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VALENCIA. Hay mil frases tópicas en nuestras vidas pero, de largo, la que seguramente más habremos escuchado desde el año 2008 es aquella que reza que ‘los tiempos de crisis son tiempos de oportunidades'. No entraremos a valorar para quién lo son, porque para eso ya están los redactores económicos de este diario, pero sí lo aplicaremos al mundo del deporte.

Más allá del fútbol, donde también existen mundos habitados, el sancta sanctorum del baloncesto profesional (NBA) anda tan a la greña con la negociación de un nuevo convenio colectivo que ha descuidado hasta su competición. Y, como muchos ya sabréis, ésta presenta un serio riesgo de no disputarse esta temporada.

En ese río ya pescó el Real Madrid con Rudy Fernández e Ibaka, el Villerbaune con Tony Parker, posiblemente lo haga el Barcelona con alguno de los dos Gasol y el último en sumarse a la fiesta ha sido el Valencia Basket con la incorporación de Tiago Splitter.

Vaya por delante que esta incorporación tiene tres cosas maravillosas: que su sueldo es más bajo que el del jugador mejor pagado de la plantilla, que necesitabas un pívot como el comer y que te hace dar un salto de calidad enorme. Chapeau para los negociadores. Como casi siempre en el Valencia Basket.

Sin embargo, hubo un momento en el que se habló en serio de traer a Kevin Durant. Durantula. Una mega estrella de la NBA. Un jugador absolutamente decisivo en cualquier partido y equipo. Y un icono mediático indiscutible.

Aquí es cuando entroncamos con la reflexión inicial de este artículo, el de la crisis y las oportunidades. Porque es evidente que el americano querría cobrar mucho dinero por venir a Europa. Pero ése no puede ser el único baremo a estudiar en una entidad cuyo dueño es uno de los mayores empresarios de España.

Pongamos en una balanza el sueldo, alto. Pero vayamos más allá. Los valencianos, que no son noticia en España más que una vez o dos al mes, pasarían a serlo diariamente. Y no creo que haga falta hablar de su impacto en Estados Unidos, donde muy pocos seguidores de la NBA sabrán del equipo de Paco Olmos, aun con la llegada de Splitter.

Ser noticia constante en España, Europa y Estados Unidos es una publicidad que, o la pagas a precio de oro con dinero, o solo puedes obtener con una acción de estas características. Y que podría implicar que cualquier empresa quisiera asociar su imagen (y en consecuencia su dinero) a tu club, algo fundamental en una época donde se buscan patrocinadores a diario casi sin ningún éxito.

De ahí se pasa a un segundo nivel: el de las marcas deportivas. Con todos los respetos para la actual, con Durant en Valencia me cuentan que Nike ya tenía preparadas camisetas y botas especiales en conmemoración a esta circunstancia. Y seguro que, aun retomándose la NBA este año o el que viene, esa y otras grandes firmas podrían plantearse vestir al equipo habida cuenta del salto de imagen que habría protagonizado en apenas unos meses.

Y yendo más allá, penando al estilo Florentino Pérez habría que calcular el número ingente de camisetas (en todo el mundo, no solo en España) con el nombre de Durant a la espalda. Una camiseta que, aunque pasaran los años, podría seguir comercializándose como ‘histórica' o ‘vintage'. Y seguir dando beneficios al club.

Por todo ello, un amigo me hizo reflexionar con tres preguntas. ¿Traer a Durant es posible? Sí, porque se preguntó por él. ¿Es necesario? Acceder a un jugador de ese nivel, si es posible, siempre es necesario. Y, sobre todo, ¿es caro? Pues hombre, cobrará una pasta. Pero muy posiblemente te genere la misma o incluso más si sabes gestionar bien su presencia en la capital del Turia. O sea que no. No sería caro.