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Réquiem por una Universidad que fue

FRANCISCO FUSTER (*). 17/05/2011

VALENCIA. La asimilación y puesta en marcha del llamado "Plan Bolonia" en la Universidad española ha suscitado durante los últimos años un enconado debate que ha servido como "excusa" para que desde varias instancias -internas y externas a la institución académica- se hayan planteado análisis de mayor alcance en relación a ese tema recurrente que es la disputa sobre cuál debe ser -por decirlo con Ortega y Gasset- la "misión" de la Universidad.

El último en terciar en esta discusión aportando su personal diagnóstico ha sido el antiguo catedrático de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada de la Universidad de Barcelona, Jordi Llovet, que acaba de publicar un ensayo en el que nos ofrece una de las valoraciones más lúcidas y a la vez críticas de todas las que se han realizado sobre la Universidad española en los últimos tiempos. Para quienes no le conozcan, debo decir que además de un profesor respetado y un investigador prestigioso con una trayectoria brillante, Llovet es también -y así ha ejercido siempre que ha podido- un humanista y un intelectual comprometido, habitual de la prensa cultural catalana e impulsor de multitud de iniciativas y proyectos siempre relacionados con las Humanidades. Jordi Llovet

Desde que se prejubilara de forma prematura en 2008, desencantado ante lo que considera el declive progresivo de su universidad, Llovet ha estado trabajando en un libro que había creado cierta expectación dentro del mundo académico y de la sociedad catalana en general, como prueba el hecho de que en pocas semanas casi se haya agotado ya la primera edición. 'Adéu a la Universitat: l'eclipsi de les Humanitats' (Galaxia Gutenberg, 2011), es en parte un libro de memorias (el autor narra su autobiográfica intelectual con un estilo ágil e irónico, lleno de anécdotas personales) y es en parte un ensayo crítico, argumentado y documentado, sobre el preocupante estado de salud del que goza la Universidad y, dentro de ella y de manera especial, las Humanidades.

Dejando de lado esa primera vertiente más personal, el libro de Llovet es la radiografía de la Universidad realizada por alguien que conoce la institución desde dentro, por una persona que ha dedicado su empeño a un ideal en el que ha creído y que ya en el final de su vida -de su vida académica- ve cómo ese mismo ideal empieza a resquebrajarse sin que nadie lo remedie. Como él mismo no duda en reconocer, Llovet es un romántico que defiende una concepción del alma mater muy tradicional, casi medieval; según él, el éxito de la Universidad ha sido justamente el de haberse ido adaptando durante siglos a las demandas de la sociedad de cada época sin renunciar a su esencia, a su origen como institución dedicada al aprendizaje y la difusión del saber transmitido de generación en generación.

Ese espíritu original es el que, según Llovet, ha perdido una universidad española aquejada por una serie de males cuya conjunción amenaza la supervivencia de estas raíces históricas. Para el catedrático catalán, en la Universidad se han perdido "las formas" y ha desaparecido la auctoritas: el respeto hacia la figura docente basado en la jerarquía natural del saber; la relación entre profesores y alumnos se ha deteriorado y la autoridad intelectual ha dejado de ser un criterio. En vez de vincularlo con la idea de una formación y de la adquisición de unos valores y de un compromiso político como ciudadanos, los estudiantes han empezado a asociar el período universitario al ocio, a una etapa más de la vida que solo tiene como fin la obtención de un título, de un papel acreditativo sin mayor contenido.

Desde el punto de vista pedagógico, dice Llovet, los efectos de la revolución tecnológica han provocado que los alumnos busquen directamente en los ordenadores la información que antes lograban a través de un proceso de investigación y de aprendizaje, de forma cualquier trabajo se copia directamente sin que intervenga en ningún momento una capacidad de análisis y de crítica que han sido substituidas, anuladas.

Pero como reza el subtítulo del libro, el aspecto que más preocupa al autor es el de la llamada "crisis de las Humanidades". Para Llovet, el saber humanístico (filología, filosofía, historia, arte, etc.) está siendo víctima en las últimas décadas de varios ataques, no solo por parte de los poderes políticos que los menosprecian en favor de las "Ciencias Sociales" y, sobre todo, de las llamadas "Ciencias Puras", sino también por parte de las propias universidades, que han dado el golpe de gracia a las Humanidades aprobando unos planes de estudio irracionales que han propiciado su disgregación en multitud de disciplinas y titulaciones aisladas; con ello, se lamenta el autor, se impone la manía de la especialización absurda y desaparece definitivamente la idea de formar a personas con una cultura general y una visión de conjunto sobre los saberes humanísticos.

En esta operación de descrédito que conduce a lo que Llovet llama el "eclipse de las Humanidades", la mayor cuota de responsabilidad la atribuye el autor a una Universidad que ha claudicado frente a las sucesivas y contradictorias reformas de los pedagogos -simbolizadas en ese "Plan Bolonia"- y a una sociedad neoliberal para la cual la Universidad solamente es útil cuando se dedica a la formación de profesionales que se ocupan de los saberes técnicos con una aplicación práctica y para la vida cotidiana. Es esta misma sociedad, afirma el Catedrático, la que ha impuesto un criterio mercantilista según el cual se considera que la formación de especialistas en distintas ramas de las Humanidades no puede aportar nada al progreso del conocimiento, pues se trata de profesionales que no ofrecen - o eso cree la "sociedad" - un rendimiento económico a corto plazo, que no satisfacen necesidades perentorias y prácticas como lo pueda hacer un médico o un arquitecto.

Aunque el panorama que presenta Llovet es tan realista como poco halagüeño, de su ensayo se desprende la necesidad de ponerse manos a la obra para revertir una situación que empieza a cobrar visos de ser irreversible: con Bolonia o sin ella, lo cierto es que en la Universidad -y en la sociedad- las Humanidades están perdiendo protagonismo a marchas forzadas. En este sentido, nuestra Universidad de Valencia no es ni mucho menos una excepción. La llegada del actual rector y de su equipo al gobierno del Estudi General vino acompañada del anuncio de una universidad moderna, gestionada desde la tecnocracia y la austeridad pero respetando todas las sensibilidades.

Ignoro si se estará ahorrando dinero, pero lo que es sensibilidad por las iniciativas culturales todavía no he visto mucha. Hasta el nombramiento de su actual responsable, el prestigioso Servicio de Publicaciones de la Universidad -uno de los principales órganos de los que dispone la UV para difundir el conocimiento generado por la propia institución- estuvo durante varios meses y de forma incomprensible sin director.

La última muestra de "sensibilidad" hacia la cultura por parte de la UV la conocimos hace un par de meses, cuando tras una inopinada dimisión del vicerrector de Cultura nos enteramos de que ese vicerrectorado era absorbido -de forma provisional, se dijo- por otro; una pena y una muestra evidente de que la cultura no está entre las prioridades de nuestra universidad. No creo que las Humanidades desaparezcan de la UV, pero después de leer 'Adéú a la Universitat', sí creo que no les vendría nada mal a muchos leer el libro de Jordi Llovet; mirar al futuro está bien y es necesario, pero una lección de historia de vez en cuando nunca está de más.
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(*) Francisco Fuster Garcia es Investigador Predoctoral en la Universidad de Valencia

 

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1 comentario

JORDI LLOVET escribió
19/06/2011 17:13

Muchas gracias, Francisco, y muchos ánimos! No cejes, no cejes! (Y quemémonos todos las cejas estudiando, aunque sólo sirva para que pueda uno morir en paz consigo mismo) Un abrazo, Jordi Llovet

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