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Rafael Navarro: "El periodismo de calidad tiene que ser de pago"

Plaza Privada / MARÍA COSTA. 12/06/2010 El director del suplemento regional del diario El Mundo no se ve en esta profesión toda la vida y no descarta cambiar de oficio. Abandonó 'la gloria' de Madrid por un pacto familiar y se posiciona de una forma muy crítica ante la corrupción porque opina que el papel de la prensa en la sociedad debe ser muy exigente
VALENCIA. "¡Cerrad de una vez ya!", es la frase diaria del responsable de la edición regional del  diario El Mundo, Rafael Navarro (Requena, 1970) todas las tardes desde septiembre de 2008, que comenzó a dirigirlo. Navarro fue previamente redactor jefe de Economía de El Mundo en Madrid y en 2005 publicó "Los nuevos burgueses valencianos", un libro en el que analizaba a los empresarios valencianos. No se ve en esta profesión toda la vida, pero tampoco conoce otra. Recarga pilas perdiéndose por sus parajes favoritos, con sus amigos, sus hijas y esperando que crezcan para volver a viajar.


-Usted fue jefe de la sección de economía de El Mundo en su edición nacional, ¿por qué dejó un puesto tan interesante profesionalmente y volvió a Valencia?
-Por un pacto familiar establecido previamente. Mis hijas acababan de nacer y acordarnos ir a Madrid cuatro años. La apuesta era poner en marcha el proyecto del suplemento dominical e integrar las secciones de economía de papel con la de El Mundo.es. Un año antes de cumplirse el plazo vi venir la crisis. Me habían hecho varias ofertas entre ellas la que acabé aceptando y volvimos a Valencia.

-¿Se veían diferentes desde Madrid los asuntos valencianos?
-Sin duda. En Madrid el peso económico de una autonomía se determina en función de parámetros como el número de grandes empresas ubicadas en una comunidad y del número de empresas dentro del mismo territorio que forman parte del IBEX. No tener empresas del IBEX o cotizadas en bolsa invisibiliza una zona.

-¿En qué afecta, si es que lo hace, el hecho de que la mayoría del capital de El Mundo sea italiano?
-En nada, nunca. De hecho hubo una OPA a Endesa por parte de una empresa italiana y actuamos con absoluta libertad en aquel momento.

-¿Le parece que las nuevas promociones de periodistas están mejor formadas que las anteriores, pero son menos "combativas" desde un punto de vista profesional?
-No lo sé. Creo que depende más de las personas y la disposición que tengan para trabajar. Quizá las nuevas generaciones vean un futuro más complicado que el nuestro, pero en algunos aspectos les será más fácil.

-¿Un periodista nace o se hace?
-Esta es una profesión que tiene mucho de vocación, pero sin duda hay que formarse. Estoy convencido que muchos periodistas podrían ser buenos profesionales en otras materias.

-El Mundo tiene un tanto desconcertados a sus lectores por su crítica extrema a los asuntos relacionados con el caso Gürtel. ¿Están mal acostumbrados SUS lectores o es que se han vuelto ustedes más intolerantes con todo lo que tenga que ver con cuestiones de corrupción?
-Llevamos 20 luchando contra la corrupción en este país, se llame Juan Guerra, Jaume Matas, Munar o caso Gúrtel. En eso somos inflexibles. Los periódicos debemos ser inflexibles con la corrupción sea del color que sea. Nosotros mientras había trajes a cambio de nada tuvimos una postura clarísima, pero cuando vimos que podía haber algo más, porque así lo decía la justicia, la agencia tributaria y la policía, nos posicionamos de una forma muy crítica porque creemos que nuestro papel en la sociedad debe ser muy exigente igual que lo son los jueces, la policía, o cualquier profesional en su ámbito de acción. Esta actitud es clave a la hora del desarrollo y progreso de una sociedad. Si tuviéramos que decir sí a todo lo que hace determinado partido político y todos los medios hicieran lo mismo, convertiría a los políticos en dueños del sistema democrático y a nosotros a la Edad Media.

-Y el periodismo perdería su sentido...
-Obviamente. En esta crisis estamos viendo cómo algunos medios de comunicación están haciendo simplemente de correa de transmisión de unos determinados intereses, pero no están ejerciendo el periodismo en algunos casos. Aunque tengamos una línea editorial clarísima en el centro derecha español, si hay una serie de señores que hacen las cosas mal hay que denunciarlos.

-¿Cree que Francisco Camps volverá a ser candidato por el PP en las próximas elecciones autonómicas?
-Creo que el PP no debería dejar que él fuera candidato.

-La propuesta de periodismo total en la red, cobrando por ello, como lo que representa Orbyt, ¿no le parece más bien un brindis al sol en tanto que los usuarios no están acostumbrados a pagar por leer en internet?
-Creemos que hay un medio de comunicación que es la prensa escrita, que está y seguirá estando. Otro que es la prensa gratuita en internet. El Mundo.es es líder en lengua castellana en todo el mundo. Y un producto que hemos inventado y en el que somos pioneros que permite leer la parte de papel de cualquier edición española en todo el mundo que es El Mundo en Orbyt. Es un modelo de futuro para gente que viaja, vive fuera de España o quiere leer la prensa de una semana en un día... pero que ya hemos desarrollado. El periodismo existe y existirá, pero el de calidad tiene que ser de pago. Ninguna empresa puede sustentar periodismo de calidad gratuito.

-¿Qué grado de independencia puede mantener desde Valencia con respecto a las propuestas informativas de El Mundo de Madrid?
-Somos el mismo periódico y seguimos la misma línea editorial. Actualmente hay que empezar a hablar de producto y no de Madrid o Valencia. La venta de periódicos fluctúa 2.000 arriba 2.000 abajo, pero hemos estado en un empate técnico con los dos periódicos que aquí han sido hegemónicos. Lo que sí hacemos es dar por 1,20 euros información desde lo que pasa en Requena a lo que ocurre en Santiago de Chile y con periodistas propios.

-¿En qué supera El Mundo Valencia a otros diarios nacionales con delegación en Valencia?
-Intentamos superarlos en calidad, rigor y una línea editorial clara. Damos entrada a todas las voces incluso a las que son críticas con nosotros. No nos gusta la guerra de medios y aunque hay casos como el de Gürtel en el que nos hubiera gustado que nuestros competidores adoptaran otro papel no entramos a decir nada conscientemente.

-¿Le gustaría dedicar el resto de su vida al periodismo?
-No.

-¡Qué sincero! ¿Y qué otra cosa le gustaría hacer?
-No lo sé. Esto de estar siete días a la semana en una profesión tan intensa y con estos horarios cansa al cabo de los años. En el futuro no descarto cambiar de profesión.

-Y cuándo puede, ¿con qué se relaja?
-Con mis hijas, intentando estar con ellas el máximo tiempo posible; con los amigos y disfrutando de la naturaleza.

-Usted escribió un libro muy trabajado sobre los empresarios valencianos, ¿son diferentes a los de otras latitudes?
-Sí, tienen su propia idiosincrasia debido a la evolución del sistema económico. Aquí no hubo una revolución industrial, sino una evolución de artesanos a industriales. Creo que en los años 80 debería haber habido una apuesta por traer grandes escuelas de negocios de la que hubiera salido una cantera de directivos y también se debía haber apostado con mayor firmeza por una economía industrial y financiera. No obstante todavía estamos a tiempo. Tenemos turismo que va a ser uno de los primeros sectores en salir de la crisis y esta economía sabe pelear muy bien en el exterior. Posiblemente habrá que reconducir un poco la situación económica así como las ayudas y sistemas de apoyo recibido por las empresas.

-¿Ha alcanzado la prensa su máxima capacidad de sorpresa e innovación o piensa que aún le queda recorrido?
-En la prensa hay una parte que evoluciona hacia el futuro, como las redacciones, la maquetación, la imagen, los nuevos sistemas de contar las historias... pero la parte industrial vinculada a la distribución, impresión, red de kioscos... tiene que evolucionar. Ese es el gran reto. Es decir, ¿es rentable llevar al último pueblo de la provincia de Castellón cinco periódicos cada día en una furgoneta por la noche? ¿O es más rentable que cada kiosco cuente con un sistema de impresión que imprima el periódico en el momento de la compra?

-¿Ve los kioscos con estas máquinas?
-Se han hecho pruebas en Latinoamérica aunque está todavía por evolucionar.

-¿Dónde lee usted los periódicos, en la pantalla o en papel?
-En papel, soy de otra generación.

-¿No le parece que cuando los periódicos salen a la calle por la mañana ya suenan a viejos sus titulares?
-El periódico sigue siendo el medio de comunicación más influyente. Probablemente porque sea el más reflexivo y tenemos una parte que no vamos a perder nunca y es que influimos en los influyentes y esa es la clave. Lo que hace un periódico es reflexionar frente a una información de consumo rápido que te puede dar la televisión, la radio o la prensa digital.

-¿Se imagina en Valencia dentro de 10 años el mismo número de diarios de información general que en la actualidad?
-No. Las ventas decrecen y esto conduce a que cada día caminemos hacia estructuras de trabajo más pequeñas porque el negocio da lo que da. No obstante también depende de cómo esté repartido en cada caso el negocio. Por ejemplo se está viendo que esta crisis está siendo mucho más dura a nivel publicitario en la prensa regional que en la nacional.

-¿Qué posibilidades reales tiene Jorge Alarte de gobernar la Generalitat Valenciana?
-Pocas. En la última encuesta publicada por El Mundo la valoración de Alarte estaba por debajo de Enric Morera y de Marga Sanz. Creo que el Sr. Alarte ha heredado el grave problema de su partido fruto de la estructura interna y las guerras cainitas de siempre, y por otro carece de un discurso cohesionado que suene a alternativa de cambio.

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1 comentario

Héctor escribió
01/07/2010 13:15

Muy interesantes tanto las preguntas como las respuestas. Me quedo con la idea de que los quiosqueros impriman los periódicos y con la insistencia en la formación del periodistas. El tópico de que es un trabajo vocacional ha sido una excusa para que muchos espontáneos se colaran en la profesión y rebajaran su nivel. Por supuesto, hace falta vocación para sobrellevar los horarios y la tensión del trabajo, pero también una gran dosis de formación para desarrollar la labor con la máxima eficiencia y profesionalidad.

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