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VALENCIA. "A un americano tu no le dices cómo tiene que vivir", dijo Jimmy McMillan al NY Post hace un par de días. ¿Que quién es Jimmy McMillan? Primero se postuló como candidato a alcalde de la ciudad de Nueva York; más recientemente se presentó como candidato para gobernador del Estado de Nueva York; y ahora se prepara para presentarse para ser elegido Presidente de los Estados Unidos de América en 2010 (su web dice "McMillan For President in 1012", pero bien).

El nombre de su partido es: El alquiler es demasiado alto, joder (www.rentistoodamnhigh.org. La plataforma política de su partido es... que el alquiler es demasiado alto. El lema: "Techo sobre tu cabeza. Comida sobre tu mesa. Dinero en tu bolsillo."

McMillan, veterano de la guerra del Vietnam, es un tipo inconfundible. Además del ingenioso nombre de su partido, ejem, destaca por su pelo facial, un bigote envolvente y una generosa perilla. Lo han caricaturizado hasta en el famoso programa televisivo Saturday Night Live (en directo desde Nueva York), con Keenan Thompson haciendo el papel. Se parece un poco al Coronel Sanders, ese ícono de la cadena de restaurantes KFC, pero en versión negra.

Su problema más inmediato es que el dueño del edificio en el que tiene su apartamento quiere desahuciarlo porque piensa realquilarlo a un precio superior. McMillan vive en ese apartamento de protección oficial desde 1977, en el East Village de la ciudad de Nueva York, una zona bastante de moda últimamente. Y aquí viene el remate: el alquiler que paga es de unos 600 euros al mes. Resulta que, para el propietario del edificio, y para un piso en Nueva York, el alquiler es demasiado bajo. Joder. En su propia web Jimmy afirma que el típico alquiler de un piso de un dormitorio en Nueva York es de 4.600 dólares al mes, unos 3.200 euros.

Pero la clave de todo esto, y el mensaje que tiene en el panorama financiero global en que vivimos, es que a pesar de su afirmación al Post, ha llegado precisamente la hora en que es posible decirle a un americano cómo tiene que vivir: pagando bastante más de 600 euros al mes por alquiler, para empezar. Es lo que tiene vivir en un país deudor.

Y hablando de países deudores, ese mismo mensaje, trasladado a Europa, se multiplica por cuatro, relativamente hablando. El "primer mundo", igual que Jimmy McMillan, tiene un serio problema. El lema: "Techo sobre tu cabeza. Comida sobre tu mesa. Dinero en tu bolsillo," va adquiriendo un inesperado, casi desesperado, significado.

Grecia está pasando por un momento en su historia social y política que jamás podía haberse imaginado. Se trata de una tragedia de proporciones homéricas. La gente ya no sabe contra qué manifestarse. Las familias se hallan ante un panorama que los ve retroceder en términos económicos a la década de los 70. Sacan el dinero de los bancos y se lo guardan bajo el colchón (5 mil millones de euros sólo en el mes de mayo). El Estado de Bienestar mal está. Tiendas, pequeñas empresas, empleos, desaparecen, y con ellos, el futuro ya no del Estado, sino del Pueblo mismo. Lo único que queda es la familia. El gobierno "no tiene ni idea", dicen, de lo que está sucediendo, o de lo que debe hacer.

España no va muy por detrás de Grecia. No es lo mismo lo que sucede aquí, no, pero tampoco es muy distinto. Y si los augurios de los economistas más pesimistas (¿quién es ese Niño Becerra?: "La crisis empieza ahora") se cumplen, estamos en la antesala de un inconcebible desastre. La economía está jodida, ¿quién la desjoderá? ¿Rajoy? ¿Rubalcaba?

Bien. Indignémonos. El alquiler es demasiado alto. El alquiler es el coste de vivir mejor que los del segundo, o del tercer, mundo. Hemos vivido demasiado mejor que ellos durante demasiado tiempo. Y los multimillonarios han vivido demasiado mejor que los demás durante demasiado tiempo. Y los corruptos se han aprovechado de la avaricia y de la envidia humanas durante demasiado tiempo.

Lo peor de todo es que parece que nadie tiene la más mínima idea de adónde nos va a llevar todo esto, y dónde vamos a aterrizar en un par de años. Pero hay que permanecer positivos y pensar que acabaremos con un techo sobre nuestra cabeza, comida sobre la mesa, y dinero en el bolsillo. Buena suerte. Joder.

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(*) Vicente Carbona es licenciado en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales y máster en Periodismo por la Boston University.