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Los españoles, nostágicos de la peseta, pero sin ganas de dar marcha atrás

26/12/2011 Los españoles miraron en un principio con recelo la llegada del euro y el adiós a la peseta, pero pasados ya diez años parecen haber hecho las paces con la moneda comunitaria y no quieren una vuelta atrás, aunque tampoco se cansan de repetir que "cunde menos" a la hora de comprar

MADRID (EFE). Y "cunde menos", y aquí vienen 'las pegas', porque desde que las nuevas monedas y billetes entraron en sus bolsillos también salieron rápidamente para pagar las subidas de precios que trajo consigo, según constataron desde el inicio los consumidores.

Subieron los precios por encima del crecimiento de los salarios, tal y como señala a Efe la portavoz de la OCU, Ileana Izverniceanu: "Los consumidores tenemos menos poder adquisitivo de forma global. Si hacemos la comparación de los precios de productos muy básicos, cuesta más que antes. Hemos sufrido un redondeo al alza".

Según un estudio de la OCU avanzado a Efe, que analiza los diez años del euro, algunos productos de primera necesidad que "afectan a las economías más básicas", como el pan o los transportes públicos, han subido desde enero de 2002 más de un 45 %.

Lo mismo ha ocurrido con el ocio y la cultura. Un ejemplo, los museos se han incrementado en un 26 %.

No obstante, los precios comenzaron a subir ya en el trimestre anterior a la entrada del euro, cuando la OCU constató que las panaderías, por ejemplo, se fueron "preparando" con una subida de casi un 24 %, los aparcamientos con otra de un 13 % y los cines, revistas, libros y museos con entre un 5 y un 7 %.

Tras el euro, el consumidor se ha visto beneficiado únicamente en un sector, el de la tecnología: un televisor, según los consumidores, cuesta ahora poco más de un tercio de lo que pagábamos por él en los albores del euro y un ordenador, un 15 %.

La opinión de los usuarios a pie de calle coincide con la de la OCU: "Sobre todo lo notas en las cosas pequeñitas que cuestan muchísimo más dinero que lo que costaban antes, porque al principio con el euro se redondeó muchísimo, esto lo piensa todo el mundo", dice José, de 48 años, mientras se dispone a hacer la compra en el mercado de Maravillas de Madrid.

Pero son muchos los que, a pesar de estas objeciones, defienden que tener una moneda común con los países europeos "es una idea fantástica".

A Amalia, que lleva en volandas el carro de la compra para poder llegar a tiempo a buscar a su nieto al colegio, le cuesta más lo del euro: "Un poquillo. Pago en euros y luego pienso lo que me podía haber gastado en pesetas, y me parece carísimo. Me parece que nos han engañado, yo creo que habría que volver a la peseta".

Los consumidores mayores, los que han tenido más dificultades para adaptarse al euro, se inclinan por pensar que "con nuestra pesetita estaríamos mucho mejor", tal y como le cuentan los vecinos de Tetuán a Rosa, de 57 años, que atiende desde hace cinco la panadería de su hijo.

"Hay gente mayor a la que le sigue costando, gente con la que tengo mucha confianza. Te dan la mano con el dinero y te dicen ¡hija cógemelo!" porque confunden las monedas, comenta Rosa.

Pero a pesar de todas estas quejas por el alza de los precios, la mayoría se amarra, a día de hoy, a esta moneda, como Vicente, ya jubilado, que defiende a capa y espada al euro porque "salirnos de él sería algo irreparable; nos quedaríamos sumidos de nuevo en una enorme autarquía".

José Alberto, un frutero de 39 años, cree también que "a lo mejor ahora ya no sería bueno volver a la peseta, porque dar un paso atrás otra vez y quitarnos de Europa a lo mejor no nos convendría".

"Yo pienso que no porque volver para atrás no está bien", observa Javier, de 38 años, trabajador de una carnicería, desde la que ha visto moverse de un lado a otro a la moneda: "La gente tardó en adaptarse bastante, incluso ahora los pasa a pesetas y dice ¡uy, que caro".

Es caro para muchos bolsillos, como el de Angelita, a la que, ya superada la cincuentena y con práctica en cuadrar las cuentas domésticas, le daba más de sí el dinero con la vieja moneda.

"Me cundía más por menos -dice-. Un café eran 100 pesetas y ahora son 200 porque es 1,20; hemos perdido poder adquisitivo, pero no hay vuelta atrás". Hay que superar esto, sea como sea y seguir todos juntos en la Comunidad Europea".

Así lo piensa también la portavoz de la OCU: "Sería descolgarse de los primeros países, de las potencias europeas y eso no es bueno; vamos a tener que hacer un esfuerzo. La crisis nos va a llevar a hacer más esfuerzos de los que estamos haciendo, pero aunque pudiera parecer un alivio a priori volver a la peseta es un alivio momentáneo. El ahorro del pequeño inversor se vería fuertemente tocado"

"Los consumidores están bien informados, leen y saben que no hay vuelta atrás, que una vez que hemos entrado en el euro no podemos bajarnos de ese tren", agrega Izverniceanu, quien pasados diez años dice: "Hay que apechugar con lo que queda, pelear y seguir para que España siga en el euro y que sea una economía fuerte".

O lo que es lo mismo, "Virgencita, Virgencita, que me quede como estoy", como recita Rosa, la panadera.

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