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¿Crisis del PSPV-PSOE o crisis de la socialdemocracia? /2

PSOE-PSPV 2012: ¿Un congreso más o la madre de todos los congresos?

MANUEL LÓPEZ ESTORNELL (*). 17/01/2012 "Quienes más responsabilidad y autoridad moral tienen son los primeros que deberían considerar si en el PSOE guardan equilibrio las ambiciones centradas en la supervivencia política personal y las centradas en la supervivencia política de la socialdemocracia..."

VALENCIA. "Los tambores congresuales del PSOE -en realidad, también los del PSPV- han comenzado a sonar. Como ocurriera en anteriores ocasiones, de nuevo la polarización mediática se articula en torno a quiénes serán ungidos por la mayoría del partido. La intensidad de estas expectativas ya pone de manifiesto un grave sesgo: no parece que se esperen grandes novedades en el plano ideológico y programático.

Y ello ocurre pese a que Europa prácticamente ha dejado de tenerManuel López Estornell presidentes o jefes de gobierno socialdemócratas; cuando la Internacional Socialista parece ausente en tiempos que reclaman respuestas globales. Ocurre cuando parte del fracaso electoral, en las pasadas elecciones generales y autonómicas, no puede disociarse de la escasez de respuestas socialdemócratas a situaciones económicas cuyo dramático reflejo en el presente no puede ocultar que su origen se sitúa en la metamorfosis económica e ideológica observada durante las tres últimas décadas.

A esta ausencia general de discurso se añade la dificultad de orden doméstico que tendrá que afrontar la futura ejecutiva socialista. Resultará difícil oponer medidas tradicionales de raíz socialdemócrata cuando el último ejecutivo de J.L.R. Zapatero no se atrevió o pudo introducirlas tras el reconocimiento de la crisis. Resultará también complicado resaltar que la carga de las medidas contra ésta pena con mayor severidad a la clase media y trabajadora cuando, con habilidad, el nuevo Gobierno popular se ha destapado con una modificación fiscal que, aún siendo de limitado alcance, permite agitar la bandera de "pagan más quienes más ganan".

Por lo tanto, las citas congresuales de los socialistas españoles parece que deberían acoger con particular intensidad qué tipo de respuestas sólidas -y no sólo a corto plazo- pueden atraer al presente el ideario socialdemócrata y airearlo con nuevas interpretaciones y soluciones; una labor de la que no deberían ausentarse los socialistas valencianos si desean ganar prestigio en la cita del congreso federal y que resulta igual de necesario que la extiendan a su propio congreso por motivos tan obvios como los que indican sus reiterados fracasos electorales, desde 1991 en la ciudad de Valencia y desde 1995 en la Generalitat.

Una segunda cuestión de orden doméstico para ambos congresos: quienes más responsabilidad y autoridad moral tienen son los primeros que deberían considerar si en el PSOE guardan equilibrio las ambiciones centradas en la supervivencia política personal y las centradas en la supervivencia política de la socialdemocracia. Considerar si el PSOE es una formación de valores internos congruentes con los valores que propugna de puertas afuera. Si la democracia interna funciona adecuadamente cuando, con excesiva frecuencia, la acumulación de errores no supone la remoción de quienes los han encabezado; cuando el éxito se acumula en mochilas personales, mientras que el fracaso se centrifuga al conjunto de la organización.

Sin un código de conducta que aporte grandes dosis de transparencia y de deberes; sin unas reglas de juego que ataquen los abusos, acomodamientos y cristalización de padrinazgos y herencias dinásticas; sin unas pautas que reconozcan el mérito, la capacidad y el trabajo de los afiliados, la credibilidad socialista seguirá perdiendo enteros. Más aún ahora, cuando, sin el gobierno de España, se han reducido sensiblemente las posibilidades de detentar responsabilidades públicas.

Nuevas ideas y reglas de juego, sí, y de igual modo repensar la renovación que se ha producido en el seno del partido. Una renovación que ha fracasado en parte porque su enfoque partía de una falsa premisa, de notable visibilidad, por cierto, en la Comunitat Valenciana: la identificación de renovación con cambio generacional. Un planteamiento cuya debilidad ya se puso de relieve cuando J.L.R. Zapatero tuvo que recurrir a representantes de la anterior generación del PSOE para cubrir los puestos de mayor responsabilidad de su gobierno; cuando ha tenido que apartar voces jóvenes y próximas al partido o al gobierno por su insuficiente competencia.

Existe, es cierto, una situación peculiar: la transición democrática se produce en el PSOE con líderes muy jóvenes para los estándares propios de los países de larga tradición democrática. Por ello, con el tiempo, la permanencia de los más veteranos se considera un obstáculo para que los militantes más jóvenes alcancen mayores responsabilidades.

El supuesto implícito para que se aligerara con solvencia esta "carga del pasado" asumía que la formación política de las nuevas generaciones era sólida y las lógicas aspiraciones de parte de sus integrantes respondían a fuertes convicciones ideológicas, capacidad, carisma, tenacidad e identificación con las bondades de la cohesión interna. No existe suficiente certeza, sin embargo, de que estas cualidades hayan fructificado efectiva y generalizadamente entre los relevistas.

Quizás, entre otras razones, porque tampoco han encontrado en gente de anteriores cosechas la primacía de tales virtudes: generosidad en lugar de ambición interesada; tensión por el cambio y la lucha en lugar de pragmatismo acomodaticio; inclusión y apertura en lugar de exclusión del crítico y de simultáneo blindaje de los círculos más personales. En cualquier caso, mejor hablar de regeneración interna y de renovación externa, con ambas siendo responsabilidad de quienes encarnen las actitudes más deseables.

Actitudes, reglas de juego e ideas. Incluso, por ese mismo orden de prioridad. Una tríada necesaria porque el PSOE, a fin de cuentas, siempre debe recordar que es un instrumento para una finalidad y no la finalidad en sí misma. Y que sus dirigentes son servidores de esa finalidad y, sólo cuando así ocurre, también primeros y modestos servidores del partido".
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(*) Manuel Lopez Estornell es doctor en Economía
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