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Las encuestas alimentan
el abandono de la campaña electoral de PP y PSOE

JORGE GALINDO ALFONSO (*). 15/11/2011

VALENCIA. Este año, la Comunitat Valenciana no cuenta demasiado para los dos grandes partidos. A tenor de los esfuerzos dedicados desde las centrales de cada uno de ellos, este no será un granero de votos, o mejor dicho, de sorpresas. No es que se hayan olvidado de hacer campaña por estos lares: los valencianos han recibido la correspondiente ración de mítines, cartelería y folletos. Pero basta con echar un vistazo a nuestros medios de comunicación para notar la baja intensidad de la contienda, con la notable excepción de Compromís y, en cierta medida, EUPV.

¿A qué se debe esta decisión? ¿Por qué los partidos mayoritarios, específicamente, han decidido dedicar poco a Valencia, Alicante y Castellón? El principio de la respuesta está, cómo no, en las encuestas, así como en el hecho de que las expectativas que tanto PP como PSOE tienen en la Comunitat, y que analizamos en este artículo, están refrendadas por los sondeos que ellos mismos y otras instituciones independientes hacen. Así que, razonan PP y PSOE, ¿para qué invertir más recursos de la cuenta?

El 10,5% de los votos, y 9,5% de los escaños (33) se deciden en Valencia (16), Alicante (12) y Castellón (5). Desde 1993, el reparto de los mismos ha sido favorable al PPCV, en una progresión creciente sin pausa. En 2008, el resultado fue de 19 a 14. Las últimas encuestas arrojan una diferencia significativamente mayor:

(Pinchar en la imagen para ampliar)

Y, como puede apreciarse, el consenso es muy grande, con lo que el margen de error sería, a priori, escaso. El PP espera que su sección valenciana le aporte entre 19 y 20 escaños, probablemente en sus propias predicciones la horquilla la amplían de 18 a 21, pero en cualquier caso, un volumen similar al de 2008. En Ferraz la pérdida de tres o cuatro asientos en el Congreso se asume, siendo los más optimistas quienes la sitúan en solo dos, y los más pesimistas atreviéndose a bajar de las dos cifras. Estos escaños irán en su mayoría para partidos minoritarios por primera vez en años. Ellos sí se juegan algo, especialmente Compromís, y por eso se están tomando la campaña de manera más intensa.

Como la circunscripción básica (donde se reparten los escaños) en España es la provincia, el análisis es más rico si bajamos a ese nivel. Comenzando por el norte, en Castellón queda poco lugar para las dudas, y también pocos escaños que repartir: tan solo cinco, que se dividirían, más o menos, en tres para el PPCV y dos para el PSPV. Valencia es, por población, la mayor fuente de escaños, con quince. También es el sitio en el que Compromís está haciendo más presión porque es donde ganar el asiento resulta más probable a tenor de los sondeos.

Lo mismo sucede con EUPV. Se da la paradoja de que entre ambos, en cierta medida, eclipsan a los mayoritarios, porque para ellos es una circunscripción más bien poco disputada. Por último, en Alicante sí hay un escaño que puede resultar más o menos disputado entre populares y socialistas. Esto es algo que se ha repetido en elecciones pasadas, y por eso su cabeza de lista es alguien considerablemente más conocido que en las otras dos provincias: Leire Pajín. En todo caso, en ninguna de las tres circunscripciones hay demasiado en juego, y la balanza, en general, está claramente inclinada a favor del PPCV.

Mirando solo los resultados de las encuestas por escaños, uno podría deducir una victoria popular aplastante. Pero esto solo es cierto en parte. Comparemos, por ejemplo, la estimación de voto del trabajo de campo de Metroscopia con los votos obtenidos en 2008:

(Pinchar en la imagen para ampliar)

Lo primero que llama la atención es que los dos partidos mayoritarios pierden peso electoral real. Y además lo hacen en volúmenes muy diferentes: los populares restan tan solo un punto porcentual y medio, mientras que la debacle socialista es de diez puntos, o lo que es lo mismo, un cuarto de su electorado (proporcionalmente hablando).

Su pérdida en escaños, como hemos visto, rondará este volumen, un tanto suavizada por el ligero sesgo hacia partidos mayoritarios que tiene el sistema electoral español. Por tanto, la redistribución en escaños que se ve en los sondeos se debe a la pérdida socialista, y en ningún caso a un incremento de la derecha. Por otro lado, el ascenso de los minoritarios es espectacular: Compromís (el BLOC, en definitiva) quintuplica su presencia, mientras EUPV la multiplica por tres. Con ello, superarían el umbral necesario (3% de los votos en una circunscripción) para poder entrar en el Congreso.

En resumen, el escenario que se presenta ante los partidos mayoritarios es el que sigue: el PPCV, perdiendo votos, va a ganar escaños. Y el PSPV va hacia algo bastante parecido a una catástrofe electoral que ahonda en los problemas que venía sufriendo en los últimos años. La clave para entender por qué esto marca la actitud de los partidos está en que estas encuestas son consistentes con sus expectativas previas.

El PPCV ya vio como sus apoyos bajaban por primera vez su historia el 22 de mayo, debido a la erosión sufrida por los casos de corrupción y por su parte de responsabilidad en el modelo que nos llevó a la burbuja inmobiliaria. Ambos factores negativos se han incrementado desde entonces, con la dimisión de Camps y el incremento del desempleo en la Comunitat por encima de la media españoña. El PSPV, por su parte, lleva como una losa la marca "Zapatero" asociada a la nefasta situación económica en el país. Por todo ello, estos dos partidos se contentan con los resultados que les ofrecen las actuales encuestas, asumiendo que cumplen con sus expectativas. Y la consecuente campaña es de perfil relativamente bajo.

Además, se da la situación de que, para los individuos en la contienda, resulta conveniente que así sea. Esto es: si asumimos que las encuestas son correctas y las expectativas expuestas también lo son, lo último que conviene a los actuales dirigentes de ambos partidos es destacar más de la cuenta, porque cualquier palabra más alta que la otra puede ser utilizada muy fácilmente en su contra. Durante la campaña, por parte de los medios de comunicación, la ciudadanía y el partido rival. Y después, por cuenta de sus propios compañeros de grupo. Así las cosas, todo queda alineado: las estimaciones de los sondeos, las expectativas y análisis de las organizaciones, y los intereses (aparentes) de los individuos que en ellas están.

El resultado de todo esto es que entre los dos partidos mayoritarios se da un "equilibrio" en el que nadie tiene incentivos a hacer un gran esfuerzo, mientras sí existe en EUPV y en Compromís. Lo que no se preguntan PSPV y PPCV es si con su actitud están provocando una "profecía autocumplida". Resulta relativamente evidente que los análisis en que se basan son correctos. Pero, al final del día, es inevitable preguntarse qué sucedería si uno de los dos partidos decidiese echar la casa por la ventana y lanzarse a una campaña agresiva. Son las encuestas, en realidad, la disuasión última para que eso suceda. Las que están manteniendo la contienda bajo mínimos entre socialistas y populares. Y con ello, paradójicamente, abriendo, de manera tímida pero inequívoca, la puerta a los partidos minoritarios.

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