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Los damnificados de Emery /2
Aritz Aduriz

DAVID BLAY (*). 09/11/2011 "Y, de repente, Aritz se planta solo delante del guardameta del Schalke Neuer, éste toca lo suficiente para que el balón no entre en Gelsenkirchen y el Valencia cae eliminado de la Liga de Campeones. Y, oh casualidad, el vasco desaparece de las alineaciones hasta final de temporada..."
Aduriz celebra su único gol este año

VALENCIA. Conocí hace apenas una semana que el significado del nombre de pila del delantero valencianista significa ‘roble’ en euskera. A simple vista podría hacerse un paralelismo con su altura y su fortaleza, pero me gusta más pensar que el tema tiene que ver con su paciencia.

Me gusta Aduriz porque, siendo un tipo claro (recientemente dijo que no podía aportar nada si no lo sacaban a jugar) nunca es ofensivo en las palabras. Y, yendo más allá, porque nunca ha tenido problemas para cambiar de club, aun siendo algún destino en teoría de menor entidad que el anterior.

Y es que al margen de Fernando Llorente, es con diferencia el mejor producto atacante de Lezama de los últimos años. Y, sin embargo, con todos los respetos para él el segundo punta de los bilbaínos es Gaizka Toquero.

Lo grave del asunto es que quien sí vio su potencial fue Unai Emery. Quien se encabezonó en que le quería a él para su proyecto Champions y no a otro, a pesar de que nunca había militado en un equipo grande y llegaba a la ‘élite’ con 29 años fue el técnico vasco. Incluso por delante de gente que convencía más a Fernando Gómez y Braulio Vázquez en aquellos momentos.

Es más, no hay que irse muy lejos para recordar cómo inició la campaña pasada. Con su rendimiento y sus goles puso al equipo líder, sentó en el banquillo al fichaje más caro de la temporada y competencia directa suya y llegó a debutar con la selección española.

O lo que es lo mismo, lo que suponía una apuesta arriesgada se convirtió en un activo de la leche. En el apartado deportivo, tenías a un tipo disciplinado, que manejaba bien sus recursos y se encontraba en la plenitud de su carrera. E incluso, apurando, en el económico el propio Athletic y algún otro conjunto más estaban dispuesto a pagar por él más de lo que le costó al club. Llorente, sin duda, temblaba de la emoción solo con pensarlo.

Y, de repente, Aritz se planta solo delante del guardameta del Schalke Neuer, éste toca lo suficiente para que el balón no entre en Gelsenkirchen y el Valencia cae eliminado de la Liga de Campeones. Y, oh casualidad, el vasco desaparece de las alineaciones hasta final de temporada. Y lo mismo le ocurre en los inicios de la presente campaña.

El vasco ante el Getafe este añoSin embargo, su técnico no parece querer asumir que la eliminatoria la perdieron sus planteamientos. Que si no hubiera querido echar (como siempre) el equipo hacia atrás en Mestalla cuando ganaba por 1-0 en la ida Raúl no hubiese tenido la oportunidad de girarse ante Navarro. Y que si hubiera ido a ganar el partido en Alemania ante un rival mediocre seguramente lo hubiera hecho.

Pero es muy fácil señalar con el dedo a alguien, sobre todo si no te crea problemas con declaraciones altisonantes. Si lo que hace es bajar la cabeza y trabajar más para volver a tener una oportunidad.

Algo que no hizo en su día con Joaquín, Miguel, Manuel Fernandes o Banega, por ejemplo. Y que, parce que este año sí, está comenzando  hacer con el lateral portugués (tres años más tarde) o con Ricardo Costa.

Ese es (y no sabemos si seguirá siendo) el gran debe de Unai en Valencia. Haber sabido cortar de raíz las insurrecciones, haber sabido gestionar sus recursos de vestuario. A pesar de sus grandes números (basados en su capacidad, pero también en que Sevilla, Villarreal, Atlético y compañía no van cara al aire desde hace bastante tiempo) solo ahora parece ir entendiendo que si uno de los ‘titulares’ le raja ante la prensa o llega ebrio a un entrenamiento se tiene que ir a la grada. Y que, seguramente, el que está por detrás de él deseando jugar con minutos va a crecer. Leáse Feghouli. Leáse Jordi Alba. Léase Jonas.

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David Blay es periodista

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