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PERFIL. Francisco Camps: un ascenso fulgurante frenado por "cuatro trajes"

GUILLERMO LÓPEZ GARCÍA (*). 19/05/2011 La imagen del president de la Generalitat anterior a Gürtel es la de un político profesional, involucrado en cargos de responsabilidad desde muy joven, y con trayectoria siempre ascendente. ¿Qué ha cambiado?

VALENCIA. Todas o casi todas las semblanzas que se hacen del actual president de la Generalitat parten del mismo punto neurálgico, que marca un antes y un después: el estallido del caso Gürtel. La relación de Camps con Álvaro Pérez, "El Bigotes", y su imputación por un supuesto delito de cohecho impropio, han determinado totalmente su trayectoria política en los dos últimos años, así como la acción de gobierno de la Generalitat Valenciana, inmersa en una parálisis casi absoluta merced a la combinación de problemas económicos y judiciales.

La figura de Francisco Camps anterior a Gürtel es la de un político profesional, involucrado en cargos de responsabilidad desde muy joven, y con trayectoria siempre ascendente. Camps (nacido en 1962) ha pasado por todo tipo de administraciones y responsabilidades: concejal de tráfico y teniente de alcalde (1991-1996) en el ayuntamiento de Valencia, a la sombra de Rita Barberá, su principal valedora en el PP; diputado en el Congreso por Valencia (1996-1997); Conseller de Educación con Eduardo Zaplana (1997-1999); Secretario de Estado de Administraciones Territoriales (1999-2000); de nuevo diputado en el Congreso y Vicepresidente Primero de la Cámara: (2000-2002); Delegado del Gobierno en Valencia (2002); y, por fin, President de la Generalitat (desde 2003).

Camps llega a la presidencia de la Generalitat merced a Eduardo Zaplana, al aval de Barberá y al apoyo de un grupo de jóvenes políticos del PP de su generación, fundamentalmente el hoy vicepresidente Gerardo Camps y Esteban González Pons, que junto con Francisco Camps formaron en los años ochenta lo que después se conocería como "El clan del Agujero" (en referencia al bar de la calle Artes Gráficas, entonces cercano a la Facultad de Derecho de la Universidad de Valencia, en el que se reunían), hoy más que disgregado.

Da la sensación de que Camps llega a tan altas responsabilidades un poco porque "pasaba por ahí". No parece demasiado peligroso para nadie y el anterior candidato del PP y entonces ministro de Trabajo, Eduardo Zaplana, asume que podrá controlar fácilmente el PP valenciano (y la Generalitat) desde Madrid. Camps es visto como un "bon xiquet" algo pacato, de misa diaria e intensa vida familiar. A modo de ejemplo, recientemente, en un notable acto de divulgación de las redes sociales y las Nuevas Tecnologías organizado por la Asociación de Amas de Casa "Tyrius", Camps desveló que habla por teléfono con su madre al menos tres veces al día.

Camps sufre uno de los peores momentos de su vida política precisamente en 2003, en la noche electoral de las Elecciones Autonómicas. El Bloc se queda a las puertas de entrar en Corts, con un 4,8% de los votos. Si hubiera entrado, el PP habría perdido la mayoría absoluta cosechada por Zaplana en 1999. Pero no entró, y Camps pudo formar Gobierno.

Desde 2003 hasta la actualidad, los gobiernos de Camps han hecho una política continuista, en lo esencial, respecto de la que desarrollaron los gobiernos de Eduardo Zaplana. Con dos importantes excepciones: una acusada "regionalización" del PP, causada en parte por la absorción de Unió Valenciana y en parte por la estrategia de enfrentamiento y victimismo frente al gobierno central de Rodríguez Zapatero. Y una "confesionalización" no menos palpable de la estrategia política del PP en la Generalitat, con hitos como la visita del Papa o el sistemático -y escandaloso- apoyo a la Universidad Católica de Valencia.

Tan pronto como comenzó a gobernar, Camps inició también una lucha soterrada con Eduardo Zaplana y el zaplanismo por el control del PP valenciano. Lucha en la que consiguió un gran avance tras la derrota del PP en las Elecciones Generales de 2004, y la consiguiente pérdida de influencia de Zaplana en el partido.

Poco a poco, pero sistemáticamente, Camps consigue socavar las posiciones de los zaplanistas en el PPCV, que quedan recluidos en su reducto alicantino. Pacta con Fabra para tener el apoyo de Castellón y logra un férreo control de la provincia de Valencia. El "bon xiquet", como puede verse, demuestra que tras su meliflua sonrisa y sus ocasionales declaraciones extemporáneas se esconde un político curtido y totalmente acostumbrado a la mecánica interna de los partidos y las lógicas del poder. En 2007 consigue una nueva victoria, la mayor de todas las cosechadas por el PP en la Comunidad Valenciana, en la que por primera vez supera el 50% de los votos.

'SHOCK' POR EL ESTALLIDO DE 'GÜRTEL'

Es entonces también cuando comenzó incluso a sonar como posible sucesor de Mariano Rajoy en la presidencia del PP. Camps, prudente, decide apoyar a Rajoy frente a Esperanza Aguirre en el crucial Congreso del PP de junio de 2008 (celebrado precisamente en Valencia). Por eso, cuando meses después estalla el caso Gürtel, en febrero de 2009, la reacción inicial de Génova es dar su apoyo sin fisuras a Camps, en parte condicionado por la estrategia inicial del propio Camps, inspirada en el vicepresidente tercero, Juan Cotino, de negar cualquier vinculación con Gürtel.

Pero poco a poco van apareciendo más y más informaciones que vinculan a Camps con la trama Gürtel. Informaciones que acabaron con la proyección de Camps como dirigente político en la escena nacional. No sólo por los famosos trajes, sino por la ridícula imagen que ofrecieron las conversaciones de Camps con Álvaro Pérez, "El Bigotes" ("te quiero un huevo", "amiguito del alma") y la repercusión de sus palabras en medios nacionales ("en el PP nos apoyamos, estamos todos contentos y eso es muy bonito").

Comienza allí también un alejamiento de la realidad, cada vez más notorio y palpable, por parte de Camps, que claramente no tiene noción alguna de haber hecho nada malo con los "cuatro trajes" y se siente víctima de un linchamiento; da la sensación de que Camps no sabe o no quiere distinguir entre un escándalo jurídico, a la vista de las pruebas muy poco importante, de uno político: las estrechas relaciones con "El Bigotes" y la trama Gürtel por parte del PP de la Comunidad Valenciana y, en concreto, de él mismo.

A partir de ahí se produce un pulso entre Génova y el PP valenciano, aún inacabado, que se caracteriza por el encastillamiento del PPCV en torno a Camps (con la notable, aunque esperada, excepción de José Joaquín Ripoll, presidente de la Diputación de Alicante y actual alma mater del zaplanismo), en lo que constituye también una nueva muestra de esa incipiente "regionalización" del PP en la Comunidad Valenciana.

A las puertas del 22 de mayo, todo indica que Camps obtendrá una cómoda victoria, similar a la de 2007. La cuestión, a partir de ahí, será ver si esta victoria es suficiente para mantenerse al frente de la Generalitat y del PP, resistiendo el embate del proceso judicial y la intensificación de las presiones desde Génova, donde es evidente que no hace ninguna gracia tener a Camps en el disparadero a lo largo de los meses previos a las Generales de 2012.

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(*) Guillermo López García es profesor titular de Periodismo en la Universitat de València

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3 comentarios

Pepe escribió
19/05/2011 15:45

Ya lo decia mi madre," las malas compañias,es lo que traen"

zulik escribió
19/05/2011 15:37

Lo peor del PP Valencia es que nadie le vota con alegría y es el presidente menos valorado de las 17 autonomías. El "y tú más" no me vale. Si pusieran un florero o un clic de famobil tendría más votos que Camps. ¿Qué no hay cientos de posibles candidatos mejores en el PP? Que no me acusen de votar a los otros, que no es el caso.

Deme escribió
19/05/2011 10:59

Hace unos días el TSJ archivó la imputación al otro Camps, a Gerardo, sobre el caso Brugal y le dijo a la Fiscalía que no hay pruebas de nada y no se sostiene la acusación. Recuerdo la polvareda que levantó el asunto. También he visto como se ha denigrado a Marta Domínguez, y al presidente del PP de Canarias J.M Soria, y a la Concejala del PP de Pozuelo ahora inocentes. Vamos a ser serios. La corrupción ni la dicta anticorrupción que depende de la Fiscalía, institución que no reacciona ante casos del PSOE, ni la dictan los medios informativos. La dicta un Juez. Eso de amiguito del alma pertenece a unas escuchas en la que la Señora de Camps le dice al bigotes que se ha pasado con los regalos, no los acepta y se los devolvieron. Claro que de esto nos enteramos cuando se levantó el secreto de sumario porque mientras tanto estuvo 1 año publicado por El País sin esa respuesta. A eso le añado que los propios de la trama dicen que no le regalaron nada a Camps, que el informe independiente de la inspección de Hacienda no ve relación alguna, que el auto reciente enviado por la Fiscalía sobre financiación ilegal ha sido rechazado varias veces por el TSJV, y que hemos visto que Camps con papeles fiscales y notariales ha demostrado que no se ha llevado un duro en política. Pues cuanto menos aquí hay muchas cosas extrañas que a mí por lo menos me hacen mantener un respeto al Sr. Camps.

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