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Valencia CF:
Quid pro quo

28/11/2011                  CHIMO RÍOS

VALENCIA. Señores Llorente y Piles: el valedor personal de sus cargos, José Luis Olivas, el que les coronó a ustedes, ya pinta bien poco. Y encima, de momento, se enroca en la presidencia de Bancaja. Aparte de lo que supone económicamente para sus ocupantes, que es una barbaridad, ¡Que tendrán esas poltronas, Dios mío! Con esa decisión, se ha creado una bicefalia Bankia-Bancajaa todas luces perjudicial para el poder de decisión valenciano en la meseta. Como bien declaraba hace pocos días en Levante-emv don Eugenio Calabuig, presidente de Aguas de Valencia (y acreedor del VCF): "Bankia debería aprender valenciano...". A ver si toman nota. Ahora el futuro de este club (que no es sinónimo de ustedes dos) depende de Madrid y el suyo como gestores, una vez que, ¡ojalá!, se concrete el tema inmobiliario, debiera depender del avalista de las acciones de la Fundación Valencia CF.

Como certeramente apuntaba Miguel Abad en este diario el pasado día 9 del presente mes en su artículo Agradecimiento eterno, refiriéndose a los poderes públicos: "Es hora de ejercer el control del derecho político que la propiedad de las acciones les otorga". Yo lo suscribo.

Don Manuel y don Társilo, desde su arribada al poder, su gestión global no es, ni mucho menos, inmaculada. Es cierto que han conseguido equilibrar la cuenta de resultados y reducir la deuda de forma drástica. Sinceras gracias por lo primero y felicidades por "apropiarse", en cuerpo, que no en espíritu, de la idea de convertir a la Fundación en el accionista de referencia del VCF y así trasladar la deuda del club a la segunda, sin dar una solución a tal hecho (aunque existir, existe). Dado lo cual, medallas las justas. Porque aún hay más sombras. No es oro todo lo que reluce.

Han destinado ustedes 13,5 millones de euros (más de dos tercios de lo que aportamos los pequeños accionistas en la ampliación de capital) a pagar a un deudor del club (el señor Soler), en lugar de exigirle los 76,5 millones que nos debía. Probablemente, en agradecimiento por su incumplimiento de contrato. ¡Que pensarán los deudores reales de esta sociedad! Y cuando digo reales, me refiero a los que no tienen pignorado nuestro patrimonio. Dudar que esos trece millones hayan transitado de la cuenta bancaria del señor Soler a la de su principal acreedor y que ese acreedor es el mismo que el nuestro es ne necios. Actuar así es la antítesis de independencia. Todos cobran. Soler cobra. Bankia cobra. Incluso usted, señor Presidente, cobra. Y el VCF paga. Eso también es gestión. Pero mala.

Y eso por no hablar del asuntillo de Valencia Experience. Aquellos consejeros del VCF siguen tan panchos. Desde el ínclito señor Soler hasta el insigne señor Piles, que es de nuevo consejero del club y para más inri, presidente de la Fundación VCF. ¡Manda huevos! Alguno de aquellos consejeros, "dalportiano" creyente, en esta última junta, hasta le ha delegado sus acciones a usted señor Llorente. Curioso. 

Esos que creyeron al de la capucha y que no exigieron ver los avales de esa prodigiosa operación de patrocinio. Sr. Llorente, ustedes anunciaron, o al menos sugirieron, que se interpondría una acción de responsabilidad y no lo han hecho en dos años. Y esa presunta negligencia societaria prescribirá antes o después. Otra vez huele a confluencia de intereses entre ustedes, el señor Soler y Bankia. Huele no, apesta. Oiga, señor presidente, ir en comandita, depende de con quién, no mola nada. Dime con quien andas y te diré quien eres. Y esto también es gestión. Pero, otra vez, mala.

Y por encima de todo ello: La falta de transparencia y de información. Señores Llorente y Piles, en la pasada junta de accionistas, en ruegos y preguntas, les interpelé hasta en 18 ocasiones. Y no me contestaron nada. Reconozco que varias de mis demandas no tienen respuesta hasta que se concrete la deseada operación inmobiliaria y se convoque junta extraordinaria sobre tan importante asunto y que, sobre el particular, podamos preguntar sobre cualquier cosa que nos plazca.

Pero otras si. Y le repregunto desde aquí, sin cambiar una coma, para general conocimiento de su opacidad y "pasotismo".

¿Hay un plan de viabilidad con respecto a lo que se prevé que generará el nuevo campo? ¿Cuánto sería, según sus estimaciones y basadas en qué? Es decir, ¿existe ese estudio?

¿Qué tipo de estadio vamos a terminar? Si no es muy parecido al proyecto presentado, ¿estará de acuerdo quien nos recalificó generosamente esos terrenos a cambio de un recinto emblemático para la ciudad y no de un "buñol", simplemente más grande?

¿Esa teórica sociedad compradora de suelo, también compra las acciones de la Fundación y se convierte en el nuevo amo? 

Yo espero que no, por varios motivos. Cuando se llevó a cabo la ampliación de capital y la Fundación, gracias al aval de la Generalitat, compró el 73% de las acciones, se nos dijo que siempre se mantendría un paquete de control suficiente para que no volviera a suceder que esta entidad pudiera caer, de nuevo, en manos de un incapaz. Coloquialmente hablando, para evitar posibles desembarcos bucaneros. ¿Se desdicen de aquello ó lo mantienen?

Si se desdicen, ¿cómo tuvieron los redaños de pedirnos a los accionistas de buena fe, aquel esfuerzo económico, de más de 18 millones de euros, para democratizar, cuando lo único que pretendían era convertirnos en "socios" minoritarios, ínfimos, de alguien que a lo mejor no es de nuestro agrado?

Y si mantienen aquel discurso, es decir que la compraventa de suelo no implica la propiedad de la sociedad, ¿qué pasa con la Fundación? ¿Cómo pagará 81 millones de euros ó más? ¿Pretenden lavarse las manos y decirle al avalista que se las apañe como pueda?

Si reconocen el error al pagar a un deudor, si no permiten irse de rositas a los responsables del pufo de Valencia Experience (y no vale la excusa de que ha prescrito), si me responden de forma adecuada a estas "dificilísimas" preguntas y sobre todo si convierten a la actual Fundación (o les obligan a hacerlo) en una entidad independiente de los consejos de administración y garante del futuro de este club, yo seré uno más de sus enfervorizados seguidores. Y si no, morcilla malagueña. Quid pro quo. 

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