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 FORO VALENCIA PLAZA
¿Tiene solución la crisis de las deudas soberanas en la eurozona... o acabará con el euro?

19/07/2011 La crisis financiera que sufre la Unión Europea nos está deslizando por una peligrosa pendiente. Sobre sus efectos y consecuencias trata esta semana el Foro de Valencia Plaza, cuyos comentaristas ofrecen su visión sobre un problema que atañe a todos. Hoy opinan Antonio Cubel (UV) y Juan Latorre (KPMG)

VALENCIA. En los últimas días se ha producido un nuevo y grave episodio de la crisis que sacude la deuda soberana de algunos países en la eurozona durante la cual la prima de riesgo para Italia y España, tercera y cuarta economía de la misma, han alcanzado máximos históricos. Por otro lado, Moody's ha rebajado la calificación de la deuda de Irlanda a bonos basura. Con ello ya son tres las economías del área euro con esta calificación, lo cual de facto las imposibilita acudir al mercado internacional de capitales para financiarse en condiciones de normalidad.

Ante ello, surgen un buen número de interrogantes parte de los cuales sirven de inicio del Foro de Valenciaplaza de esta semana abierto, como siempre, al cruce de opiniones o matices entre sus participantes. Por ejemplo, ¿Dónde hay que buscar el origen de este nuevo episodio? ¿en la incapacidad política de la UE o en la "falta de sentido de la oportunidad" de las agencias de rating del que ha hablado Salgado? ¿La crisis puede acabar con el euro como moneda relevante en la economía mundial? ¿La cesión de parcelas de soberanía nacional en el terreno económico a las autoridades de la UE permitiría abordar de forma más eficaz el problema? En definitiva ¿tiene solución la crisis de las deudas soberanas en la eurozona?

-----------------------------------------OPINIONES---------------------------------------------------------------


ANTONIO CUBEL MONTESINOS, profesor del Departamento de Análisis Económico de la Universidad de Valencia

La crisis del euro, tal como se está desarrollando en los últimos días, no es tanto una crisis de deuda como una crisis de gobernanza europea: una muestra de la incapacidad de la Unión Europea de tomar decisiones con rapidez para atajar los problemas económicos de algún país socio que pueden contagiar al resto. Ninguna de las decisiones adoptadas en los últimos meses ha servido para reducir la prima que pagan las emisiones de deuda de los países en problemas, agravando la situación de las cuentas públicas.

De las reuniones de los próximos días debería salir una posición clara de ayuda a Grecia (y por extensión al resto de países con problemas similares) mediante la compra de deuda griega por parte de la autoridad monetaria europea. La situación de emergencia en la que puede entrar la eurozona en caso de que las condiciones económicas empeoren no debe ser menospreciada. El mantenimiento de tipos de interés altos, sin un horizonte claro de descenso encarece la financiación de las empresas y obstaculiza la recuperación económica. Y sin recuperación económica no habrá salida real y definitiva a la crisis.

Queda el tema de la responsabilidad. ¿Por qué vamos a resolver el problema de los griegos, que han engañado y no han tomado las medidas de ajuste a tiempo? Porque las consecuencias de no hacerlo serían peores que las de ayudarles. Y porque el problema griego es consecuencia de una forma de actuar en la UE de la que todos los países son responsables. El Pacto de Estabilidad y Crecimiento preveía sanciones a los países que no cumplieran con los objetivos de déficit. Se han observado más de 50 incumplimientos (entre ellos de Francia y Alemania) y no se ha actuado sobre ellos.

El problema, por tanto, no es Grecia (o no es tan sólo Grecia): el problema es la falta de mecanismos institucionales en la UE para resolver estas situaciones. Por tanto, estabilicemos primero la situación y después lleguemos a nuevos acuerdos para impedir que la situación se repita, con la lección bien aprendida. 

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JUAN LATORRE
, director de KPMG en la Comunidad Valenciana

La situación actual tiene su origen, desde un punto de vista básico, en sI los políticos de la Unión Europea, se creen o no, el concepto de "Unión Europea". Esta Unión debería tener unos planteamientos más estratégicos y más creíbles, desde todos los puntos de vista, económicos, fiscales, de futuro como países verdaderamente unidos. Con este enfoque estos países deberían ser capaces de afrontar grandes retos, como el reconocer que ya no somos, como zona de actuación, tan importantes como en el pasado, que hay determinadas políticas sociales que o se redefinen o quebraremos el sistema. Transmitir a nuestros ciudadanos que éste no es ni será nunca lo mismo, que tenemos que trabajar más y ganar menos, acabar con el despilfarro, con el fraude, con la ineficiencia en todos los ámbitos de actuación.

En una palabra, como responsables políticos, asumir la nueva realidad y afrontarla. Internamente podemos estar echando las culpas unos países a otros, a las agencias de rating a actuaciones más o menos acertadas de cada presidente de Gobierno, etc.., pero seguiremos sin querer afrontar la realidad. Con una unión real es posible que tengamos soluciones dolorosas pero soluciones a medio plazo, si no todos acabaremos pagando un alto precio por la visión cortoplacista de nuestros políticos.

------------------------------------OPINIONES ANTERIORES--------------------------------


J
AVIER FERRI, profesor del Departamento de Análisis Económico de la Universidad de Valencia

¿Por qué se decidió rescatar a Grecia, Irlanda y Portugal? ¿Por qué se comprometió un segundo rescate a Grecia? ¿Cuántos rescates más, y a cuántas grecias, van a producirse? ¿Qué incentivos reales tienen las economías rescatadas a realizar cambios estructurales profundos si no se conocen las respuestas anteriores? Es más, ¿por qué empeñarnos en seguir pagando el rescate de una economía cuya sociedad, a través de los gobiernos elegidos democráticamente, ha ocultado y tergiversado sistemáticamente información contable y que, además, no parece querer ser rescatada? La respuesta a esta última pregunta, se argumenta, es que el proyecto de construcción de Europa pasa por no dejar caer a esta economía. Interesante paradoja, cuando en el espíritu del Tratado de Lisboa se encontraba la no responsabilidad de la Unión con las obligaciones financieras de los estados miembros.

Para justificar el yes-bail-out se esgrimen varios argumentos. El primero de ellos es que el proyecto de construcción de una Europa unida sólo sobrevivirá si la Unión se expande continuadamente. Frente a este razonamiento se puede contraponer que un país que abandona el euro no tiene por qué hacerlo permanentemente. Después de su particular travesía por el desierto puede volver a ser admitido, saneada su economía. Además, la salida de Grecia permitiría gestionar mejor la solución a los problemas de gobernanza europea, para afrontar en un futuro crisis similares. El segundo argumento para no dejar caer a Grecia es que su salida del euro supondría más presión sobre los tipos de interés de los países con problemas en la eurozona.

Los defensores de este argumento infravaloran la capacidad de reacción de los gobiernos, a través de reformas radicales y creíbles, cuando le ven las orejas al lobo. Pero al lobo de verdad, no al de peluche, invocado por los fondos de rescate europeos, que corre el riesgo de apoltronarse en su estantería con el dinero de los contribuyentes. Por último, se argumenta que fuera del euro Grecia, el coste de la reestructuración de la deuda griega la soportaría en una parte importante el sector bancario. Esta consecuencia se parece bastante a la propuesta alemana de rescate, con la diferencia de que, de nuevo, se ahorra el dinero de los contribuyentes. Conclusión: pierde Grecia y tal vez algún otro país. ¿Gana Europa? No es seguro, pero lo que cada vez tengo más claro es que por el actual camino perdemos todos.

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JORDI PALAFOX, catedrático de Historia de las Instituciones Económicas

Merkel, con la rotundidad alemana que les hace denominarlos cabezas cuadradas, lo ha explicado con claridad meridiana: el problema es la deuda y no las agencias de rating. Una vez más, la Europa del Sur, acompañada de Irlanda y de la diminuta Islandia en esta ocasión, ha vuelto a gastar más de lo que tenía y se ha endeudado hasta las cejas. Y ahora cuando no puede devolverlo o se duda de ello, apela a la solidaridad, que quiere decir que vuelvan a pagar otros. A lo cual esos otros (Alemania pero también Finlandia u Holanda) dicen que no, como es lógico. Piden que reduzcamos gastos y/o subamos impuestos. Ah! Subir impuestos tras años de promesas del gratis total. No hay político del sur que se atreva. Por tanto, a reducir gasto, menos en lo que les afecta a ellos (como aquí más asesores para cada conseller y más fondos para los grupos parlamentarios).

Si se trata de halagar, las agencias de rating son manipuladoras de los mercados y los que quieren cobrar sus préstamos insolidarios y especuladores. Pero los hechos son tozudos. Una buena parte de las empresas, familias y Administraciones han gastado irresponsablemente y debieran pagar las consecuencias. No van a convencernos a la parte de la sociedad que no lo hemos hecho, que solidaridad significa asumir sus errores entre todos. Si nos obliga la ley lo tendremos que hacer, pero como dice el slogan ¡no somos tontos! El problema claro es la asimetría: los que han hundido a las cajas de ahorro, por ejemplo, siguen, en su mayoría, en sus puestos con salarios espectaculares y han recibido miles de millones de ayuda. Si ellos no van a pagar sus errores por qué tendrían que querer hacerlo lo demás irresponsables.

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