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VALENCIA. Se cumplen tres meses desde que Alberto Fabra tomara posesión del cargo como presidente de la Generalitat tras la dimisión de Francisco Camps. En ese tiempo, el exalcalde de Castellón ha conseguido forjar, aunque con paciencia y bisturí, su primer círculo de poder para gobernar el navío -con unas cuantas vías de agua abiertas- que le dejó su predecesor.

En primer lugar, la sociedad formada por el tridente de Castellón, el propio Fabra, su jefe de Gabinete, Jesús Lecha, y la cada vez más influyente secretaria de Comunicación, Paula Meseguer, parece que funciona. El primero participa de forma activa en las decisiones de más calado en lo que a actuación del Ejecutivo se refiere. En cuanto a la segunda, sigue el día a día de Fabra y responde ante los medios de comunicación. Según señalan fuentes del entorno de Presidencia, Meseguer ha cogido "el timón de mando rápidamente y, en poco tiempo, está demostrando que no le tiembla el pulso a la hora de tomar decisiones".

Así, la coordinación de Fabra con este equipo de actuación inmediata es fluida. Otros de los que tienen rango en el Ejecutivo y por los que Alberto Fabra se deja aconsejar en tareas de gobierno son el conseller de Hacienda, José Manuel Vela, y el de Economía, Enrique Verdeguer, algo lógico dada la delicada situación financiera existente que obliga a una comunicación fluida entre los responsables de estas áreas y el jefe del Ejecutivo.

Menor peso, según remarcan, tiene por el momento Esther Pastor, traída por el jefe del Consell y situada en el cargo de directora de Organización y Coordinación de la Generalitat, puesto que ocupó anteriormente Henar Molinero, uno de los puntales de Francisco Camps y ahora directora general de la Ciudad de las Artes y las Ciencias (Cacsa). "La influencia que alcanzó Henar fue muy importante. Esher Pastor no va en esa línea", aseguraron las fuentes consultadas por este diario.

No obstante, pese a la estrecha colaboración de Meseguer o Lecha con Fabra en el día a día, ninguno de ellos llega a ser confidente o consejero en cuestiones de partido. "Fabra escucha, dialoga, pero no se le conoce una figura de su entorno que influya de forma determinante en cuestiones orgánicas como podían ser, según épocas, Ana Michavila o Juan Cotino sobre Francisco Camps", asegura un cargo intermedio.

Otras fuentes de la Generalitat aseguran que el líder valenciano, en lo referido al partido, rinde cuentas al  presidente nacional del PP, Mariano Rajoy, y se limita a mantener un equilibrio orgánico regional tras su repentina llegada al poder y la cercanía de las elecciones generales. "A la hora de confeccionar las listas se vio claro: habló con todos, satisfizo varias de las peticiones, pero las que más cuidó fueron las que llegaban desde Madrid", comenta un dirigente del PPCV.

JOSÉ CÍSCAR, 'CAPITANO'

Curiosamente, en el este proceso de elaboración de las candidaturas para las elecciones generales, el que ha reforzado sus galones de 'capitano' como ejecutor de las órdenes del Fabra es el conseller de Educación, José Císcar.

El que se convirtiera en referente alicantino de Francisco Camps en los últimos años, ha mantenido su rango en la ‘familia popular' con la llegada de Alberto Fabra. Según señalan fuentes del partido, la relación entre ambos dirigentes creció después de ser integrados ambos en la dirección regional del partido en noviembre de 2009. El entonces alcalde de Castellón fue designado coordinador general de la formación, y el dirigente alicantino, por entonces delegado del Consell en la provincia, fue nombrado vicesecretario general.

Desde entonces, la sintonía entre ambos cargos, ambos exalcaldes y de edad similar, creció en los encuentros de carácter orgánico en los siguientes dos años. En el momento de confección de listas, Fabra depositó su confianza en Císcar para que coordinara la candidatura alicantina, quedándose el jefe del Consell como supervisor de la misma.

Otro puntal de gran utilidad para Fabra es el presidente de la Diputación de Castellón, Javier Moliner, con el que comparte la misión de culminar la transición en el PP provincial, todavía liderado por Carlos Fabra. La relación entre Moliner y el jefe del Consell se remonta a muchos años atrás, desde su estancia en Nuevas Generaciones del PP.

Así pues, el círculo de confianza del presidente, tras solo de 90 días de gobierno parece estar cimentándose de forma sólida. Los virajes aperturistas tomados desde Presidencia -muestra de contratos a la oposición, reunión con las víctimas del metro, posibilidad de integración en los consejos de las cajas-, aunque haya casos en los que no terminen de concretarse en acuerdos o soluciones satisfactorias, sí están mejorando la imagen de un Consell dañado en los últimos tiempos por la situación que atravesaba Francisco Camps. 

Desde el entorno de Presidencia reconocen que las cosas "han cambiado". "Es lógico. Presidente nuevo, gente nueva, nuevas formas... aunque hay que ser justos y recordar que cuando llegó Camps, muchos medios hablaban bien de él y después, cuando vinieron mal dadas, esto fue un desastre", reconoce una excargo en Presidencia.