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VALENCIA. La experiencia es un grado y, en tiempos de crisis, puede ser hasta una garantía de rentabilidad. En un tiempo en el que las empresas se lo piensan mucho para contratar a alguien, disponer de profesionales que conozcan el trabajo a realizar y cuenten con experiencia que lo demuestra se ha vuelto crucial.

Los datos de la Seguridad Social demuestran que, mientras el paro entre los menores de 25 años ronda el 50%, las altas en la Seguridad Social de mayores de 40 años han crecido casi un 2% desde principios de año. No hay franja de edad desde la cuarentena hasta la jubilación que no haya crecido.

Con todas las reservas que obliga la interpretación de los datos estadísticos, Lorenzo Serrano, investigador de Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE) y profesor de Análisis Económico de la Universitat de València, apunta como causa el hecho de que "la temporalidad afecta más a los jóvenes y propicia que se puedan concentrar en ellos los mayores ajustes de empleo".

De hecho, la causa del aumento actual del paro está en esa destrucción de empleos entre los menores de 35 años (que han perdido 201.322 puestos de trabajo en 10 meses) y el colectivo de jóvenes sin empleo anterior que se ha sumado a la masa laboral española, 236.100 personas, según la Encuesta de Población Activa (EPA). Aunque ambas magnitudes no son completamente homogéneas, es significativo que juntas dupliquen al empleo creado entre los mayores de 40 años.

EMPLEO JOVEN: PRECARIO Y TEMPORAL

La mayor destrucción de empleos se produce entre los menores de 19 años. En este grupo, se ha rescindido el 11,3% de los contratos que estaban dados de alta en enero. Le han seguido los despidos entre los asalariados de 20 a 24 años, que han reducido los empleos en un 5,3%; y entre los de 25 a 29 años, entre los que el número de contratos ha caído un 4,1%.

La franja de los trabajadores de 30 a 39 años se sitúa en positivo o en negativo según los meses, pero la media de los 10 primeros meses de 2011 hace que se compense una situación y otra. La generación de empleos entre los mayores de 35 años es fundamental para alcanzar este equilibrio.

La marcha empieza a ser ascendente a partir de los 40 a 44 años, cuando crecieron las contrataciones un 1,3%; de los 45 a los 49 años, cuando crece un 1,7%; de los 50 a los 54 años, que aumenta un 2,2%; y de los de 55 y los 59 años, cuando crece un 2,1%.

ESPEJISMOS ESTADÍSTICOS

Pero no es oro todo lo que reluce, necesariamente. "Por ejemplo, un autónomo joven podría dejar de trabajar para no cotizar. Sin embargo, uno de mayor edad podría seguir cotizando, sólo para garantizarse la pensión, echando mano de sus ahorros", advierte Serrano.

Este hecho puede ser más significativos entre trabajadores que tienen más próxima la edad de jubilación de los 65 años o hayan cotizado ya 40 años, el mínimo para acogerse a cobrar la pensión. De todos modos, las contrataciones a partir de los 55 años crecen a penas un 1,5%.

"Hay factores que afectan de manera diferente a los trabajadores de distinta edad", advierte. Un trabajador que se queda en el paro con más de 55 años se sentirá más acuciado  e intentar por todos los medios volver a estar en activo para completar la cotización. Esta situación puede hacer más fácil que acepte ofertas que le obliguen a darse de alta como autónomo o busque sacar partido por su cuenta a la cartera de clientes de la empresa en la que anteriormente trabajaba.