jaime I que a los galardonados en el Príncipe de Asturias. Las empresas que patrocinan estos premios están engañadas. Les venden una cabra. Se creen que dando este dinero para que venga la familia real, incluido Urdangarín, se respalda la marca. La baza que juega Grisolía es parecida a la que jugó Urdangarín. Él tenía un contacto con la familia real cuando vivió en EE.UU y les facilitó que les recibiera el Senado norteamericano y concretamente Bob Dole. Usa a la Familia Real para sacar dinero a los empresarios y políticos que se mueren de ganas de dar la mano a cualquiera de ellos. Así que el beneficio es para Grisolía no para la ciencia valenciana.

-Una curiosidad, ¿y a usted como científico no le gustan los premios?
-No. Creo que son nefastos. Fui discípulo de un gran científico, Alberto Sols, y me impresión es que a este señor, fundador de la bioquímica en España, le hundieron los premios. Aquí estamos porque nos gusta la profesión y somos adictos a los resultados experimentales. Esa satisfacción no te la dan los premios. Y menos cuando ves la mafia que rodea ese mundo. No hay ningún premio limpio. Ni siquiera los Nobel. Ahora se acaba de desatar otra polémica en Francia sobre el premio Nobel Jules Hoffmann acusado de atribuirse una investigación ajena.

-¿El signo político puede variar estas situaciones?
-No creo. Grisolía ha sabido nadar entre aguas de diferente signo político. Contra mi debe tener bastantes.

-No lo dudo. ¿Le teme?
-Afortunadamente no dependo de él para nada. Cuando llegué a Valencia incluso me presenté a los Jaime I en 1993. No lo oculto. Entonces no sabía nada. Me di cuenta de cómo iba aquello y tuve claro que nunca más.

-Leo que hacia la mitad del siglo XXI la población mundial rondará los 10.000 millones de personas, por lo que se necesitará duplicar la producción de alimentos y causar el menor daño al medio ambiente, ¿los transgénicos son su solución?
-Sí, pero están parados en Europa por motivos de 'religión ecologista'. Los más fanáticos son los franceses, seguidos de los alemanes. Les ha dado algo. Todo lo quieren natural, ¡pero si hasta las plantas ya no son naturales! Los transgénicos han sido satanizados por organizaciones ambientales como Greenpeace y personajes como el príncipe Carlos de Inglaterra, influidos por un ecologismo radical. Lo del príncipe Carlos no se entiende. No sabemos por qué se hizo campeón del ecologismo y tiene media Inglaterra con cultivo biológico. Pero ¡si las plantas y los animales hoy en día son mutantes! Dependen del hombre para subsistir. En EE UU pasa lo contrario. Allí los alimentos transgénicos se consumen igual que los naturales. Eso sí, Europa importa maíz y soja transgénicos para piensos de animales que luego nos comemos...

(Ramon Serrano con sus hijos, ternos y nueras, el día que recibió el honoris causa)

-Hay una sentencia del Tribunal Europeo que permite a los países miembros sembrar plantas transgénicas...
-Si, pero la letra pequeña permite a cada país hacer lo que quiera. Todos los países menos España y Rumanía han introducido la prohibición total de cultivar transgénicos. Puede parecer una broma pero hace poco un grupo ecologista declaró a Alcoy libre de transgénicos. ¡Increíble! Lo único que se cultiva es una variedad muy anticuada de maíz transgénico resistente a la oruga del taladro en Aragón y Albacete. Una plaga que se come al maíz por dentro y que necesita un tratamiento con insecticidas nefasto para el medio ambiente. ¡Y los ecologistas se oponen! ¿a qué? Se oponen a los transgénicos porque sí, pero no a que se deteriore el medio ambiente. No tienen argumentos y muchos ni se enteran de lo que defienden.

-¿El cambio climático puede ser una excusa para revisar conceptos?
-Para los países que estamos hacia el sur va a ser duro, para los nórdicos no. Van a tener una agricultura muy productiva. En nuestro caso nos acercará al Sahara, lo que implica que necesitaremos ingeniería de trasvase de agua, genética para conseguir cultivos tolerantes a las altas temperaturas, medidas para desalinizar cultivos... En el tema de los transgénicos empezamos en los años 90 con mucho entusiasmo hasta que nos cayó el jarro de agua fría en el 95.

-¿Qué pasó?
-Que Greenpeace, a quien considero una organización con ánimo de lucro que cobra cuotas a gente de buena voluntad que piensan que está salvando ballenas, y que tiene que montar cada año una campaña para hacerse notar, la tomó en el 95 con los transgénicos. Lanzó toda una campaña mediática en Europa llena de despropósitos y mentiras. Y muchas mentiras juntas se acaban convirtiendo en verdad. Recuerdo que pegaron miles de carteles diciendo que las lechugas transgénicas sabían a rata porque estaban hechas con sus células. ¡Pero si nunca se ha cultivado lechuga transgénica en Europa!

-Así que de momento no los vamos a consumir.
-Europa ha sido siempre muy rara para aceptar nuevos productos. Cuando los españoles trajeron la patata y el tomate, Europa lo rechazó totalmente. Tardaron dos siglos en comerla y lo hicieron obligados por el Kaiser durante la guerra. Los españoles sabían que no pasaba nada y la consumieron sin dudar. Así que los transgénicos puede que tarden medio siglo en ser aceptados, de momento los americanos llevan 20 años consumiéndolos y no les pasa nada. ¡Pero aquí es todo tan irracional!

-Por cierto fue condecorado con la Cruz de Alfonso X el Sabio del Gobierno de España, es todo un premio.
-Sí, pero sólo tengo el título, la cruz me la tenía que comprar yo y me pareció un despilfarro gastarme tanto dinero.

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