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Mireia Mollá: "Me van a matar, pero me gusta el carisma de María Dolores de Cospedal..."

MARIA COSTA. 18/02/2012

http://www.valenciaplaza.com/bd/imagenes/imagen28997p.jpgVALENCIA. Mireia Mollá (Elche, 1982) vino al mundo, como la revolución francesa, un 14 de julio y tal vez por ello necesita cuestionar el status quo y mejorarlo. Estudió matemáticas y se hizo estadística, trabajando psoteriormente en el servicio contable de la Universidad Miguel Hernández. La falta de humildad, la ausencia de transparencia y los políticos iluminados son a su juicio los que nos ha llevado directamente a la crisis, que afirma tiene nombres y apellidos. En el colegio ya anunciaba a sus compañeras de pupitre que sería la primera mujer presidenta del gobierno. A los seis años aplaudía a su padre -Pascual Mollá, un histórico de la izquierda nacionalista- en los mítines de Esquerra Unida. Es vergonzosa, pero sabe defenderse. Algún político del PP le ha tirado los trastos, pero prefiere los "trastos" de la izquierda. De momento su twitter rezuma amigos de todos los colores políticos.

-¿Su generación tiene motivos para estar preocupada?
-Mi generación está pagando los platos rotos. Hemos hecho los deberes. Se nos ha dicho que nos formemos, que seamos competitivos, emprendedores, etc. Lo hemos hecho, pero no nos han dado soluciones prácticas. Al final: fuga de cerebros. Estamos dejando escapar a la juventud. Estoy muy decepcionada con este sistema. Nos han vendido un país de las maravillas, irreal, cuyos platos sucios, ahora, tenemos que pagar nosotros.

-¿Qué claves no se tocan y según usted deberían tocarse para recuperar la confianza?
-Hacer partícipe a la gente en la creación de leyes que después se tienen que aplicar a sus colectivos. Vivimos unos gobiernos con miedo a escuchar a la gente. Han cerrado sus despachos a la gente, cuando legislan para ella.

-¿En legislatura y media que lleva trabajando en las Cortes Valencianas ve esta institución como una urna de cristal?
-Más que una urna lo compararía con un zulo. La aportación de Compromís es precisamente haber roto el concepto que tiene la gente de que las Cortes es una institución cerrada donde se reúnen una serie de personas, para hablar de problemas de otros, porque nadie se siente identificado, y proponer soluciones que, o no se hacen, o no sirven para nada. Hemos pedido que los detractores de leyes que se tengan que debatir tengan la oportunidad, como ocurre en otros parlamentos, de poder ser escuchados. Algo tan básico como esto, no se hace. Esta es una institución demasiado endogámica.

-Claro, si algo va bien para qué...
-Pero, no es así. Los políticos tienen miedo a ser juzgados, criticados, conocidos. Es terrible. Tienen pavor a significarse dentro de sus partidos o ante sus electores. El miedo les paraliza.

-¿En su partido no hay disciplina de voto?
-No. Compromís es una agrupación de partidos. Hemos vivido varios casos en los que uno de nuestros diputados ha votado en un sentido y otro en otro. Explicando ambos el porqué. Y no pasa nada. La verdad y la sinceridad siempre llegan más lejos que las mentiras, aunque sean pequeñas.

-¿El poder corrompe?
-Hay situaciones que van de la mano. El que se siente impune al poder tiene más posibilidades de no saber diferenciar lo justo de lo injusto y por tanto de corromperse. Hay personas que son más proclives a dejarse corromper que otras. No piensan que pueden ser pillados con las manos en la masa. Por otro lado creo que la justicia que no actúa contra el poder no es justa y eso está pasando hoy en día. El cóctel no beneficia al ciudadano.

-¿Políticos o empresarios, a quién hay que echar la culpa de todo este desaguisado?
-Cuando empezó la crisis escuché decir que si la gente supiera que esta crisis es de cuatro los pondría en medio de la plaza y los apalearía. Hay determinados responsables muy claros tanto en el sector bancario como en el político. La sociedad ha aplaudido las acciones de muchos de ellos, por admiración, por creer en el sistema democrático y porque la mayoría los creía. De todos modos la sociedad sigue siendo muy individualista y prima más su corralito que el de todos en conjunto. Espero que el sentido crítico social crezca para evitar que se aprueben determinadas políticas.

-¿Por qué dejó su trabajo como estadista en la Universidad Miguel Hernández?
-Porque la política me atrapó. Tenía 24 años.

-Empezó en Izquierda Unida y después Compromís, ¿fue por seguir a su padre?
-De Izquierda Unida me expulsaron. Es normal que tenga interés en política. Desde muy pequeña acompañaba a mi padre va mítines, conferencias.... Cuando crecí fui portavoz de la juventud en Elche... se fijaron en mi por cuatro sugerencias que hice y por esas carambolas de la vida acabé como número dos en la lista de diputados por Compromís.

-¿De las matemáticas a la política también fue por su padre?
-Debe ser mi subconsciente, porque consciente de ello no soy. Mi padre es profesor de matemáticas y ha sido diputado. Mis padres se separaron cuando tenía seis años y si como matemática no le he consultado nunca, como política, a veces, le pregunto, aunque acabo haciendo lo que considero mejor.

-¿Y de su madre?
-Ella trabaja en una editorial de libros escolares. Los leí todos siendo niña. Ahora, me caen informes de la sindicatura de cuentas y me los leo de un tirón. La gente flipa.

-Sin embargo, de estadística a responsable de economía de su partido en las Cortes, ¿no hay un trecho?
-Largo. Hay muchas cosas que se me escapan. Pero era la única y la que estaba a mano en ese momento. Alguien dijo, ¿de economía?. Mireia, que ha tocado algo en la universidad. Eso sí, cada día se más. Y antes de que se me escape un tema llamo a compañeros expertos. A los 24 años me nombraron responsable de seguridad nuclear. Mi madre alucinaba. Aprendí muchísimo.

-De sus homólogos y oponentes en las Cortes ¿a quién admira?
-Me gusta mucho Julián López del PSOE porque se entiende lo que dice. Una de las cosas que está pasando actualmente en las Cortes es que el que tiene capacidad de obrar y explica lo que va a hacer no hay quien lo entienda. Se explica fatal. Si nosotros que estamos en ello no lo entendemos, fíjese los ciudadanos.

-¿Se trata en ese caso de Ricardo Costa?
-Sí. A raíz de Gürtel para mi ha perdido toda credibilidad. Además hay gente que la ves venir. Para él la política es un medio que riega su actitud de superioridad, no cree en ella. No me gustan esa clase de políticos.

-¿Qué es para usted la política y los políticos?
-Creo que una buena dosis de humildad no viene mal a un político. Tampoco viene mal saber que este cargo es limitado y mañana volverás a tu anterior trabajo... y no pasa nada. Este es un servicio público. El que humildemente se sienta con la gente, les escucha sin prepotencia y legisla sin protagonismo es más importante que el que cree estar por encima del bien y del mal y mira mucho su cuenta corriente. Por una razón sencilla al primero la importancia se la dan los demás.

-¿La crisis romperá el concepto de ideologías?
-No. Tampoco creo en los radicalismos, ni en las ideologías inamovibles. Bajo el prisma de la realidad las ideologías tienen matices, y estos son los que permiten a las personas sentirse más identificados con los partidos.

-¿Por qué la izquierda siempre da la sensación de estar dividida?
-Precisamente por eso, por tener tantos matices. Las derechas también tienen muchos matices, pero se imponen unas frente a otras y aparentemente están unidas. En las izquierdas la pluralidad enriquece. Es cierto que se necesita voluntad y claridad para superar la disparidad y velar por el interés común. Una de las cosas que sí pecamos todas las izquierdas es la de ser demasiado autocríticos e incluso llegar a veces a la autoflagelación.

-¿Cuántos amigos políticos y de otras formaciones tiene?
-Muchos. Mi twitter está lleno. De izquierdas y derechas.

-¿Es cierto que hay un diputado del PP que le tira los trastos?
-No sé si decirlo... En la anterior legislatura más. A lo mejor empezaron, pero ya no están. Pero no son consentidos. Son trastos que no me gusta que me tiren. Están fuera de lugar.

-¿El amor es el amor?
-Sí, pero no creo que me enamorara de alguien del PP. Ellos tienen unos valores que no comparto. Y acabaríamos tirándonos de los pelos cuando habláramos de cuestiones cotidianas. Me enamoraría de uno izquierda, pero no de una derecha.

-¿Los políticos tienen horarios?
-No, mi media son 25 horas al día. No me quejo, pero es cierto que nunca llegas a todo.

-¿Tiene tiempo para ser joven?
-Sí, porque me lo busco. Cuando llevo temporadas de exprimirme al máximo, paro. Me voy de fiesta con mis amigos de toda la vida o nos quedamos en casa jugando a las cartas. Estamos juntos desde los diez años. Estar con ellos es suficiente, pero nunca hablamos de trabajo. Además no bebo y me rifan para conducir cada vez que salimos. Últimamente disfruto también mucho con mi sobrino.

-¿Se considera la Catherine Zeta-Jones de las Cortes?
-¡No! Me han comparado con otras, pero para nada, eh?

-¿Los políticos tienen que transmitir cierta imagen pública?
-Primero le diría que no, pero después le pondría peros. No quiero caer en los estereotipos porque son machistas. Como los de: la mujer de hierro, la que no puede ponerse una minifalda, unas medias de rejilla o chillar porque puede parecer una loca. Es una imagen masculina. Hay que romper esos esquemas. Pero no todo vale porque no se puede salir a defender leyes con los pelos por hacer o con una pinta de desaliñado que tumba.

-¿Qué política de las actuales le genera simpatía?
-¡Me van a matar! No me parece atractiva, pero me gusta el carisma que transmite Dolores de Cospedal. Creo que explica bien sus mensajes y desde luego tiene más credibilidad que, por ejemplo, Soraya Saez de Santamaría, Pajin o Rosa Díez. Son mujeres que han creado personajes políticos que no tienen nada que ver con ellas mismas. Cuando voy a un mitin quiero ver al político, pero también a la persona.

-Por cierto ¿de dónde le viene su pasión por los abalorios egipcios?
-De mi padre. Es un enamorado de Egipto y a cada hijo, somos tres, nos ha prometido como regalo de bodas un viaje a Egipto. No sé si me casaré, pero seguro que visitaré las pirámides.

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