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Crisis y conciliación laboral

JOSÉ MARÍA GIJARRO (*). 03/11/2011 "A diferencia de los países anglosajones o del norte de Europa, donde prevalece la dirección por objetivos, la cultura empresarial española todavía premia la presencia física de los empleados en el lugar de trabajo..."

VALENCIA. Nos sorprende hoy situaciones que creíamos ya superadas y que a raíz de la crisis han vuelto a la palestra. Estamos en Alicante y el "señor X" pide a su empresa una reducción de horario y cambio de turno para poder cuidar a su hija de siete meses. La respuesta de la firma de alquiler de coches para la que trabaja fue contundente "demuestre primero que su mujer no puede atender a la pequeña".

El modelo económico de desarrollo español se basa en la creencia de que cuantas más horas dediquen los trabajadores a su profesión mayor será la productividad cosechada por las empresas. Sin embargo, los expertos coinciden en que se trata de un planteamiento equivocado: la productividad española sólo ha crecido un 0,9% en la última década, y ya se encuentra 16 puntos por debajo de la media de la UE, según la OCDE. Aunque intervienen otros factores, como el auge del empleo de baja calidad y la inmigración, está demostrado que las compañías que saben organizarse para que sus empleados concilien vida personal y laboral son las que obtienen mayores ratios de eficiencia. La satisfacción de las personas es imprescindible para su pleno rendimiento.

Los expertos en filosofía y psicología laboral lo vienen diciendo desde hace tiempo: "En el equilibrio se encuentra la virtud", lo que se traduce en "ocho horas para trabajar, ocho para descansar y otras ocho para vivir, que al fin y al cabo es para lo que estamos aquí", afirman con rotundidad. A pesar de la simplicidad de esta ecuación, "en demasiadas ocasiones las necesidades y los objetivos de las empresas sepultan el deseo de conciliación de la gran mayoría de personas que trabajan para ellas", añaden estos especialistas en management.

Este desequilibrio se agrava todavía más en el caso de España, el quinto país del mundo donde más horas pasan los profesionales en su puesto de trabajo (1.780 de media según The Economist). Lo cierto es que, el año pasado, el 15% de la población activa dedicó más de 50 horas semanales a su función profesional, sin contar las horas extra, el tiempo destinado a comer o los desplazamientos, según una encuesta elaborada por el portal de Internet Monster, especializado en ofertas de empleo.

La mitad de los profesionales trabajó más de 40 horas; el 25%, entre 25 y 40 horas, y el 10% restante, menos de 25 horas. Pero estar en el trabajo no es lo mismo que estar trabajando. A diferencia de los países anglosajones o del norte de Europa, donde prevalece la dirección por objetivos, la cultura empresarial española todavía premia la presencia física de los empleados en el lugar de trabajo.

Todo ello provoca que el estrés forme parte de la rutina laboral de, como mínimo, el 30% de los trabajadores, según varios informes de consultoras de recursos humanos. "La falta de descanso y el exceso de tensión genera que en los ambientes laborales prevalezca la irritabilidad y la impaciencia", afirma la profesora de comportamiento organizacional en el Instituto de Empresa, Pino Bethencourt .

Con el paso del tiempo, añade, "esta ansiedad también provoca que los individuos se encierren en su propia percepción subjetiva, que les hace interactuar con los demás de una manera egocéntrica y negativa". De esta forma las empresas pierden el valor añadido que les debería generar su capital humano, lo que merma sus índices de productividad", sostiene.

En orden a fomentar el equilibrio necesario para que las empresas consigan mejorar sus resultados sin necesidad de explotar a sus trabajadores, la Fundación + Familia concede desde hace años el certificado de Empresa Familiarmente Responsable, apoyado por el Ministerio de Trabajo.

La precariedad laboral reinante hoy, hace que nadie se atreva a reivindicar sus derechos. Ni los empleados, ni el jefe. Porque éste está haciendo buena letra para complacer a sus superiores; sus superiores por su parte alargan la jornada para dar buen ejemplo y así resulta que de cinco a nueve todo el mundo trabaja gratis. En otras palabras, se da más valor a la presencia que a la eficiencia.
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(*) José Mª Guijarro y Jorge ES Subdirector del Instituto Tecnológico de Óptica, Color e Imagen (AIDO) y doctor en Economía

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