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Los grandes cines, un problema inmobiliario

ESTHER G. CORONADO. 28/08/2011 ABC Martí, Albatros, Aragón o Metropol son algunas de las salas de Valencia que no han logrado reconvertirse tras su cierre

VALENCIA (VP). Capitol, Artis, Tyris, Eslava... forman parte de la memoria valenciana por alimentar la cultura de la ciudad durante años. Pero estos, junto a una veintena de cines más, han sido en los últimos años víctimas de las crisis, incendios y expectativas de negocios más lucrativos, especialmente, con la aparición de las salas multicine con mastodónticas pantallas en centros comerciales y grandes complejos de ocio. La desaparición de todas esas salas, en algunos casos, ha estado acompañada de intentos de preservar la actividad cultural, pero han sido insuficientes. La iniciativa pública ha sido débil, y sólo en contadas ocasiones ha logrado reflotar un espacio escénico abocado a la clausura.

La lista de bajas en el cine, ha dado lugar, en el mejor de los casos, a la conversión de esos locales en bingos, discotecas, gimnasios, perfumerías y otros comercios, que han borrado la huella de cines como el Aliator, Goya, Price, Savoy, Triunfo, Jerusalén, Xerea, Aula 7, Eslava, Concorde, Museo, Serrano, Artis, Paz, Suizo, Actualidades, Levante, Coliseum, ABC Martí, Aragón. Este tipo de edificios han mantenido siempre una difícil salida comercial, dado el tipo de instalaciones que los caracterizan. Grandes superficies, con distintas plantas de desiguales alturas techos muy altos y rampas. En definitiva buenos, quizá, para supermercados (buen ejemplo son el cine Oeste y el Goya), pero las formas de sus estructuras siempre precisan de costosas reformas.

El último de los locales resucitados ha sido el del antiguo cine Capitol, en la calle Ribera, junto a la Estació del Nord y la plaza de toros. Este año volverá a abrir sus puertas aunque transformado en tienda de moda. La empresa de C&A inaugurará este nuevo establecimiento antes de que termine el año. Una inversión la de este nuevo centro, que alcanza los dos millones de euros. El local tendrá tendrá dos plantas (las oficinas de las plantas altas siguen disponibles) y una superficie de ventas de 1.500 metros cuadrados, y aunque ha sido completamente remodelado, conserva el estilo art decó de su diseño original. También se ha conservado la fachada -construida en los años 30- y la entrada del cine Capitol, que funcionó hasta 1996.

Sin embargo, este espléndido edificio ha estado quince años con el cartel de 'se vende' colgado. Durante ese tiempo también cambió de propiedad, ya que el grupo Coresol, que lo rehabilitó, acabó canjeándolo por deuda con Servihábitat, la inmobiliaria de La Caixa. La caja catalana intentó colocarlo entero, a trozos y, finalmente, alquilarlo. La Generalitat barajó la compra para la Filmoteca, pero la idea no prosperó. "El Capitol es un edificio singular, con una fachada muy representativa del modernismo valenciano que se debe respetar", comenta Antonio Llorens, el prestigioso crítico de Cartelera Turia, a Valenciaplaza.com.

Cines AragónMenos suerte han tenido los cines Aragón, de la Avenida del Puerto de Valencia. En febrero de 2006, 'Los Borgia' daban el adiós definitivo de unas salas que ofrecieron, desde su inauguración en 1989, las mejores películas del cine español y europeo. 17 años de disfrute para los cinéfilos. Los hermanos César y Ernest Sebastián, que también vendieron un año antes el cine Acteón, se deshacían así de una de las salas de culto en Valencia.

De la noche al día, las salas bajaron la persiana y, desde entonces, permanecen intactas. En la fachada de los minicines aún se leen los carteles de hace cuatro años, entre los que destaca: 'El futuro es cosa del pasado'. Pero los hermanos Sebastián no se han desprendido del local. Por un establecimiento tan bien situado llegaron a estudiar convertirlo en un restaurante, pero ni llegaron a un acuerdo entre los propios hermanos ni recibieron ninguna propuesta interesante.

ABC MartíTampoco encontró su media naranja el ABC Martí, en la Avenida Antiguo Reino de Valencia, tras su cierre en 2005. Propiedad de la familia Martí y gestionada por los Pechuán ("son varios los propietarios de distintos cines, una clásica familia de exhibidores de cine que llevan en la cinematografía desde principios de siglo", aclara Antonio Llorens). En él se celebraron las mejores ediciones de la Mostra de Valencia-Cinema del Mediterrani. Tampoco tuvieron mejor suerte los especializados en versión original, cines Albatros, uno de los últimos baluartes en Valencia del cine europeo y de los últimos en sucumbir a la 'extinción' de los cines de barrio. Cada año se proyectaban un promedio de 200 películas europeas y asiáticas principalmente. Los Babel se quedaban solos en la misión.

En mayo de 2010, tras casi 25 años de trayectoria, los Albatros cerraban ante una histórica confabulación contra las salas de cine pequeñas del DVD, el top-manta, internet el 3D... y la crisis financiera global. Precisamente el juzgado que instruía la liquidaciónde la sociedad gestora cerró definitivamente el expediente. Antonio Such, arquitecto, se convertía en administrador único de la empresa en 1998, pero no pudo asumir el coste de la conversión digital de las salas de cine. Mal momento para vender el inmueble, aunque no se descarta su alquiler a un supermercado (hay un Mercadona cerca del edificio).

LA MALDICIÓN DEL FUEGO

Menos traumático pero sí ardiente fue el cierre del cine Metropol, en la calle Hernán Cortés, propiedad de Francisco Montoro. Un incendio apagó la pantalla en 1999 y desde entonces, el bloque de cuatro alturas y planta baja, permanece casi inalterable. Solo la edición de 2006 de Casa Decor dio un pequeño hálito de vida a un edificio inerte. El propietario no ha mostrado intención de deshacerse del inmueble, que, por otra parte, se mantiene vivo por una inquilina que reside en él. 

Cine TriunfoHubo también un tiempo en que el Distrito Marítimo de Valencia contó con varios cines: Leones, Levante, España, Triunfo. El monumental edificio de este último se construyó en 1930 y se conservó en la calle Muñiz y H. de Alba, en un estado deplorable, hasta su derribo en diciembre de 2006. Hace pocos años proyectaron convertirlo en sala de baile, pero los vecinos se opusieron a ello. 

Y no mejor suerte tuvieron los antiguos cines Princesa, destruidos por un incendio en febrero de 2009. Era un edificio emblemático y uno de teatros más antiguos de la ciudad, ya que su construcción original data de 1853. Antes del siniestro, el que también fue teatro, llevaba 20 años cerrado y  abandonado, aunque se consideraba de interés histórico.

El fuego ha sido una maldición para los cines valencianos.  Los antiguos cines Lys del Paseo Ruzafa, propiedad de la promotora de Bautista Soler, Clariano SA, fueron asolados por las llamas en 1989. Doce años más tarde, abrían sus puertas en nuevo emplazamiento, con 14 salas. Clariano tuvo que renunciar a principios de los noventa a la idea inicial de levantar sobre el solar del viejo cine un edificio de oficinas, después de que la Conselleria de Cultura reivindicase el mantenimiento de la actividad que el edificio había albergado hasta su destrucción.

COMERCIOS Y SUPERMERCADOS, LA SALIDA

Los Serrano del paseo de Ruzafa, tuvieron más suerte. Fueron sustituidos en 2008 por una tienda de Zara. El local consta de dos plantas pero el resto del edificio que ha quedado como resultado de la obra lo ocupan oficinas en alquiler. Perteneció durante su época dirada a la familia Pechuán, propietaria de las entonces cuatro salas ABC. En 2001, los propietarios anunciaron la intención de convertir el edificio, que incluía el cine Artis en sus bajos, en un complejo con seis salas y 2.000 butacas. Por entonces era la sala de exhibición de mayor capacidad abierta en la ciudad de Valencia, con un aforo de 1.100 butacas. Sin embargo, el proyecto previsto para 2002 no ha visto finalmente la luz.

También durante un tiempo se especuló sobre la intención del ayuntamiento de adquirir el edificio para albergar las actividades culturales que organiza, pero finalmente no llegó a término. Supuestamente, el alto precio (6,6 milones de euros) fijado por los propietarios constituyó el principal freno.

Los Pechuán también supieron rentabilizar la venta del Tyris, en la calle José Antonio 10, popular por su pantalla Vistarama. Tras 30 años como cine de estreno y otro largo periodo como cine de reestreno, la sala exhibió su último film en enero de 2002, una fecha, muy previa a la explosión de la burbuja inmobiliaria, lo que le permitió encontrar salida en el mercado. Hoy, se encuentra reconvertido en un gimnasio (Tyris Spa&Fitness) de 2.200 m2, de los cuales 1.000 están ocupados por un spa de la firma Unique Spa.

De mano en mano fue el veterano cine Goya, en Maestro Gonzalbo. Convertido en una librería Crisol tras su cierre, pasó a ser un supermercado Caprabo, que fue comprado por Consum, que tras cerrar se convirtió en lo que es hoy, otro supermercado, el Dia. Mercadona también se hizo con varios antiguos cines, como el Merp, en la calle José Benlliure.

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5 comentarios

Carlos escribió
13/04/2015 15:18

La"calle Jose Antonio" se llama Avenida Reino de Valencia desde que estamos en democracia, más o menos. Por otro lado los actuales multicines Lys se conservan en el mismo emplazamiento que su antecesor, ya que este edificio fue derribado y sobre su solar se construyó el nuevo complejo. Por lo demás buen artículo y buena información sobre el (a veces triste) destino de todos aquellos cines.

Jose Luis escribió
30/08/2011 15:20

Precioso artículo, hace ya unos años que no vivo en Valencia y se me ha caido el alma a los pies viendo que ya no queda ninguno de los cines de mi adolescencia. En fin, supongo que mi padre también pensó lo mismo cuando vió cerrar sus sitios de juventud. Tempus fugit

María escribió
25/08/2011 19:10

Magnifico! Qué recuerdos... y qué lástima...

jose escribió
24/08/2011 23:37

Es bastante sospechoso que el edificio contiguo al los cines Marti este también abandonado y solo quede un propietario, dicen que el edificio también es de dueño del Martí...no te digo na y te lo digo to.

Luís Rota escribió
24/08/2011 17:18

Precioso recorrido por la historia de nuestros cines, los recuerdos de una Valencia cultural que, como bien reza el artículo, se extinguió. Bravo!

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