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¿Sus vidas cuánto pesan? Esperando un pasado que no volverá

JORGE PEREPÉREZ VENTURA (*). 05/07/2011 "Nos hemos abandonado: unos no actualizan sus conocimientos, otros gestionan la empresa con el mismo management que sus antepasados, los trabajadores intentan ponerle puertas al campo blindando su puesto de trabajo..."

VALENCIA. "¿Sus vidas cuanto pesan? Imaginen por un segundo que llevan una mochila, quiero que la llenen con todas las cosas que tienen en su vida: la ropa, las cosas personales, la cama, la mesa, el coche, la casa, el televisor, un estudio, los compromisos , las relaciones... Quiero que lo metan dentro de la mochila. Intenten caminar. ¿No pueden verdad?. Pues esto es lo que hacemos con nuestra vida a diario, nos vamos sobregargando hasta que no podemos movernos. Y ello es un gran problema, porque en el mundo actual moverse es vivir" (de la película Up in the air, escena de la mochila).

Arrastramos un enorme peso en nuestras vidas, están repletas de objetos de los que podemos prescindir, de bienes raíces que nos atan al sitio o localidad donde residimos, de personas con sus relaciones y compromisos que pertenecen al pasado y que ya que nada nos aportan. Ello hace que caminemos lastrados, cargados con todo tipo de hipotecas, las peores las ideológicas, consistentes en una visión del mundo del siglo pasado que nos proyecta una realidad distorsionada, porque nuestra percepción del mundo no ha evolucionado a la misma velocidad que éste. Ello hace que nos hayamos transformados en unos inadaptados para el mundo global actual. Y esto es tremendamente negativo, porque en el mundo global actual, como dice el protagonista moverse es vivir.

Esta inadaptación resulta particularmente peligrosa porque la crisis que estamos viviendo no es algo coyuntural, no es una crisis más, ha venido para quedarse, es sistémica, es el síntoma de algo mas profundo, es el preludio de un nuevo orden económico mundial, de un cambio como fue el final del esclavismo y la revolución industrial.

La globalización significa el fin de las relaciones comerciales injustas impuestas por el primer mundo al resto del planeta, unas relaciones de dominación pseudocoloniales que han perdurado durante siglos, unas barreras que de repente han caído porque el tercer mundo ha despertado. Está compitiendo con salarios mas bajos -que irán en aumento-, pero con una tecnología y unos conocimientos en muchos casos a la altura de Occidente. Los paises emergentes representan actualmente el 50% del consumo mundial cuando hace apenas 25 años era solo el 10% .

La raíz mas profunda de nuestra crisis es consecuencia de que hemos caído en la autocomplacencia (a nivel individual y como país), producto de resultados mejores de los esperados en estos años de bonanza. Ello nos ha convertido en débiles, hace que tengamos miedo, mas bien pánico, cuando perdemos clientes en nuestra empresa o despacho profesional o cuando no despiden como en las escenas de la película.

Hace que nos abracemos a papá Estado o le echamos la culpa de nuestras desgracias a los chinos, a Franco, a Aznar, a Zapatero y los socialistas o a los sindicatos, según el caso, con una falta total de autocrítica por no querer reconocer que hemos fallado nosotros en primer lugar. Nos hemos abandonado, algunos -los afortunados que han tenido estudios superiores- no actualizan sus conocimientos, los empresarios gestionan la empresa con mas teconología pero con el mismo management que sus antepasados, el resto -los trabajadores- intentan ponerle puertas al campo blindando su puesto de trabajo para al final acabar de igual manera en el paro por el cierre de la empresa, porque como dice Julio Anguita no hay que proteger el puesto de trabajo, sino al trabajador, con formación continuada antes y después de que lo pierda, porque si esto ocurre tendrá mucho menos problemas o no los tendrá para encontrar otro puesto de trabajo.

Las nuevas oportunidades están ahí delante nuestro, pero conllevan una mayor exigencia y preparación. Porque el nuevo entorno trae grandes grandes ventajas, sobre todas la irrupción de 2.500 millones entre nuevos y potenciales consumidores provenientes de los países emergentes, lo que constituye el reemplazo de la clase media de los países occidentales que son el futuro frente a las anquilosadas estructuras de occidente. El low cost que conlleva implícito produce un cambio de paradigma el triunfo de "lo barato", lo que conlleva la necesidad de cambiar nuestras estructuras, de reducir costos, para adaptarnos al citado low cost en todos los ámbitos e instituciones.
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(*) Jorge Perepérez Ventura, socio de Audit Ibérica S.A. Área de Reestructuración

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