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opinión

Último verano con el presidente Zapatero

28/08/2011 ANSELM BODOQUE

VALENCIA. Agosto es mes de vacaciones. Incluso con la crisis. Aunque se viaje más cerca, menos días o no quede más remedio que quedarse en casa. No suele ser momento de grandes decisiones. Los políticos, como el resto de los ciudadanos, tienen algunas semanas de vacaciones. Este año no ha sido así. Al menos, para el presidente Zapatero.

A vueltas con los mercados

El mes comenzó con tormentas en los mercados. El mal acuerdo presupuestario del Congreso de los Estados Unidos, la rebaja de la calificación de la deuda de EE.UU. hecha por Standard & Poor's, los ataques a las deudas soberanas de España, Italia e, incluso, Francia, hundieron las bolsas del mundo occidental.

Zapatero tuvo que retrasar y reducir sus vacaciones, el resto de líderes europeos también. El Banco Central Europeo compró deuda italiana y española, la prima de riesgo española se redujo y, días después, el martes 16 de agosto, quienes dirigen Europa sin que los europeos les hayamos votado, Angela Merkel y Nicolas Sarkozy, se reúnen y acuerdan impulsar un gobierno económico de Europa, aumentar los impuestos del sector financiero y ordenar a todos los países de la zona euro que incorporen a sus respectivas constituciones, antes de un año, la obligación del equilibrio presupuestario y, consecuentemente, del control del déficit.

Reforma exprés de la Constitución

El mes se acaba con el anuncio de Rodríguez Zapatero, en el pleno extraordinario del Congreso del martes 23, sobre la necesidad de una reforma urgente e inmediata de la tantas veces intocable Constitución Española para cumplir con la obligación establecida por Merkel (y Sarkozy). Alemania lo ordena y nosotros, alumnos aplicados, corremos a abrazar el dogma neoliberal de déficit cero, sin debates y sin resistencias significativas, más allá de las críticas de la izquierda comunista y de los nacionalismos periféricos que temen que se reduzca, más todavía, la autonomía financiera de las comunidades autónomas.

Rajoy rompió el largo descanso estival para manifestar su entusiasmo ante esta reforma. Dos días y medio después, en la madrugada del 26 de agosto, PP y el PSOE llegan a un acuerdo que viene a decir que, en materia de déficit y de buena parte de la política económica, España hará lo que diga la Unión Europea; es decir, Alemania.

Sorprende, en cualquier caso, el apresuramiento del PP y el PSOE para llevar a cabo esta reforma impuesta desde fuera y la desgana o incapacidad demostrada durante años para modificar la Constitución de 1978 en sus aspectos más chirriantes (sucesión al trono, Senado o elementos de la estructura territorial del Estado). Poco ha importado, además, que una reforma tan precipitada devalúe la Constitución Española como marco legal estable no sujeto a vaivenes repentinos ni a ingerencias externas. Una alteración de aspectos importantes de la Carta Magna, como es el caso, no debería producirse sin una discusión extensa sobre su oportunidad y beneficios, tendría que buscar un consenso político amplio que fuese más allá de las dos principales formaciones de la partitocracia española, y necesitaría del refrendo popular. Si no es así, la Constitución y la democracia española pierden valor.

Visita del Papa

A mitad de mes, el mismo día que Merkel y Sarkozy se reunían en París, comenzaba en Madrid la Jornada Mundial de la Juventud. El evento ha movilizado durante más de diez días a cientos de miles de jóvenes de todas partes del mundo y ha sido el mayor éxito del Vaticano en España en muchos años. La Jornada, además, ha constituido un cierto desaire para la Conferencia Episcopal Española y un nuevo golpe para un zapaterismo que, en el final de sus días, parece desbordado en todos los frentes y sin relato.

La mano del presidente de la Conferencia Episcopal Española, Antonio María Rouco Valera, se ha visto en detalles como el acto de los fundamentalistas kikos, fuera de programa, al día siguiente de que el Papa abandonara Madrid, o en el hecho de que el presidente y candidato del PP, Mariano Rajoy, fuera invitado a un breve encuentro con el Papa y no se hiciera lo mismo con Alfredo Pérez Rubalcaba, candidato del PSOE.

Sin embargo, el discurso del Papa y la diplomacia vaticana han huido de las estrategias de la confrontación con el Gobierno Zapatero que protagonizó la Iglesia española en la anterior legislatura y que tanto contribuyeron a la movilización de una parte del voto izquierdista en las elecciones generales de 2008. Benedicto XVI fue elegido Papa en 2005, pasó dos años haciendo cambios en la estructura de poder del Vaticano y, desde 2008, junto con Tarsicio Bertone, secretario de Estado del Vaticano, el colaborador más directo del Papa, ha buscado disminuir el nivel de enfrentamiento con el Gobierno de España sin dejar de defender los intereses y posiciones de la Iglesia Católica.

Bertone visitó España en febrero de 2009 y abre personalmente, por encima y al margen de la Conferencia Episcopal Española, una vía de diálogo y entendimiento con el Gobierno de España. La Iglesia Católica evitaría la confrontación y el Gobierno no modificaría los acuerdos con la Santa Sede y moderaría sus iniciativas laicistas. Dos meses después, Federico Jiménez Losantos era despedido de la COPE. El Gobierno evitó cualquier alusión a una posible revisión de los acuerdos con el Vaticano, pero mantuvo parte de las iniciativas que podían generar conflictos con la Iglesia Católica.

La reforma de la regulación del aborto se presentó el mismo 2009. Los proyectos de futuras leyes de la Muerte Digna y, sobre todo, de Libertad Religiosa, seguían adelante con María Teresa Fernández de la Vega como principal valedora. Los estrategas socialistas que buscaban la movilización electoral favoreciendo la diferenciación en el ámbito de los valores entre la derecha y la izquierda, también recomendaban estas iniciativas. En mayo de 2010, Zapatero tuvo que modificar su política económica y social por imposición de Merkel (y Sarkozy). Luego, se hundió en las encuestas. En septiembre de 2010, Fernández de la Vega salía del Gobierno.

Ramón Jauregui, católico, y proscrito por el zapaterismo por haber discrepado públicamente de la política de la dirección del PSOE con la Iglesia Católica, ocupaba el Ministerio de la Presidencia de la mano de Rubalcaba. Once meses después, suavizada la Ley de la Muerte Digna y aparcada definitivamente la Ley de Libertad Religiosa, el Gobierno se vuelca económicamente en el éxito de la visita del Papa durante la Jornada Mundial de la Juventud. Imágenes finales del zapaterismo.

Últimos días del zapaterismo

Zapatero llegó a La Moncloa con la virtud esencial de no ser Aznar y con un programa de gobierno profundamente reformista que tenía seis ejes básicos: la construcción de la España plural, el cambio del modelo productivo, el reconocimiento de derechos civiles, la ampliación del Estado del Bienestar, la reforma constitucional, y la recuperación de valores republicanos, la memoria histórica y el avance hacia una sociedad laica.

El indefinido proyecto de la España plural murió la noche del 21 de enero de 2006 cuando Zapatero pactó con Artur Mas una versión del Estatuto de Cataluña al margen del PSC, a cambio del apoyo estable de CiU y de que Mas, y no Montilla, fuese el futuro presidente catalán. Nada fue como se pactó aquella noche, pero la España plural se diluyó en la aventura desproporcionada de estatuto catalán y las incoherencias socialistas.

El cambio de modelo productivo nunca se intentó, se dejó crecer la burbuja inmobiliaria y ni siquiera se modificó la Ley del Suelo del PP. El sueño del crecimiento económico y del enriquecimiento fácil se alargó hasta principios de 2008. El despertar ha sido muy duro y, en estos momentos, nadie sabe cuándo podremos superar la crisis, en qué condiciones lo haremos y con qué modelo productivo saldremos adelante.

La ampliación de derechos civiles tiene como componentes principales el reconocimiento del matrimonio homosexual y la Ley de Igualdad. Es, sin duda, el ámbito de las políticas públicas que más se identifica con la acción de gobierno de Zapatero.

La ampliación del Estado del Bienestar no se materializó en algo progresivo, igualitario y coherente en las materias clásicas de Seguridad Social, Sanidad o Educación. España apenas ha aumentado el porcentaje de PIB destinado a estas políticas, aunque se hayan incrementado las pensiones más bajas o impulsado reformas educativas y leyes para mejorar la salud de los ciudadanos. La escisión del sistema educativo español entre los centros públicos, los concertados y los privados ha continuado y no se han ampliado las prestaciones ni se ha mejorado significativamente la financiación y calidad de los servicios sanitarios públicos.

Si bien, hay que recordar que la ejecución de las políticas educativas y sanitarias son responsabilidad de las comunidades autónomas. La iniciativa principal de Zapatero para ampliar el Estado del Bienestar fue la Ley de Dependencia de 2006. Una propuesta importante y positiva, pero demasiado voluntarista en los plazos de ejecución e insuficientemente financiada, lo que está dificultando su aplicación efectiva por las comunidades autónomas.

La reforma constitucional nunca se intentó ni en lo referente al Senado, ni al mecanismo de sucesión de la monarquía, ni a ningún otro aspecto. La Ley de Memoria Histórica fue un paso adelante, pero siguió cerrando mal algunas heridas abiertas por la guerra civil y, especialmente, el mínimo respeto, por razones simplemente humanitarias, que merecen los muertos republicanos que todavía hoy se encuentran en fosas comunes y cunetas. Las iniciativas laicistas se han ido evaporando desde septiembre de 2010 y la Iglesia Católica acaba de hacer su mayor demostración de fuerza en décadas.

De hecho, tanto la iniciativa de la reforma constitucional actualmente en marcha como la financiación pública del viaje del máximo representante la Iglesia Católica, ponen de manifiesto el ocaso del zapaterismo y de una estrategia política que trató de asentarse en dos pilares. Primero, el establecimiento de una alianza estable con los dos principales sindicatos para fortalecer el flanco de una izquierda de tradición obrerista y socialdemócrata, hoy en decadencia, sin explicar nunca suficientemente las políticas sociales que se promovían, lo cual no deja de ser paradójico. Segundo, la movilización política en el ámbito de los valores, impulsando políticas cercanas a los movimientos de la nueva izquierda postmaterialista (ecologistas, feministas, gays y lesbianas) y provocando la contramovilización de los sectores más tradicionales de la Iglesia Católica y la derecha más ultramontana.

El primer pilar se rompió en mayo de 2010 a causa del cambio sin explicaciones de política económica y social realizado por Zapatero. El segundo, evidenció que estaba resquebrajado con las movilizaciones del 15-M y se ha venido abajo con la visita del Papa y la actuación de la Policía Nacional, el pasado 17 de agosto, durante la manifestación en protesta por la financiación pública de la iniciativa vaticana.

Inactividad e hiperactividad

Mientras el gobierno de Zapatero vive sus últimos días con pocos momentos de tranquilidad. Los otros dos personajes principales de la escena política española, Rajoy y Rubalcaba, han tenido veranos contrapuestos. El primero ha permanecido en una larga vacación pública desde finales del mes de julio, de la que sólo ha salido para saludar al Papa y aplaudir la reforma de la Constitución que ordena Alemania. El silencio de Rajoy es tan clamoroso que el semanario The Economist, en el reportaje que dedicaba a la política española el 6 de agosto, lo calificaba crudamente como "el hombre que no tiene nada que decir".

El segundo, Rubalcaba, sin espacio propio, parece obligado a generar titulares y debates para captar la atención de los medios de comunicación bien sea a cuenta de la reforma de la ley electoral, del escaño 351, la supresión de las diputaciones, la elección de Elena Valenciano como número dos por Madrid o las escuelas infantiles de 0 a 3 años. Todo ello, mientras aparecen voces en el PSOE que critican la reforma constitucional emprendida y aumenta el ruido por las listas electorales socialistas. Mucho trabajo por delante para reconstruir el relato y la estrategia socialista, tras el final del zapaterismo.

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4 comentarios

Flora Sanz escribió
03/09/2011 19:24

Cuando una comprueba en qué ha quedado el zapaterismo, proyecto que en su dia compartí, no puede dejar de constatar la separación entre el PSOE, el Grupo Parlamentario y el Gobierno. La debilidad del partido me resulta insufrible. Lo ninguneada que está la militancia, me indigna e irrita y la impotencia que de todo se deriva me produce un gran desconsuelo político. Pero la realidad ha de ser comprendi- da, explicada ¿encontraremos los marcos conceptuales que nos permitan aprehenderla? ¿podremos superar tanto despropósito?...

Marina escribió
30/08/2011 14:49

Excelente artículo. Comparto casi todos tus puntos de vista. Esta mañana he oído en la radio que Zapatero ha empezado a comportarse como un ex presidente del Gobierno antes de tiempo. Algo de eso hay, pero creo que lo que apuntas de 2010 como punto de inflexión y de fractura de los dos pilares que sustentaban el proyecto de Zapatero, es fruto de un análisis más profundo que la mera explicación psicológica. Lo que sí es palmaria, en todo caso, es la recurrente falta de explicación de las decisiones. Y no sé si subyace una incapacidad o la convicción profunda de su inutilidad.

anselm escribió
29/08/2011 15:17

Unai, quizás tengas razón, calificar a Ramón Jauregui de "católico" no es del todo preciso. Jauregui es cristiano, con dudas permanentemente manifestadas. Siempre ha defendido, más allá de sus dudas, que el humanismo cristiano y el socialismo tienen fundamentos similares y son compatibles. en este sentido, Jauregui siempre ha sido un militante cristiano y un promotor de diversos colectivos de Cristianos por el Socialismo. En otro orden de cosas, sus divergencias con el zapaterismo son considerables, en parte por su diferente origen, trayectoria política y solidez intelectiual y política, y, especialmente, porque Jauregui siempre ha defendido una especie de diálogo o alianza con los sectores más abiertos de la Iglesia Católica y se ha opuesto a lo que considera tics anticlericales que del PSOE. Además, la manifestación de sus ideas al respecto en 2004 en la prensa y en el Comité Federal del PSOE tuvo como consecuencia para él, la marginación por el zapaterismo ascendente en aquel momento.

unai escribió
28/08/2011 15:19

¿de donde sacais que Ramon Jauregui es católico? hay k informarse mejor, lo fue un tiempo y dejó de serlo, pero sigue siendo respetuoso con todo el mundo.

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