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CAM y Bankia, en busca de James Stewart y de Fernando Alonso

TAULA DE CANVIS / JOAQUIM CLEMENTE. 13/06/2011

VALENCIA. Agárrense, que vienen curvas. En el primer trimestre del año, el beneficio de Caja Mediterráneo (CAM) cayó un 62%. O un 49,8%. O un 37%. ¿Sorprendidos? Echen un vistazo a los resultados que arroja Google si se hace una búsqueda con las palabras clave: CAM gana menos 2011.

No se alarmen. La contabilidad, por muy creativa que pueda ser, no es la culpable de este desaguisado de porcentajes que publicamos los medios de comunicación. El problema surge de la información que facilitó la propia CAM el pasado 27 de mayo. En su nota de prensa, que fue además la única información que aportó a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), la caja omitió datos fundamentales que acabaron provocando la confusión.

Es del todo incomprensible que una entidad que tiene colocadas emisiones en los mercados y que, además cotiza mediante cuotas participativas, presente unas cuentas trimestrales tan dispersas (con el llamativo silencio del supervisor del mercado).

Por si no han tenido muchas ganas de leer la nota, les cuento alguna de sus deficiencias. La primera y más importante: los tradicionales cuadros con el balance y la cuenta de resultados, con cada una de sus magnitudes o márgenes y su comparación tanto en números absolutos como relativos con el mismo periodo del año anterior, sencillamente, no están. En el texto se desperdigan algunos de ellos, aunque de forma incompleta o insuficiente para, al menos, hacerse una idea global. Por poner un ejemplo, personalmente aún no he conseguido saber, y por tanto escribir para ustedes, el impacto en el resultado final de los 172,3 millones que ingresó CAM por la venta de viviendas embargadas por impago de los préstamos. Al margen queda el ya mítico índice de dudosidad, un término acuñado por la entidad en una pirueta lingüística para evitar la palabra morosidad que causa cierto sonrojo.

Tampoco aparece el resultado neto atribuido a la sociedad dominante, la cifra que solemos usar los periodistas cuando damos los beneficios de una compañía. A partir de ahí, el despropósito. Se cometió el error de comparar el consolidado de 2011 con el atribuido de 2010 (-37%). Mejor era comparar los dos consolidados (-49,8%). Y los que tuvieron la fortuna de conseguir el atribuido, pese a las reticencias de la CAM a dar ningún dato más de los facilitados, pudieron echar el cálculo más realista: una caída del 62%, hasta los 23,6 millones. 

Uno se pregunta si esa falta de transparencia que CAM ha demostrado en la presentación de sus cuentas en un momento tan delicado como el que vive es la misma que utiliza en las negociaciones que asegura mantiene con fondos y entidades para que entren en su capital.

Un proceso, este último, que no deja de ser también extraño. Si lo normal es que este tipo de negociaciones sean confidenciales, el goteo de rumores -algunos de los cuales han provocado la estupefacción (ojo al sarcástico nombre con que bautizan un supuesto acuerdo de CAM con Barclays) de uno de los blogs más influyentes, el Alphaville del FT- y las experiencias pasadas (Cajamurcia, BBK, Cajastur...) juegan en contra de la credibilidad de la caja. 

Sorprende igualmente que el Banco de España se muestre tan distante. CAM está buscando una salida a la desesperada a su nacionalización. A la espera de las valoraciones, el FROB, con los 2.800 millones podría tomar hasta el 70% del capital, contando con un descuento de hasta el 75% sobre el valor en libros.

Por eso también resulta llamativo que en algunos círculos se apunte al supuesto interés de "un fondo americano" por entrar si se le concede un 50% de descuento. 

En mis años como periodista económico no he conocido ningún caso de inversores dispuestos a pagar por algo más de lo que vale. O quizá sí. Aunque en esos casos los intereses siempre han sido oscuros e inconfesables. ¿Recuerdan lo de los fondos buitre?

Sinceramente, no sé prever el futuro. Pero si CAM consigue que entren en el capital de su nuevo banco suficientes inversores como para diluir la participación del FROB y, por carambolas, la caja mantiene una mayoría del accionariado, que es lo que persiguen, quizá los actuales gestores puedan emular la escena final de la magnífica película de Frank Capra, ¡Que bello es vivir!.

Roberto López Abad, que según unos está a punto de acogerse al ERE y según otros es quien en realidad negocia en la sombra con esos fondos, se convertiría en una especie de George Bailey, protagonizado por un gran James Stewart, salvando la caja de las garras de un Miguel Ángel Fernández Ordóñez transformado en Henry F. Potter, el malvado banquero que quiere quedarse con la familiar compañía de empréstitos. No está claro quién se ganaría las alas como Clarence. Quizá le sirvan para salir volando si las cosas salen mal.

CAIXA DE GROS

Antes de que Bancaja, y por tanto ahora Bankia, patrocinase equipos de motociclismo, la caja valenciana hizo sus pinitos en el automovilismo de competición. Un joven Fernando Alonso llevó durante años el logotipo de la entidad en su mono en la época previa a su irrupción en la Fórmula 1. Valga esta curiosidad para explicar la querencia del primer banco de la nueva banca por la velocidad.

Siguiendo con el símil, Bankia está en vuelta rápida. El ritmo que lleva para intentar llegar a julio con todo listo y salir a bolsa es trepidante. Esa velocidad es quizá la que le llevó la semana pasada a saltarse una chicane. Presentó a la CNMV unos resultados trimestrales del banco que saldrá a cotizar, ese del que aún se desconocen, al menos públicamente, aspectos relevantes. 91 millones de beneficio, según las cuentas pro forma.

Para muchos la primera sorpresa fue comprobar que Bankia, el banco bueno, gana menos que su matriz, Banco Financiero y de Ahorros, el supuesto banco malo, que comunicó un beneficio atribuido de 195 millones hasta mayo. Pero la auténtica sorpresa llegaría horas más tarde, cuando la entidad que preside Rodrigo Rato tuvo que rectificar, seguramente a instancias de terceros. Un drive trouhg en toda regla que redujo a la tercera parte el beneficio neto consolidado, hasta los 35 millones

Peccata minuta, en todo caso, si se compara con los entre 3.000 millones y 4.000 millones que espera captar en la salida al parqué. 

Lo que tratará de evitar por todos los medios tanto Bankia como todo el sector financiero y el propio Banco de España es que haya bandera roja, como ha ocurrido con la OPV de Atento. Pensar que un gigante como Telefónica se puede arrugar por la desconfianza actual del mercado pone los pelos de punta a los que consideran que el estreno de la entidad presidida por Rato es un stress test para todo el sistema financiero español.

CAIXA DE MENUT

Permítanme que deje los bancos a un lado para echar una mirada a la Generalitat Valenciana. Recordarán que les contamos que el Consell había aprobado suprimir varias fundaciones y empresas públicas dentro de su plan de austeridad. Y si bien el ahorro que suponía esa decisión era minúsculo comparado con el gasto total, uno puede consolarse pensando que un grano no hace granero, pero ayuda al compañero.

Sin embargo, y pese a que me lo temía, el viernes no salía de mi asombro cuando leyendo en el Boletín Oficial del Registro Mercantil tropecé con un punto llamativo.

Me explico: uno de los organismos públicos liquidados fue la Sociedad Gestora para la Imagen Estratégica y Promocional de la Comunitat Valenciana. De ahí se pagaba el canon de la Volvo Ocean Race, parte del coste de la carrera del Fórmula 1 y poco más.

Lo curioso de la historia es que pese a desaparecer la empresa, no lo hacen sus funciones, que ahora asume, letra por letra, la Sociedad Proyectos Temáticos de la Comunitat Valenciana con una ampliación de su objeto social. Me pregunto si, con las competencias, van también los gastos y los empleados que tenía la empresa disuelta, porque de ser así, me temo que aquel 0,06% de ahorro que calculamos en su día en ValencaPlaza.com igual era una cifra demasiado optimista.

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1 comentario

jose escribió
14/06/2011 06:45

Un gran articulo, útil para darse cuenta de q el mundillo financiero valenciano hace aguas.

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