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En el Reino de 'CameClegg': nuevo gobierno, viejo euroescepticismo

Londres Plaza / VÍCTOR JIMÉNEZ. 16/05/2010

LONDRES. Este premier posee dos cabezas. Pero ni el nuevo primer ministro conservador, David Cameron, ni su aliado y viceprimer ministro, el liberal-demócrata Nicholas Clegg, van a jugárselas por empeñar las arcas del Tesoro de su majestad Isabel II contra el desplome de la moneda comunitaria europea. Downing Street está hoy todavía más próxima a la City, y la City se siente más euroescéptica que nuncaLONDRES.

"Claro que España perseguirá conseguir el mismo acuerdo que Grecia ha obtenido del Fondo Monetario Internacional", explica el director de Effective Credit Collections en Cambridgeshire, Robert Partridge, a Valenciaplaza.com, ¿por qué habrían de sufrir los contribuyentes españoles las inclemencias de los mercados del capital, si otros miembros de la eurozona disfrutan de crédito barato y en condiciones mucho más favorables?". Thomas Chin, de DD Corporation, añade: "Alemania, y también Francia aunque en menor grado, van a tener que empujar como nadie para sosterner el valor del euro, pero la moneda solamente podría demostrar su resistencia a largo plazo si la economía de países miembros con peso, como España, crece... y eso ya va a ser más complicado". Estos dos empresarios ni siquiera sonríen por cortesía mientras sentencian a la quiebra a la Unión Europea.

Además de la City financiera de Londres, la patronal del país apoya también con satisfacción la postura que el ahora ex chancellor de Economía, Alistair Darling, defendiera la semana pasada ante las presiones de 25 países europeos por aumentar la regulación sobre la industria de los fondos de especulación, los hedge funds.

En Valenciaplaza.com vaticinamos que el martes 18 de mayo, su nuevo relevo procedente del Partido Conservador, George Osborne, repetirá papel en la reunión de ministros de finanzas de la Unión Europea: dirá que no a la obligación de registrarse con las autoridades comunitarias, no a la supervisión pan-europea y no a la rebaja de las primas.

El invierno se alarga sobre la isla, el seísmo electoral británico remite y el primer gobierno de coalición desde la Segunda Guerra Mundial promete dictar durante los próximos 50 días sus recortes presupuestarios preliminares -por un montante de 6.000 millones de libras esterlinas, o 6.960 millones de euros- en un Reino Unido en el que, de momento, han cambiado muy pocas cosas.

SIN NOVEDADES

Por lo menos, en lo que atañe a las relaciones con la Europa continental. David Blanchflower, professor de Economía en la Universidad de Stirling y ex-miembro del comité de política monetaria del Banco de Inglaterra, lo describe así: "lo que era impensable para los liberal-demócratas hace una semana, como por ejemplo el abandono de sus aspiraciones por una mayor integración en la maquinaria económica de la Unión Europea, se ha convertido en acceptable de repente."

Las primeras declaraciones del diputado laborista en el parlamento de Estrasburgo, Dereck Vayham, tras ser informado de la alianza entre conservadores y liberal-demócratas en Downing Street -la Moncloa británica- resumen la situación de forma bien lacónica: "estos lo van a hacer pasar mal a la Unión Europea". ¿Seguro?

EL MAL INGLÉS

Con una de cada cuatro libras esterlinas de gasto público prestadas y un déficit nacional que superará el millar de millones de euros dentro de cinco años, la nueva clase dirigente en Westminster podría mostrar prudencia a la hora de tratar ‘la cuestión europea'. Pero no tienen remedio.

Al secretario de Estado de Asuntos Exteriores, William Hague -si les suena el nombre, no se preocupen: es que ya fue secretario parlamentario con el gobierno de Margaret Thatcher- le ha faltado tiempo para afirmar que sus planes son los de instaurar "una política exterior que se distinga por lo británica". ¿Y cómo se traduce tal aspiración? Pues, claro está, negando incluso con mayor denuedo la opción de unirse a la zona monetaria del euro, impidiendo la trasnferencia de poder de Westminster a Bruselas y Estrasburgo, y limitando en adelante la aplicación de parte de la legislación social comunitaria.

Sin embargo, Mervyn King, el gobernador del Banco de Inglaterra, ha alertado por separado a los centros de decisión a ambos lados del Canal de la Manga.

JUNTOS O REVUELTOS

Sobre la Unión Monetaria Europea (UME), King ha expresado la necesidad de que haya "un poder central para la política fiscal y de gasto público si el euro ha de sobrevivir y la UME ha de funcionar realmente". El gobernador del banco central inglés ha recalcado que a economías como la de España les urge recuperar competitividad, un major balance entre sueldos y precios al consumo, y la expansion de la demanda doméstica a niveles saludables. Fácil de decir.

Más significativo es el mensaje velado que ha hecho llegar a la City de Londres: "no podemos permitirnos que el contagio de la volatilidad que experimenta la deuda soberana se extienda y nos arrastre a una nueva crisis; hacer frente a la crisis del sistema bancario fue suficientemente duro, pero esto sería mucho peor". Do you understand? La escalada de los intereses del crédito que los gobiernos europeos deben a los mercados del dinero, no es únicamente un problema ‘continental'. La garantía contra el impago de los bonos del Estado británicos, a diez años, es ya casi un 1% más cara que la alemana.

La contribución británica al super-paquete de rescate de 750.000 millones de euros ha sido de... cero. El Reino Unido simplemente ha concedido la distribución de parte de los fondos comprometidos con antelación con la Unión Europea para su uso en estos menesteres, pero no la ha ampliado.

El ministro de Economía de Suecia, Anders Borg, ha comentado a propósito que "Londres es mucho más vulnerable a esta crisis de lo que creen, simplemente porque es el centro financiero del euro".

ENTRE LA CITY Y ‘OXBRIDGE'

Las expectativas de que la nueva temporada política en Downing Street sorprenda a Madrid, a París o a Berlín, son desafortunadamente escasas. Entre el equipo económico del Partido Conservador hoy en el gobierno se encuentran miembros ilustres de la City que han trabajado para la banca internacional de inversión y que, con éxito, han consolidado su desregulación durante las últimas tres décadas, al menos. Como el ex-jefe ejecutivo de Barclays Bank, Peter Middleton. En el lado liberal-demócrata, hay además líderes del sector de los hedge funds, como Paul Marshall, fundador del fondo de especulación Marshall Wace.

Igual ocurre con sus respectivos líderes: David Cameron y Nicholas-Nick Clegg son producto de la alta burguesía inglesa, de Westminster School y de ‘Oxbridge' -la expresión es muy popular en el país y se refiere a las selectivas universidades de Oxford y Cambridge, en cuyas aulas se han educado ocho de los diez primer ministros que ha elegido la Gran Bretaña desde 1950.

Y si les digo que Clegg, antes de afiliarse al Partido Liberal-Demócrata, fue miembro de la Asociación de Estudiantes Conservadores de Cambridge y periodista (por un breve período, eso sí) de Financial Times, pues ya ven el cuadro completo.

No obstante, ¿sera cierto en inglés aquello de que ‘no hay peor cuña que la de la misma madera'? Veremos. Por si acaso, el gobernador del banco central inglés les habla ya de la ‘lección griega': "nunca te esperes tres meses a solventar un problema con los mercados de valores".

Lo que, por otra parte, sirve a la perfección para los presidentes europeos, de Lisboa a Atenas.

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