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VALENCIA. Los actuales conflictos en el sistema educativo español han devuelto a la actualidad la importancia del gasto en educación desde el punto de vista económico general y no sólo desde la perspectiva del desarrollo personal y profesional de los jóvenes. Por encima -o por debajo- de las razones que han provocado el actual conflicto, hay una serie de cuestiones relacionadas con la educación que forman parte ya casi de la tradición sin que nuevas circunstancias hayan provocado su replanteamiento.

Por este motivo, en el Foro Valencia Plaza de esta semana hemos planteado diversos interrogantes de los mucho posibles sobre la relación entre educación y economía. ¿Sigue siendo cierto hoy en España que invertir en educación es invertir en nuestro futuro? ¿Es cierta la afirmación de que la Universidad es una fábrica de parados?

Muchos jóvenes tienen trabajos para los cuales no necesitan su formación educativa ¿tiene sentido invertir recursos públicos en dotarles de ellas? Por otro lado, ¿toda mejora del sistema educativo español implica aumentar el gasto? ¿Es tan relevante que la enseñanza sea pública como defienden algunos? ¿La enseñanza concertada o privada no pueden cumplir los mismos objetivos?

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JAVIER FERRI, profesor del Departamento de Análisis Económico de la Universidad de Valencia

"Las mejoras en educación de la población tienen un impacto muy importante sobre el progreso económico de las economías y el bienestar de la población. Por ello, la inversión en educación tiene una tasa de rentabilidad social muy elevada. Sin embargo, esto no significa que no se pueda optimizar el gasto público destinado a los distintos niveles educativos. Los indicadores ‘objetivos’ de calidad en primaria y secundaria, como la ratio profesor-alumno en el centro, el número de estudiantes en el aula o el salario pagado a los profesores son de los mejores del mundo desarrollado, y las universidades españolas tienen una muy buena dotación de infraestructuras, medios técnicos y personal. Y aún así, nuestros estudiantes de los ciclos medios siguen desentonando en las pruebas internacionales de medición del conocimiento, y nuestros universitarios ocupan puestos de trabajo cuyos requisitos de cualificación están muy por debajo de su cualificación teórica.

Todo lo anterior nos lleva a sospechar de un claro desajuste entre calidad ex ante y calidad ex post en nuestro sistema educativo. Identificar y corregir los factores que están detrás de esta brecha es fundamental para optimizar el gasto público en educación. Personalmente, yo apostaría por la combinación de a) el diseño de un sistema de incentivos claros tanto para los estudiantes como para los profesores, b) una mayor competencia entre centros (públicos) educativos por la captación de recursos, y c) unas generosas ayudas a la movilidad de los estudiantes dentro del territorio español.

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JORDI PALAFOX, catedrático de Historia de las Instituciones Económicas

"Los que se dicen liberales deberían recordar que Adam Smith, el defensor de la mano invisible, escribió que "...a pesar de que la gente común no puede, en cualquier sociedad civilizada, lograr un grado de instrucción de tanta calidad como el que disfruta la gente de rango y fortuna..., la sociedad puede facilitar, alentar e incluso imponer la necesidad de que se provea lo esencial de una educación". El problema, obviamente, es que lo esencial tiene un significado diferente según la concepción del mundo de cada cual.

Pero junto a esta constatación hay otras no menos relevantes. Quisiera centrar mi comentario en la eficiencia en el gasto. O dicho de otra manera: si lo que se gasta se gasta bien. Y ahí es donde tenemos un enorme trecho para la mejora. Por mencionar tres ejemplos., ¿Qué se ha hecho para combatir las elevada tasas de fracaso escolar que es un problema detectado hace, por lo menos, veinte años?. Pues lo cierto es que no se h hecho nada ¿Cómo es posible que cada conseller que se nombra, o cada ministro, vuelva a repetir desde cuando era conseller Joan Romero que hay que mejorar la formación profesional y que a pesar de ello siga sin estar adaptada al mundo en que el que vivimos? La respuesta es porque es cara y es más barato formar secretarias.

Y tercero, ¿es razonable la inversión que se ha realizado en edificios en las universidades valencianas en los últimos veinte años respecto a la dedicada a consolidación de grupos punteros de investigación o a vincular la formación, o algunos segmentos de ella, directamente a las necesidades del tejido productivo? Y la respuesta en mi opinión a lo primero es que en modo alguno y que la afición de los rectores por las "casitas" ha sido nefasta.

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MARIANO AYUSO, abogado, socio de Cuatrecasas, Gonçalves Pereira

"La inversión en educación y formación es la más importante apuesta de futuro que puede hacer una sociedad. Esto no es un tópico. El capital humano se acrecienta y valoriza con la formación. Precisamente, uno de los peores efectos que ha tenido la "burbuja inmobiliaria" ha sido el ocupar una parte importante de la población joven con salarios elevados y escasa cualificación, sacándolos del sistema educativo medio/superior.

No puede dejar de invertirse lo máximo posible de los recursos públicos en ello y debe ser la última partida a recortar. Pero eso no quiere decir que no pueda hacerse una gestión más eficiente de los recursos y elevar la calidad -y la cantidad- sin aumentar el gasto. Una manera inteligente y eficiente es con la gestión indirecta de la educación pública -actual sistema de conciertos u otro semejante- en el que la inversión en los inmuebles e instalaciones se traslada a la iniciativa privada. Esto puede hacerse tanto contratando con empresas educativas existentes, como fomentando el cooperativismo entre profesores que dejarían la precariedad actual de los contratos interinos anuales para asumir la gestión, y el riesgo, de su propia empresa educativa".  

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 CARLOS GONZÁLEZ TRIVIÑO, abogado

"Que la cuestión de si invertir en educación es invertir en futuro pueda plantearse en forma de interrogante ya debería hacer saltar todas las alarmas. Una sociedad avanzada necesariamente concibe la relación entre educación y futuro de manera axiomática. Si en este tema hay margen para la controversia es que hay ya un grado muy importante de atraso cultural respecto a los temas que pueden ser objeto de polémica.

Uno de los ejemplos más notables en cuanto a la claridad de visión estratégica del papel de la educación es Suiza. Un maestro de primaria percibe allí un salario de unos 7.500 francos suizos mensuales (6.200 euros aprox.) en su primer año de ejercicio. Más que un ministro en España. Todo un indicador de ambición presupuestaria, de confianza en el retorno de la inversión educativa y de reputación de la clase docente como estamento decisivo del buen funcionamiento social.

En 1905 Einstein, un empleado suizo de patentes, formuló su Teoría de la Relatividad Especial. El primer esbozo gráfico de internet lo dibujó Tim Berners Lee para el CERN en Ginebra. La pasada semana también allí se presentaron unos resultados que podrían poner en jaque la relatividad y desencadenar una nueva revolución científica (con las enormes consecuencias económicas e industriales que ello tiene). ¿Deben considerarse estos hechos casualidades aisladas? O por el contrario ¿son el resultado de un modelo de sociedad en el que la educación, la ciencia, la industria, la economía y la cultura se han integrado en una visión de conjunto?.

Tal vez nuestro problema no sea tanto la escasez de los recursos como la estrechez mental de nuestras prioridades".