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"Señor Llorente, yo también quiero conocer a todos los accionistas del Valencia SAD"

EL BROKER ENMASCARADO. 23/06/2010 "Si el Valencia SAD Holding cotizara en bolsa, cualquier participación 'significativa' de un accionista superior al 3% del capital debería hacerse pública y conocida por todos. No sólo por el club. No sólo por Llorente..."

VALENCIA. El preámbulo del Real Decreto 1251/1999, sobre Sociedades Anónimas Deportivas, refuerza el control de los clubes de futbol cotizados en bolsa al prever un estricto control del accionariado de las SAD: "La modificación legislativa operada ha tenido por finalidad básica la de aproximar el régimen jurídico de las sociedades anónimas deportivas al del resto de entidades que adoptan esta forma societaria, permitiendo una futura cotización de sus acciones en las Bolsas de Valores y, simultáneamente, establecer un sistema de control administrativo sobre el accionariado".

No obstante lo anterior, uno de los principales mitos, quizá por desconocimiento, en torno a la decisión de salir a bolsa es la facilidad con la que es posible perder el control de la sociedad a través de procesos oscuros y poco trasparentes de ofertas de compra hostiles (OPA).

Dos ejemplos prácticos, uno de ellos muy real, pueden ayudarnos a entender el funcionamiento de estas pérdidas de control: un Valencia SAD Holding cotizado en bolsa o la archifamosa operación "Dalport".

Así, en el primer supuesto (imaginario, por el momento), si alguien (un grupo inversor extranjero) quisiera tomar el control del Valencia SAD Holding cotizado debería realizar una oferta 'pública' y 'transparente' para todos los accionistas del club tutelada por la Comisión Nacional del Mercado de Valores y la propia bolsa.

Es decir, conocida por todos, con un precio justo, idéntico para todos (grandes y pequeños) donde el oferente comprador debe explicar sus intenciones de forma previa a la formalización de la operación de compra. Al final solo el inversor valencianista tiene la potestad de vender y poner en manos de otro la gestión del club.

Esta misma situación tuvo lugar con dos renombrados clubes de futbol ingleses. En 2003 el millonario ruso Roman Abramovich pagó 59 millones de libras por el Chelsea Football Club mientas que en el año 2005 el magnate norteamericano Malcolm Glazer, propietario del club de futbol americano de Tampa Bay, los 'Buccaneers', pagó la cifra más alta de la historia por la compra de un club de futbol, 790 millones de libras, el Manchester United FC. En ambos casos, la compra se realizó de forma pública y transparente, a través de una oferta pública de adquisición, ya que ambos clubes cotizaban en la Bolsa de Londres.

En el segundo de los ejemplos, de infausto recuerdo para muchos, alguien quiso colarse por la puerta de atrás. Los aficionados y pequeños accionistas lo entenderán seguro. La toma de control del grupo (¿inversor?) Dalport puede ser un buen ejemplo aunque no el único (JBS). Un acuerdo privado, oscuro e injusto para el resto de accionistas pactado entre una compañía de origen uruguayo y varias accionistas muy relevantes del Valencia SAD (Silla, Soler, Soriano,..). Ni fue pública, ni fue trasparente, ni se dirigió igualitariamente a todos los accionista, ni hubo tutela de un organismo supervisor, ni del mercado.

En cierto que en ambos casos se puede perder el control (o ganar a un accionista relevante con gestión acreditada capaz de ilusionar a los aficionados) pero de formas muy distintas. Y en todo caso, y es bueno recordarlo, al final siempre será voluntad del accionista del Valencia, quien libremente decida vender o no, en las mismas condiciones que para el resto de accionistas.

No obstante este primer matiz en cuanto a la perdida de control, hay que subrayar que el régimen jurídico actual de las Sociedades Anónimas Deportivas es tremendamente garantista en cuanto al control del accionariado.

Primero porque las acciones son nominativas (a diferencia de las acciones al portador), es decir, tienen nombre y apellidos, lo que significa que el Valencia y sus gestores (señor Llorente) conocen en todo momento por imperativo legal a todos los accionistas a través del 'libro registro de acciones nominativas'. El derecho de asistencia a la junta general del Valencia SAD se basa en las titularidades recogidas en este libro. Estar en bolsa no cambia esta obligación de informar, por parte de compradores y vendedores, al Valencia SAD todas las compras y todas las ventas realizadas, con nombres y apellidos.

En segundo lugar las compras 'significativas' iguales o superiores al 25% del accionariado deberán obtener autorización previa del Consejo Superior de Deportes conforme al Real Decreto de Sociedades Anónimas Deportivas. Estar en bolsa no modifica tampoco esta obligación de informar.

Tercero, y aquí es donde radica la gran diferencia si el Valencia SAD Holding cotizara en bolsa, cualquier participación 'significativa' de un accionista superior al 3% del capital debería hacerse pública y conocida por todos. No sólo por el club. No sólo por Llorente.

Más aún, todos los miembros del consejo de administración y los directivos de primer nivel estarían obligados a hacer pública, de igual forma que los accionistas significativos, cualquier porcentaje de acciones en su poder, incluidas las compras y las ventas, desde la primera acción

Es evidente que la bolsa suma, no resta. En beneficio de todos y no de unos cuantos. Con la garantía de la Sociedad Rectora de la Bolsa y la Comisión Nacional del Mercado de Valores. Pública y transparente para todos los aficionados y accionista del Club. El paso vale la pena.

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1 comentario

David escribió
30/06/2010 10:56

¿dar mas transparencia al VCF? Ojala hubiera la voluntad de hacerlo así.

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