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Así le birló la Real Sociedad una liga a Madrid y Barça

17/09/2011 ÁLVARO GONZÁLEZ

Anoeta. Minuto once. El Barcelona gana ya por cero a dos a la Real Sociedad. El comentarista de un canal sudamericano empieza a echar pestes por la falta de emoción de la Liga Española. Otros, que no estaban en desiertos lejanos ni en montañas remotas, se quejan airadamente haciéndose eco de cierto comentario pretérito de Mourinho de que contra el Barça los pequeños salen sin ganas. Una hora después, los vascos empatan. Siguen atacando y podrían haber ganado. El caso es que los azulgrana se dejan dos puntos. Para el locutor latinoamericano ahora no hay rival pequeño, la Real ya avisó el año pasado venciendo este partido. Y aquí, resulta que los de Guardiola ya no son tan buenos y de repente a los de Montanier, técnico blanquiazul, les entraron ganas.

En el fútbol, como en el sexo con caimanes, todo puede cambiar en menos de un minuto. Como en la jornada anterior hubo goleada de los gallitos, había bipartidismo. Y en la próxima, si Guardiola se deja otros dos puntos, empezarán a pedir su cabeza. Al tiempo.

No obstante, eso no quita que en España sea bien difícil ganarle una liga al Madrid y al Barcelona. No es tan difícil como en Portugal al Oporto y al Benfica, no es un monólogo como el del Manchester en Inglaterra o el del Bayern en Alemania, pero no es una liga multipolar como la italiana, ni un campeonato cuyo palmarés parece el de la tómbola de una barraca de feria como en Francia, si obviamos el dominio lionés de la pasada década. Lo cierto es que en España es excepcional birlarle la liga a los dos grandes, veamos por qué.

Capítulo I

Partamos de que el fútbol contemporáneo empieza en los ochenta. El motivo, sencillo. Si un niño de hoy viera un partido de esta época grabado pensaría que juegan andando, pero si escuchara las ondas radiofónicas, encontraría tal cantidad de barbaridades vertidas por los arbitrajes y los favoritismos que sólo le faltaría el iPhone para retuitearlas.

En el año 81, las estrellas, bien pagadas, se solidarizaron con los futbolistas modestos que no cobraban, aunque la defensa fue más dura que ahora y al presidente del Barcelona, José Luis Núñez, le llamaron "mongolito" en rueda de prensa por criticar las movilizaciones. Y luego estaban los derechos de televisión, que se entendían como indemnización al club porque la gente no iba al campo cuando echaban los encuentros por la tele, disputa que ya se interpretaba como la guerra del fútbol, entre otras cosas porque los horarios eran los mismos para todos hasta en Europa y sólo había una cadena -y la 2 en blanco y negro que decían en Medina del Campo-. En fin, podría ser ayer excepto por los avances técnicos, pero no lo es porque no había bipartidismo: La primera liga de la década la ganó la Real Sociedad de San Sebastián.

1. Hace falta un milagro

¿Y cómo lo hizo? Pues no sin dificultades porque realmente habían nacido para ganar la liga anterior. En la 79/80, estuvieron 32 jornadas invictos y se dejaron el título en la penúltima. Les temblaron las canillas entre el récord, aún imbatido, y tener el título al alcance de la mano. Al final se lo llevó el Madrid envuelto en un escándalo de primas a terceros. El Comité de Competición, tras la declaración de dos jugadores del Betis, observó que el club presidido por Luis de Carlos había primado a prácticamente todos los equipos que se habían enfrentado a la Real Sociedad en la segunda vuelta si ganaban o empataban. Cuando se telefoneó al presidente del Madrid, dijo que estaba enfermo. Después, que no iba a pagar la multa que le impusieron. Al final, se saltó todas las jerarquías y recurrió al Ministerio de Cultura. Por supuesto la multa fue revocada y el del Comité de Disciplina que intentó ponérsela, Martin Bassols, tuvo que dimitir alegando "circunstancias ambientales".

Al año siguiente, dominó el Atlético de Madrid en la tabla, pero la Real le arrebató el liderato a pocas jornadas del final. En la última cita del calendario, Real Madrid y Real Sociedad estaban empatados. El desenlace fue tragicómico. El Madrid palmaba en Valladolid, pero la Real estaba haciendo lo mismo en Gijón. Al descanso, RTVE entrevistó en el túnel de vestuarios a un señor con bigote y gabardina, Francisco Javier Aguilar, jugador no convocado del Sporting señalado como el tipo que llevaba el dinero del Madrid. El caballero tartamudeó ante la Carbonero del momento, Mari Carmen, asegurando que iba a demandar a los que le acusaran de correo de las primas. Ahora en el Sporting los no convocados son pelanas antisistema.

Había lógicas suspicacias. Con la derrota de los de Arconada, la Liga se quedaba en la capital porque el Madrid había remontado en Valladolid. Juanito cruzó el césped de Zorrilla de rodillas con los brazos abiertos en agradecimiento a Dios por el milagro, pero se conoce que el Altísimo no es merengue porque, en ese mismo instante, un tipo llamado precisamente Jesús María (Zamora), en el último suspiro en el fango del Molinón, marcó y los vascos fueron por primera vez campeones de Liga. Un milagro claro e inequívoco. Un milagro firmado, qué caray.

Aquella Real Sociedad le tocó los cataplines al Real Madrid como pocas veces se los han retorcido. A Del Bosque le expulsaron dos veces. Una por darle un puñetazo a Alonso en San Sebastián, al padre del actual centrocampista del Madrid, y al año siguiente otra por una patada al mismo hombre, que le tuvo que coger cariño. El portero, García Remón, en Atocha, hizo gestos a la grada después de que se rieran de él tras haberse estrellado contra el poste y le devolvieron monedas y bolas de acero. Se guardó una para enseñársela al árbitro. Esa misma tarde, el defensa García Navajas, mostró desde el autobús dinero provocativamente a los aficionados donostiarras y con la que se lió, Juanito no pudo abandonar el estadio. Tampoco De Carlos, al que sacó el presidente de la Real en coche. Comprendan niños de hoy que un dedo en el ojo entonces hubiera pasado inadvertido.

2. A Dios rogando y con el mazo dando

Con todo, mucho más singular fue el tropezón del FC Barcelona aquel año. Núñez estaba preocupado porque no tenía un asistente para su goleador estrella, Quini. Se trajo a Schuster y la plantilla, con el entrenador a la cabeza, se amotinó, como era costumbre en esa casa en aquel tiempo, porque no estaban de acuerdo con el fichaje. Resuelta la trifulca, el Barça echó a andar y en la jornada más ilusionante, tras meterle un 6-0 al Hércules, cuando estaban a un punto del líder, el Atlético de Madrid, Quini, que había metido dos goles, fue secuestrado.

El equipo se hundió. No podía ni entrenar. Un día el delantero danés Simonsen llegó una hora tarde a un entrenamiento y al resto de la plantilla casi le dio un jamacuco de los nervios.

La Federación decidió que la liga continuase "en honor al secuestrado" (!) y, mientras, seguía el tira y afloja con los secuestradores, las llamadas telefónicas, las cartas de Quini y la policía. Que si habían pedido 70 millones, que si habían pedido 100, que si los querían en Suiza, que si la directiva sólo quería volver a ver con vida al jugador. La plantilla del Barça, en buena lógica, no quería jugar. Schuster estuvo sin dormir dos días. 4.000 policías estaban buscando a su mejor amigo.

Finalmente jugaron y el delantero fue liberado por los agentes. Una banda de parados aragoneses le tenía oculto en un taller en Zaragoza. Quini les perdonó, comprendió sus motivaciones y su situación desesperada. A ver qué jugador actual que haya llevado el logo de Unicef sobre su pecho retira nada menos que una denuncia por secuestro, como hizo el asturiano.

3. Doctores tiene la Iglesia

De vuelta a la realidad, el entrenador del Barça, Helenio Herrera, pidió repetir los partidos que sus chicos se habían visto obligados a jugar durante este calvario y sometidos a semejante presión. Habían sumado un punto en un mes. Decía que, cuando menos, los clubes cobrarían dos veces por el mismo partido y, al Zaragoza, con quien habían empatado en casa, le regalaban la recaudación. Más que una cuestión de deportividad, era de humanidad.

Pero en su partido, el Atlético les había ganado por uno a cero con solitario gol de Marcos Alonso. El doctor Cabeza, presidente de los rojiblancos, no le dio muchas vueltas. Los colchoneros eran líderes en esa jornada y esto le dijo a Helenio Herrera sobre repetir el partido este buen hombre profundamente conmovido por el secuestro a punta de pistola de un jugador rival: "Que se compre una novela de Corín Tellado y se la lea de un tirón".

Tres sencillas circunstancias en un mismo año que echaron abajo el bipartidismo balompédico. Fácil ¿verdad?

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