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CRÓNICAS CALLEJERAS

Madrid-Barça: Los héroes sobreviven en los aledaños

11/12/2011 ÁLVARO GONZALEZ | Fot. F. FERRER

MADRID. "En el último espectáculo de Faemino y Cansado en el teatro Alcázar de Madrid, como no podría ser de otra manera había una referencia a José Mourinho. Comentaban que en el célebre partido del dedo en el ojo le habían tendido una encerrona. Acorralado, desesperado, sin salida, no le quedó más remedio que hacer lo que hizo y lo hizo, según Javier Cansado, "de forma gallarda".

Tal vez sea el humor absurdo de este dúo cómico capitalino la única explicación coherente a la fiebre que vive el madridismo por las salidas de su entrenador y sus voceros. La clave para que nos puedan entender. En esta ciudad no es raro encontrarse con quien considera que Guardiola provoca cuando emplea buenos modales, que Iniesta insulta con su modestia, que el Barça aburre con su juego extraordinario. Pero vayamos a hechos fehacientes y de rabiosa actualidad".

"También es difícil utilizar la nostalgia para hablar de un Madrid - Barcelona. El burro delante para que no se espante, se dice en la prensa cuando el sujeto tira de la primera persona para contar algo. No digan que no están avisados. Yo, desde que era pequeño, bajaba al Bernabeu andando a ver el fútbol. Costaba 500 pesetas. Ahora, hay pocas diferencias. El Parque de Berlín sigue ahí, las casas son las mismas. También está el Colegio Alemán, sin remodelar, y una clínica, la misma de siempre. Los autobuses aparcan en la misma calle. Nada ha cambiado".

"Sólo es distinta la grada. Ahora tiene calefacción. No existen ya las localidades para estar de pie. Ahí lo hemos perdido todo. Como en el resto de los campos. En el llamado ‘gallinero' se bebía vino, calimocho, se tiraban monedas, se rompían las vallas. Lo normal era que al respetable le faltasen algunos dientes, uno se hacía una rayita en un rincón, la tortilla de patata de tu madre partía la pana en el descanso. Qué queda de eso: nada. Ahora hay japoneses. Señoras recauchutadas, familias enteras viendo el fútbol. Este deporte, en este estadio, ya no es del pueblo".

"La gente se queda fuera del campo. Dentro acceden los pudientes, los turistas y los locos. La realidad está en los aledaños. Aunque en esta cita, la niebla y la lluvia hicieron añicos el prepartido. No faltaron chavales alcoholizándose, ni los puestos de pipas, ni la policía montada a caballo como en cualquier otra ocasión, pero faltaba pedigrí. Llegamos por donde ETA puso la bomba tiempo ha. Yo estaba aquí, yo estaba allá. Yo lo vi desde esa acera. Cómo nos gustó, sinceramente, aquel detalle".

"En cuanto empezó el partido, sin embargo, en los bares de los aledaños se pudo volver a vivir esa grada mágica que fue la del Santiago Bernabeu. No se deben desdeñar estos locales. En una taberna andaluza, Casa Puebla, se gritó Mou-rin-ho-mou-rin-ho cuando el Inter se cepilló al Barcelona en las semis de la Champions hasta tal punto que quizá fuese ese el runrún que animase a Florentino a echar a Pellegrini y purgar después a Valdano. El local, la noche del derbi, por algún motivo desconocido, estaba cerrado".

"Al lado está el Drakkar. Cuando te identificas como periodista y preguntas por el ambiente muchos te mandan ahí. Con una sonrisa picarona. Saben que lo más normal es que te partan la cara. No sacamos ni dos fotos en la zona y ya nos piden que nos vayamos. Con mucha amabilidad la primera vez. Y con esa basta".

"Nada de esto significa que ésta siga siendo una ciudad abierta a cualquiera. En la calle paralela, entre individuos envueltos en enseñas nacionales, encontramos un grupo de seguidores azulgrana. Uno lleva la camiseta del equipo. A su alrededor hablan italiano, le preguntamos si es español y responde claro y contundente: "No, soy catalán". Todos se ríen. Y no viajan con el equipo. Una visita a un amigo estudiante les ha coincidido con el encuentro y lo han querido ver en la boca del lobo dándolo todo. Son de Sabadell. Ni un solo problema por llevar la elástica del Barça. Al menos hasta ese momento, que nosotros sepamos".

"Se preguntan si no es más divertido así. Cogiéndote del cuello se sincera: "Qué haríamos nosotros sin el Madrid, nos encanta darle por el culo... y también en Barcelona ves a muchos de blanco en los derbis". Cerca también hay un tipo con una bufanda azulgrana. Erguido y cantando bien alto los goles. Pero éste es extranjero. A su lado, una pareja de Irún advierte de que es más fácil ver barcelonistas esta noche, a veinte metros del Bernabeu, que madridistas en su tierra. Narran sus dificultades durante el Mundial, con los emblemas nacionales. Otra película, que no es la nuestra".

"En otro bar cerca del Drakkar, al lado de una tienda de golosinas, está el verdadero pedigrí. El del que canta aún más fuerte cuando le marcan al Madrid. Unas chicas de Alcalá de Henares están desesperadas. Quieren tirarle un cóctel Molotov al autobús del Barcelona. Miramos en nuestros móviles de no sé cuánta generación las instrucciones y el debate deriva al ingrediente, si alcohol o gasolina, o con qué cosa hacemos más daño. Las risas parecen molestar a los indignados. Hay gente que le echa la culpa al árbitro. Otros, como luego dijo el técnico en la rueda de prensa, creen que el Barça llega dos veces y te hace dos goles porque tiene la fortuna de su parte. Con el Madrid ya humillado en casa, a falta de pocos minutos, los zagales cantan que es ahora cuando quieren de verdad a este equipo".


"Nada que ver con los que salen del estadio. Qué te ha parecido el partido, preguntamos. Y quien contesta, porque la mayoría se expresa con gestos, regatea el lenguaje y a lo sumo da una palabra: "basura", "otra castaña", "regular", "¿tú qué crees", "hijos de puta".

Dos marroquíes han venido en viaje relámpago sólo para el partido. Uno lleva un gorro de cascabeles de los que nunca se calzaría un natural. Están amargadísimos: "Desde Marruecos, desde Marruecos...", dicen gesticulando como si sus manos rimasen con mierda".

"Entre la gente que se va y sube por las calles adyacentes, la mayoría en silencio, apretando el paso para tal vez olvidar rápido la noche, aún quedan cánticos barcelonistas. Un grupo de chicas, de Mallorca en este caso, presumen de "gritarlo bien alto": "¡Fo-rza-Bar-ça!".

"No hay más ciego que el que no quiere ver. Esta generación de futbolistas azulgrana le pinta la cara al Madrid como le sale de los reales. Ya van varios años y sólo un tipo de aficionados madridistas tiene razón. Los que a cada gol de los catalanes entona más fuerte el "te quiero, te quiero". No ama el fútbol quien no sabe sumergirse en ese mar de lodo y estiércol que es la ingrata derrota. ¡Viva el dolor! ¡Viva la muerte!"

 

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2 comentarios

Solidamente escribió
13/12/2011 18:34

Gran reportaje, desde la zona cero, aunque desde fuera parece que se juega en un plató sin emplazamiento.

Rocamadour escribió
12/12/2011 05:49

¡Así se escribe!

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