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¿Crisis del PSPV-PSOE o crisis de la socialdemocracia? /8

Otras formas de hacer política

PERE YSÀS (*). 31/01/2012 "En una sociedad muy desarticulada a pesar del surgimiento de fenómenos de incierto futuro como el movimiento del 15-M, con un claro avance de valores e ideas conservadoras y con unos medios de comunicación del mismo signo, un partido socialista solo tendrá futuro si logra una presencia social fuerte..."

BARCELONA. "Las elecciones generales españolas del 20 de noviembre han comportado el final de otro gobierno socialista en Europa -después de los de Portugal y Grecia- y, aunque exista una favorable expectativa para los socialistas franceses e incluso para el SPD, no parece razonable ignorar que la socialdemocracia europea -y la izquierda en su conjunto- está viviendo una profunda crisis y que los retos que tiene planteados son múltiples y particularmente difíciles.

Existe la opinión relativamente extendida de que la socialdemocracia debe elaborar un nuevo proyecto ante la deriva de una crisis económica que, en sus inicios, llevó a dirigentes empresariales a reclamar la suspensión temporal de la economía de mercado para que el Estado la salvara y a dirigentes políticos conservadores a proponer una refundación del capitalismo, y que en el punto actual está dando lugar a políticas que amenazan directamente los fundamentos del Estado del bienestar tan laboriosamente construido desde 1945, y en España tan tardío e insuficiente todavía. Pere Ysàs

El PSOE ha obtenido el peor resultado en unas elecciones generales desde la restauración de la democracia y, pese al incremento de votos de IU, lo mismo puede decirse globalmente de la izquierda. Esta derrota fue precedida, como en 1995 pero ahora de forma muy aumentada, de la pérdida de gobiernos de Comunidades Autónomas y de los de importantes ciudades, reduciendo extraordinariamente el número de alcaldías socialistas.

Pero, entre los factores que determinan la actual situación del PSOE no todos proceden de la crisis económica; algunos vienen de más lejos y tienen otras implicaciones. Voy a referirme a uno solo de ellos, a lo que podría denominarse las formas de "hacer política", y aunque se trata de un problema que no afecta exclusivamente al socialismo es a él a quien más perjudica.

Los orígenes deben buscarse en los años iniciales de la democracia española actual. El PSOE se convirtió en las elecciones generales de 1977 en la principal formación de la izquierda, pero sus bases materiales eran muy débiles: escasa militancia, aunque creció rápidamente, cuadros poco formados, más allá de la cúpula dirigente y a pesar de la aportación cualitativa de los militantes procedentes de los grupos que habían formado la Federación de Partidos Socialistas y del PSP, y limitada presencia en los movimientos sociales, solo parcialmente compensada por el paralelo crecimiento de la UGT. La victoria espectacular de octubre de 1982, facilitada por la crisis de la UCD y el proceso de autodestrucción del PCE, llevó al PSOE al gobierno, abriendo una etapa de hegemonía socialista que no empezó a deteriorase hasta el final de la década.

El partido se instaló sólidamente en todas las instituciones del país, muchos de sus miembros -pocos veteranos militantes y muchos más de reciente incorporación- ocuparon cargos representativos y ejecutivos, todo ello sin una paralela extensión de su presencia social y con una organización sometida a un fuerte liderazgo personalizado en Felipe González, consolidado plenamente en el congreso extraordinario de 1979.

A lo largo de esos años, los cambios sociales y culturales experimentados por la sociedad española, paralelos a los de las demás sociedades occidentales, erosionaron los espacios y las formas de acción política tradicional de la izquierda, los que habían permitido su sólida presencia en las empresas, los barrios, las universidades y en múltiples asociaciones.

De hecho, el cambio en la forma de hacer política como consecuencia del propio cambio político de la segunda mitad de los setenta fue un factor muy importante en la crisis del PCE: sus militantes pasaron de ser los actores principales de la política del partido a la condición de espectadores de la política desarrollada fundamentalmente en las instituciones. La escasa presencia del PSOE en el activismo antifranquista le evitó pasar por una crisis semejante, pero el nuevo escenario político y el éxito alcanzado consolidaron un modelo de partido con una limitada presencia social, una presencia además en retroceso con el paso del tiempo.

Creo que entre los retos que el socialismo debe afrontar con determinación ocupa un lugar destacado el relativo a las formas de hacer política. Desde luego no es posible pensar en formas tradicionales que no es posible recuperar, pero deben explorarse nuevas formas que no acaban ni mucho menos con la presencia en la red. En primer lugar, el PSOE necesita abrirse a ese amplio sector de la sociedad que comparte los valores de la izquierda mediante una política de incorporación de militantes y del establecimiento de vínculos con los simpatizantes. Militantes y simpatizantes a los que se debería ofrecer una participación real y relevante en la elaboración y en la aplicación de la política en todos los planos, de manera que después contribuyeran decisivamente a su propagación en sus espacios y ámbitos de actividad cotidiana, laboral, profesional y/o asociativa.

Solo mediante una militancia numerosa y activa es posible tener presencia en la sociedad, en todos los espacios públicos, y así implicarse en los pequeños o no tan pequeños problemas cotidianos y captar las inquietudes y las aspiraciones de los "trabajadores de todas clases". Presencia y también comunicación, pero una comunicación directa, permanente y sincera. Como han apuntado ya muchas voces, uno de los factores determinantes del resultado del 20-N ha sido la pérdida de credibilidad del gobierno de Zapatero y particularmente de su presidente.

Si a partir de mayo de 2010 se hubiera explicado claramente el porqué del viraje radical en la política económica, admitiendo que no era la propia sino la, en buena medida, impuesta, y si además se hubieran tomado medidas acordes con la propia tradición -por ejemplo, una revisión en profundidad de la política fiscal- tal vez las cosas hubieran ido de otra manera y, en cualquier caso, se habría evitado la pérdida de un bien tan precioso como la credibilidad.

Otras formas de hacer política deberían tener claro que hay que ser muy prudente frente a aspirantes a la ocupación de cargos públicos o a iniciar carreras profesionales en la actividad política, y que hay que establecer y aplicar coherentemente el principio que los cargos públicos deben ser ocupados por los más capacitados y los más adecuados en cada caso. Y además, que el ejercicio de un cargo público por parte de un militante socialista debe ser siempre una actividad temporal, que implica más tarde o temprano la vuelta a la actividad laboral o profesional habitual, sin que ello suponga ni mucho menos "abandonar la política".

En una sociedad muy desarticulada a pesar del surgimiento de fenómenos de incierto futuro como el movimiento del 15-M, con un claro avance de valores e ideas conservadoras y con unos medios de comunicación del mismo signo, un partido socialista solo tendrá futuro si logra una presencia social fuerte, una comunicación permanente, clara y directa con los sectores que aspira a representar y unas formas de participación de sus miembros en la elaboración y aplicación de su política, más allá de elecciones primarias, y con un debate permanente, transparente y abierto a toda la sociedad.

El socialismo en España necesita sin duda una política adecuada a las circunstancias actuales, acorde con su tradición y con sus aspiraciones, pero también necesita otra forma de hacer política, en la sociedad y en las instituciones, abierta, participativa y transparente, capaz de atraer a quienes estén dispuestos a implicarse en un proyecto que opte por la profundización de la democracia y por avanzar hacia una mayor igualdad social".
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Pere Ysàs, departament d'Història Moderna i Contemporània de la UAB

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ARTÍCULOS PUBLICADOS:

- Más allá de los intereses orgánicos (por Mercedes Cabrera)

- PSOE-PSPV 2012: ¿Un congreso más o la madre de todos los congresos? (por Manuel López Estornell)

- No és un problema de noms (por Joan del Alcázar)

- ¿Socialisme és llibertat? Algunes reflexions (por Ana Aguado)

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- ¿Imparcialidad o inanidad? (por Carmen García Monerris)

- PSOE: el principio del fin (por Jordi Palafox)

 

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1 comentario

Franscisco Sanz escribió
02/02/2012 12:21

Uno de los artículos más lúcidos que se han escrito sobre el Congreso del PSOE, fuí mililtante del PCE, viví esa autodestrucción (y en el anticomunismo feroz) y la "avalancha" hacia el PSOE de mucha gente, sin gran formación política y -en muchos casos- con mucho oportunismo, el partido-institución se creo sin "masa crítica". Este problema se sigue arrastrando. Acierta Pere Ysás

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