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VALENCIA. Humillación y falta de respeto. Eso es lo que sienten tanto club como afición valencianista ante la actitud que mostró el técnico portugués del Real Madrid, José Mourinho, el pasado sábado en el estadio de Mestalla en la derrota valencianista ante los merengues.

Se ha hablado muchísimo de la mano de Higuaín en la última jugada del partido. La jugada después de ser vista y analizada desde muchos ángulos diferentes, sigue creando debate y sigue sin lograr una entente. Unos siguen pensando que fue, como es el caso del club valencianista. Otros siguen pensando que no fue, como es el caso del club madridista.

Sin embargo, esa polémica jugada no fue lo peor del partido ni tampoco lo que más molesto al equipo que entrena Unai Emery. Estos puede llegar a entender que un árbitro no vea una jugada tan rápida y además con la aglomeración de jugadores que había en ese momento en el área, pero nadie puede explicarse aún el comportamiento que Mourinho tuvo en el campo valencianista.

El técnico portugués es un hombre polémico y discutido allá donde va. Es una persona que siempre da que hablar, y que nunca deja a nadie indiferente. Y eso es lo que hizo el pasado sábado en el antiguo Luis Casanova.

Viendo Mourinho en la segunda parte que su equipo no había salido todo lo enchufado que tocaba, y que el Valencia era el conjunto que mandaba en el campo acercándose peligrosamente a la portería de Casillas, decidió jugar su papel para tratar de parar el partido a base de tanganas y juego sucio. Y lo consiguió.

Primero se enzarzó dialécticamente con Jordi Alba. Éste había recibido una dura entrada de Özil que el árbitro sancionó con tarjeta amarilla y al preparador luso no se le ocurrió otra cosa que decirle desde la banda "levántate del suelo, payaso, que no eres nadie, levántate". Ante estos insultos Jordi Alba, le respondió "cállate subnormal, cállate de una vez".

Este fue el primer enganchón que tuvo con un jugador blanquinegro. El segundo fue con el capitán valencianista, David Albelda. Este le pidió que no calentara el partido y que hiciera el favor de no meterse donde no le llamaban.
A pesar de esto, el luso decidió seguir con su show particular protestándole todo al colegiado del partido, Teixeira Vitienes, para tratar de presionarle, y puso fin a la 'función' con el tercer tanto de su equipo logrado por Ronaldo. En instante salió disparado corriendo por la banda y y subiéndose a la espalda de su futbolista José Callejón, celebrando efusivamente el tanto.

Además de la falta de respeto que el portugués tuvo con los aficionados y jugadores del Valencia, hay que añadir los feos gestos que Pepe hizo a la tribuna valencianista en el tercer gol de su equipo, el horrible y poco deportivo gesto de Sergio Ramos en la celebración de su tanto, y el recochineo de Marcelo a Soldado en la celebración del último gol madridista.

Todo esto ha encendido y de qué manera al valencianismo. En el club se sintieron tan molestos durante la jornada del domingo, que incluso por momentos barajaron la posibilidad publicar un comunicado oficial, quejándose de esas actitudes impropias de un equipo que dice ser señorial como el Real Madrid.

Incluso en el vestuario existe muchísima rabia por lo ocurrido el pasado sábado. Son muchos los jugadores que no entienden la libertad que tienen tanto los jugadores madridistas, como sobre todo su técnico, para hacer lo que quieren en cualquier estadio.

Piensan que no es de recibo que esas actitudes no sean sancionadas por los colegiados, ya que están convencidos de que si eso fuera así a la inversa, ellos si serían castigados por los trencillas.

Históricamente el Real Madrid ha sido un club protegido por los árbitros, pero llama mucho la atención que al técnico portugués sigan dándole derecho de ‘pernada' desde que llegara a España. Ya son conocidas sus declaraciones fuera de tono, sus actos de indisciplina, como meterle el dedo en el ojo al segundo entrenador del Barça, pero lo bien cierto es que nadie le pone fin, y lo peor es que muchos le siguen aplaudiendo todos sus actos.

Ese es el verdadero problema. Dirige a un club con tanto poder mediático, que todo lo que hace se le aplaude y eso es lo que precisamente no entienden los valencianistas, de hecho alguno reconoce en privado que algún día alguien terminará liándose a mamporros con él.