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VALENCIA. "La situación de la tesorería de la Universitat es nitroglicerina financiera". Quien hace esta aseveración es el gerente de la Universitat de Valencia, Joan Oltra, el hombre que tiene que hacer equilibrios con "una deuda muy elevada a largo plazo por las infraestructuras que hemos construido, el dinero que nos debe la Generalitat y al fuerte endeudamiento a corto que derivado del retraso en los pagos".

La muestra de las dificultades de financiación que atraviesa la centenaria institución académica son las medidas de ahorro que aprobó este miércoles el consejo de gobierno para el próximo curso 2012-2013: desaparecerán 1.111 grupos docentes teórico-prácticos, lo que traerá aparejado prescindir de 375 profesores asociados que atendían esas horas lectivas. "El ahorro estimado que se calcula es de 3,6 millones de euros", según explicó la vicerrectora de Profesorado, Maria Vicenta Mestre.

Esta decisión, que hay que enmarcar en una política más amplia de reasignación de recursos para afrontar una situación financiera muy delicada. "Hoy mismo [por el miércoles] hemos recibido el ingreso de 22 millones correspondientes al mes de diciembre del año pasado. Vamos con dos mensualidades de retraso, a las que hay que sumar los 180 millones que aún se nos adeudan de 2008. Esto nos obliga a hacer equilibrios para poder atender el pago de las nóminas", explica Oltra en una conversación con ValenciaPlaza.com.

Esos equilibrios pasan por echar mano de la cajas única de la Universitat, es decir, de utilizar los fondos que existen en cada momento, para atender las necesidades. "Estamos utilizando los fondos de contratos y subvenciones que se consiguen para programas de investigación, conseguidos en concursos públicos con concurrencia competitiva, para pagar el gasto corriente", desvela Oltra.

Esta opción, contemplada legalmente, no supone retraer los fondos para estos programas. De hecho, se trata de subvenciones finalistas que solo se pueden gastar en los proyectos para los que se adjudicaron. Sin embargo, el criterio de caja única de toda la institución permite a la Universitat disponer de ellos con la condición de que estén disponibles cuando sean necesarios.

La Universitat de Valencia, y de forma muy pareja la Universitat Politècnica de València, tienen un sistema de financiación mixto. El 70% de su presupuesto llega directamente de la Generalitat, mientras que el resto se consigue por la vía de subvenciones para programas de investigación y con las tasas que pagan los estudiantes, que este año han aumentado un 7%. "Ese porcentaje de dinero captado fuera es una muestra del dinamismo de la Universitat en su búsqueda de financiación, ya que el convenio actual fija esa horquilla no vinculante en el 85% y el 15%", señala el gerente de la UV.

DOS PÓLIZAS DE CRÉDITO PARA EL GASTO A CORTO

"Pero el problema fundamental sigue siendo el flujo de tesorería, lo que nos obliga a mantener dos pólizas de crédito de 20 y 30 millones de euros sobre las que poder descontarnos papel y atender a proveedores", señala Oltra. De hecho, aunque el pago realizado por la Generalitat ayer se hizo en metálico, el que se abonó en enero, correspondiente a noviembre se realizó con un confirming a 120 días, "lo que supone que, para líquido el dinero que necesitamos de forma urgente tiene costes financieros", explica.

La financiación de las universidades parece condenada a una revisión a corto plazo. Las tensiones económicas de la Generalitat y sus repercusiones en el sistema educativo se están haciendo cada vez más patentes. En Cataluña, los rectores de las universidades públicas han hecho público un manifiesto en el que proponen fijar una cantidad estable del dinero de la Generalitat para su financiación: el 0,5% del PIB. Una opción que, en la Comunitat Valenciana, habría que matizar, ya que en el caso catalán, las inversiones en infraestructuras no entran en el paquete, mientras que en el valenciano sí.

"Las medidas que se han adoptado de reducir los grupos están pensadas ya de cara al próximo curso y es posible que sea necesario reasignar los efectivos docentes y no docentes para optimizar al máximo los recursos", explicó Oltra. En todo caso, para el gerente de la Universitat de València la normalidad, al margen de buscar fórmulas para ahorrar al máximo, pasa por reestrablecer el flujo de tesorería. "La cuestión es que en las universidades valencianas no hemos hecho grandes barbaridades, por lo que tampoco se pueden buscar grandes despilfarros que recortar", concluye.