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GRUPO PLAZA

El imperio del sinsentido

VALENCIA PLAZA / ANÁLISIS. 09/06/2010 "En los círculos financieros valencianos se han desatado estos días todo tipo de conjeturas acerca del futuro de Bancaja y su no improbable integración en el grupo Caja Madrid. "Un paso atrás de cien años", "un desastre para la economía regional", "un fracaso histórico de la Generalitat", son  algunos de los comentarios brotados sólo ante la idea de que tal fusión pudiese salir adelante. Sin embargo y dejando atrás la vehemencia, cabe afirmar que..."

VALENCIA. Cada día más próxima la fecha final fijada por el Banco de España para cerrar el proceso de fusiones de cajas de ahorros, en los círculos financieros valencianos se han desatado todo tipo de conjeturas acerca del futuro de Bancaja y su no improbable integración en el grupo Caja Madrid. "Un paso atrás de cien años", "un desastre sin paliativos para la economía regional", "un fracaso histórico de la Generalitat", son sólo algunos de los comentarios brotados sólo ante la idea de que tal fusión pudiese salir adelante. Sin embargo y dejando atrás la vehemencia, cabe afirmar que estamos atravesando una peligrosa etapa de oscurantismo y discrecionalidad palmaria por parte de las autoridades económicas españolas, dispuestas a imponer su voluntad a la evidencia de la información contable.

El hecho evidente es que cualquier argumento económico que pretenda justificar una asociación, por fría que sea, entre Caja Madrid y Bancaja se enfrente al no menos frío desmentido que ofrecen las cifras disponibles. La segunda caja de España tiene una situación que bajo ningún concepto relevante es envidiable. Ni su mora ni su solvencia destacan sino es en sentido negativo. Y lo mismo sucede con su core capital muy por debajo de los estándares considerados sanos. El solapamiento de redes entre ambas no es cuestión baladí y aunque el SIP no representa neceariamente, al menos a corto plazo, reestructuración del mapa de oficinas, no se comprende una asociación para protegerse en solvencia cuando se tiene que competir en todo lo demás.

Resultaría ahora del todo inconcebibles una integración de Bancaja en Caja Madrid tras meses y meses destacando desde Pintor Sorolla que la estrategia de la caja era esperar la segunda ola de fusiones. Sin duda, ayudaría a explicarlos la estrecha relación entre las cajas de ahorro y la política, sintetizada en el curriculum presidencial de ambas entidades, no obstante la resistencia constatable que a tal operación se está ofreciendo desde Valencia. En todo caso, no está de más recordar que esa asociación no es ajena a la profunda crisis financiera que va a modificar por completo el mapa de las cajas de ahorro en España. Al contrario, directa e indirectamente está en el centro mismo del origen de los problemas de quienes han venido presumiendo ser la mitad del sistema bancario en España.

A ello se le añade el cuanto menos negligente comportamiento que estamos presenciando por parte del Gobierno central y que explican de forma taxativa la acelerada pérdida de reputación del Reino de España en los mercados internacionales, indisociable de la pasividad mostrada hasta hace bien poco a la hora de afrontar los problemas. Una actitud que está costando muy cara, y aún lo hará más, a empresas y familias como pone de relieve el creciente aumento del coste de emisión de la deuda española frente a otros países de nuestro entorno (la denominada prima de riesgo). Lo peor de todo es que cualquier asomo de recuperación económica que pueda surgir a partir de ahora podría quedar ahogado en el mar de desconfianza internacional que nuestras autoridades económicas no han sabido frenar a tiempo, lo cual resulta francamente desmoralizante.

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1 comentario

José escribió
09/06/2010 10:55

La responsabilidad de la desaparición de las cajas valencianas es del Consell que está paralizado.Y no sólo de Camps presidente sino también de Camps conseller que no se sabe ni dónde está. Eso no se lo harían ni a Chaves ni a Montilla ni Iglesias ni a ningún otro presidente de CCAA de España. Pero de esos costes debidos a la inutilidad del Consell nadie quiere hablar entre los que madnan. Son unos cobardes en su acepción literal: faltos de ánimo y valor. Cuando no tengan crédito, o tengan que ir a Oviedo y a Madrid a pedirlos, veremos qué dicen nuestra clase empresarial y sus muy mudos representantes.

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