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Foro Valencia Plaza
¿Tiene sentido una Unión Europea a
dos velocidades?

14/11/2011 Andrés García Reche, Jordi Palafox, Javier Andrés, Mariano Ayuso, Antonio Cubel y Francisco Menargues analizan causas y efectos de una Europa a dos velocidades

VALENCIA. La crisis de la deuda soberana en Italia ha vuelto a plantear la posibilidad de establecer una UE de dos velocidades, cada una formada por un grupo diferente de países. Aunque la canciller Merkel ha desmentido la recurrencia de esta idea -que ya se planteó con la entrada en vigor del euro, y que vuelve a surgir cuando aparecen dificultades en un grupo de economías- invita a considerar sus posibles ventajas e inconvenientes.

Por este motivo, el Foro Valencia Plaza dedica el debate de esta semana a reflexionar sobre esta cuestión. ¿Es viable una Unión Europea a dos velocidades? ¿Qué lugar ocuparía España en caso de que llevara a la práctica? ¿Qué ventajas e inconvenientes presentaría tanto para las economías sin problemas como para las que atraviesan por dificultades más graves?

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FRANCISCO MERNARGUES, decano del Colegio de Economistas de Alicante

"Podemos entenderla como aquélla en que los países europeos con máxima calificación de solvencia ocupen el papel predominante mientras que el resto pierdan influencia en la toma de decisiones. Ello conllevaría que a los países periféricos se les impongan sanciones por no cumplir las reglas e incluso la pérdida de control sobre sus presupuestos en beneficio de la UE. La crisis ha llevado a una cooperación más estrecha entre los países más aventajados, relegando a un segundo plano el resto de la Eurozona. Esto podría hacer estallar la UE en distintos grupos de países más o menos integrados que se unan para luchar por no quedar relegados.

Por otra parte, la desconfianza hacia la Comisión Europea se extiende cada vez más entre alemanes y franceses por sus fracasos en el control de los países desencadenantes de la crisis. La disminución de la influencia de la Comisión pone en riesgo los mecanismos diseñados para garantizar la participación de todos los estados. La posibilidad real existe y sería muy perjudicial para España quedar fuera del núcleo de países con más influencia. Hay que avanzar hacia una mayor convergencia fiscal y política". 

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ANTONIO CUBEL MONTESINOS, profesor del Departamento de Análisis Económico de la Universidad de Valencia

"La última semana, frente al empeoramiento de la crisis de la deuda en la eurozona, se ha vuelto a plantear la posibilidad de establecer una distinción entre dos monedas: un euro fuerte para los países del norte y un euro débil para los países del Sur. (Ya a principios de septiembre el antiguo presidente de la Federación de Industrias de Alemania, Hans-Olaf Henkel, consideraba su apoyo al euro "el mayor error de su carrera profesional").

Pasemos por alto la dificultad de modificar los tratados, pero ¿qué interés tendría para los países del Sur tener una moneda común distinta del euro del Norte? Para echar a andar, el euro del Sur tendría que depreciar su valor respecto al euro del Norte. Para los países del Sur supondría una mejora de su competitividad, ahogada ahora por el alto valor del euro, pero las deudas que tienen con los países del Norte aumentarían de valor. Bancos, empresas, familias y el Estado se encontrarían, de repente, en una situación con mayores deudas. (En el norte el efecto es el contrario: perderían valor los préstamos que han hecho a los países del sur, un 30% según algunos cálculos, lo que obligaría a una recapitalización de su sistema financiero).

Supongamos, de nuevo, que todo esto pudiera financiarse. El problema de la zona euro en la actualidad es, en parte, un problema de gobernanza de las instituciones europeas: no se toman las decisiones adecuadas en el momento necesario. ¿Estarían mejor los países del sur en una unión dónde todos los países tienen graves, y similares, problemas? ¿Qué país tendría confianza en los demás después de los acontecimientos del último año? ¿Serían distintas las normas a las actuales? Demasiadas incertidumbres que no generarían la confianza necesaria.

Con todas las dificultades que esto supone, la única solución en este momento parece ser el mantenimiento de los compromisos firmados, una decidida intervención del BCE y la puesta en marcha de los planes de estabilización financiera fijados en los últimos consejos europeos. Y a esperar que escampe para reformar las instituciones europeas camino de una mayor integración que evite la repetición de los errores cometidos".

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MARIANO AYUSO, abogado, socio de Cuatrecasas, Gonçalves Pereira

"Tomando lo de las dos velocidades en el sentido de un distinto régimen para unos países y otros en el seno de Unión, lo cierto es que ya hay distintos regímenes según se esté o no en la moneda única, según el nivel de desarrollo y crecimiento económico a efectos de ayudas, etcétera.

Si nos centramos en los países de la eurozona y las grandes diferencias financieras y de solvencia que están planteándose entre ellos -países rescatados y no rescatados, y países con mayor o menor diferencial con Alemania en la suscripción de bonos como parámetro indicativo-, lo cierto es que las "dos velocidades" que se vislumbran son más bien tener más o menos control sobre los demás países y su economía, para mantener una disciplina presupuestaria y -en términos políticos- económica.

Creo que en este terreno no es posible establecer una diferencia sustancial entre los países de la eurozona. El que estaba ayer en condiciones de liderar con Alemania el control -Francia-, ronda hoy los 200 puntos básicos de diferencial con aquella y está amenazada de ver bajada su clasificación de triple A. Parece que la única solución es incrementar el control y la disciplina común, transfiriendo mayores poderes económicos a la Unión -lógicamente, a una institución u organismo formado sólo por los países de la eurozona- como base del orden necesario para la viabilidad del euro y el progreso de la Unión. Que ese proceso lo lidere un país u otro es cuestión de coyuntura, pero no de velocidades distintas.

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JAVIER ANDRÉS, catedrático de Análisis Económico de la Universidad de Valencia e investigador del Instituto de Economía Internacional (UV)

"La institucionalización de una Europa a dos velocidades no es previsible dadas las dificultades legales. Pero no es descartable que esta dualidad se instale de hecho si fracasan los mecanismos para el rescate conjunto de la eurozona. La situación actual no puede mantenerse durante mucho tiempo porque está empezando a cobrarse su peaje en Austria, Francia, etc. Los países más endeudados van a tener que atravesar un periodo de reducción de su deuda (pública y privada) muy costoso, mientras que las economías más dinámicas pueden mantener su crecimiento al hilo de la economía global.

La única alternativa es completar la unión económica y fiscal pero eso es extraordinariamente difícil. Se equivocan quienes piensen que bastaría con una combinación de eurobonos más un Tesoro europeo que acudiera al rescate de países en problemas en el futuro. Esto solo será aceptable para los países centrales si hay normas muy estrictas que impidan que los países vuelvan a cometer los errores que hemos cometido en la periferia europea. Sería necesaria la homogeneización de políticas económicas y sociales, impuestas desde Bruselas, así como la cesión de soberanía fiscal y en otras materias. Si los países periféricos se han opuesto hasta ahora a dar tímidos pasos en esa dirección, podemos imaginar la resistencia política a un gobierno europeo franco-alemán que impusiera ese tipo de reformas".

 
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ANDRÉS GARCÍA RECHE
, exconseller de Industria y profesor de Economia Aplicada de la Universidad de Valencia

"Como suele ocurrir en estos temas aparentemente tan complejos, el asunto de la Europa de dos velocidades es, hoy por hoy, pasto de la confusión general. Si lo que se quiere decir con ello es que la UE está abocada a la delimitación de dos bloques de países en su seno: los pertenecientes al área del Euro, y los que no, entonces la propuesta es una lógica aplastante y no tiene nada de rupturista.

Según esta tesis (atribuida a Sarkozy) los diecisiete países de la Eurozona actuarían siguiendo un modelo de gobernanza cuasi federal, obligado por la necesidad perentoria de homogeneizar sus políticas macroeconómicas, y muy particularmente sus políticas fiscales. Los países no pertenecientes a la Eurozona, sin embargo, podrían mantenerse en el marco de un modelo confederal más próximo al que hoy está vigente en toda la UE.

A mí me parece de lo más obvio que los países que comparten una moneda única actúen siguiendo criterios generales comunes, mostrando el camino a los futuros pretendientes. Razón por la cual no entiendo el revuelo causado por la simple sugerencia de que ello pudiera ocurrir".

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JORDI PALAFOX, catedrático de Historia de las Instituciones Económicas

"La primera cuestión a dilucidar es en qué consisten esas dos velocidades porque me da la impresión de que en los diferentes momentos en que se ha hablado de ellas han significado cuestiones diferentes. Y hoy no está muy claro que implican.

Si lo que se pretende, como plantean algunos candidatos en estas elecciones, es mayor flexibilidad en la reducción del déficit se debe ser consciente qué implicaciones tiene. Entre ellas, menor reputación ante inversores y por tanto mayor diferencial y por tanto, mayor carga de intereses y, por tanto, mayor parte de los ingresos fiscales a dedicar al pago de los mismos. Y menos, por tanto, para cualquier tipo de política social.

Al mismo tiempo quizá tenga interés recordar que ya desde el siglo XIX la Europa del Sur ha venido siguiendo un patrón específico de crecimiento basado en esa flexibilidad (también en menos transparencia) que quiere decir vivir por encima de las propias posibilidades. Y que ha supuesto una tasa menor de crecimiento y menor bienestar para los ciudadanos de esos países.

Abrazar la teoría de las dos velocidades hacia la cohesión fiscal y la cesión de soberanía es, desde mi punto de vista, condenarnos a mantener en el futuro lo que nos hace hoy estar una situación económica mucho peor que los vecinos del norte. Los cuales, con toda razón en mi opinión, como acaba de afirmar Merkel en el congreso de la CDU, están dispuestos a más solidaridad si, como contrapartida, hay más responsabilidad".

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