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Meteorología y Política

JORDI PANIAGUA SORIANO (*). 26/05/2011 "Al igual que no esperamos que el hombre del tiempo nos facilite la previsión a un año vista o que solucione el efecto invernadero, no podemos pretender lo mismo del político. Pero sí una gestión eficaz del presente y una visión para afrontar el futuro..."

VALENCIA. En los días posteriores a las elecciones, los meteorólogos políticos cambian las nubes y soles del mapa del tiempo por gaviotas y rosas. En meteorología se distingue entre la previsión del tiempo y la del clima. El clima son las condiciones meteorológicas a largo plazo y el tiempo a corto plazo. El cambio climático no implica que vaya a llover mañana, pero sí que identifica un cambio de tendencia, con sus consecuencias en el presente del futuro.

Con una serie de variables como la temperatura, la presión atmosférica y la velocidad del viento, pueden determinar con bastante exactitud el tiempo (l'oratge) a corto plazo para un lugar en concreto. La información más relevante para la predicción del oratge de mañana es el tiempo de hoy. Si hoy hace sol, es muy probable que mañana también luzca.

En economía existen conceptos similares, como las llamadas 'series autoregresivas', cuyo comportamiento futuro depende en gran parte de su evolución pasada. La cotización de la bolsa a corto plazo puede verse influida por el resultado inmediatamente anterior y por otros condicionantes exógenos y aleatorios. A partir de esta información, se establecen las predicciones económicas futuras.

De igual modo, las previsiones a corto plazo de las encuestas políticas son cada vez más ajustadas. Influyen diversas variables judiciales, económicas y movimientos sociales, junto con la gestión propia y ajena durante la legislatura. Pero uno de los factores decisivos es quién ganó las elecciones anteriores. Por esta inercia, el tiempo de la política valenciana es parecido al de hace cuatro años: altas presiones en la calle Quart y bajas en Blanquerías.

La política meteorológica también distingue entre tiempo y su clima. A medio plazo se intuye un cambio de presión en la atmósfera política nacional. Una variación del clima español que podría afectar a nuestro oratge político. El previsible anticiclón de Madrid puede interiorizarse en borrasca al llegar a Valencia. Por una parte, ya no se podrá culpar a la Moncloa de la gota fría en Valencia. Por otra, habrá que analizar si la serie de presidentes de la Generalitat reconvertidos a ministros es autoregresiva. También podría serlo la sucesión candidatos a la oposición o, mejor, a la descomposición.

Sin embargo, no es el tiempo de hoy o el de mañana el que más preocupaciones crea, sobre todo desde la invención del paraguas o el aire acondicionado. Inquietan las condiciones a largo plazo, y sus expectativas. La espartiflación (Estancamiento+paro+tipos altos+inflación), nuestro particular agujero de ozono, puede producir un sobrecalentamiento económico con ramificaciones políticas y sociales imprevisibles.

Al igual que no esperamos que el hombre del tiempo nos facilite la previsión a un año vista o que solucione el efecto invernadero, no podemos pretender lo mismo del político. Pero sí una gestión eficaz del presente y una visión para afrontar el futuro. Para frenar el cambio climático los meteorólogos se han dotado de un organismo que asesora e investiga, el IPPC (Panel Intergubernamental del Cambio Climático) y otro que actúa, el Protocolo de Kioto.

Nuestros recién elegidos representantes, sin olvidarse de resolver los problemas concretos del presente, podrían poner en marcha iniciativas similares para el futuro: El PICP, Panel Intergubernamental Contra el Paro o el Protocolo de Valencia, para aportar ideas claras y medidas concretas para frenar el desempleo y reactivar la actividad económica. Aunque haga sol hoy, no olviden el paraguas.
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(*) Jordi Paniagua Soriano es profesor de Econometría de la UCV

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