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Conflicto de generaciones

BING BANG / EL BLOG DE CARLOS GONZALEZ TRIVIÑO. 16/05/2011

VALENCIA. El estado de ánimo de una sociedad viene a ser el estado de ánimo de su juventud. Así es que resultaba sorprendente no encontrar ninguna referencia al desencanto juvenil en el (por lo demás muy interesante) reportaje publicado por Jose Ignacio Torreblanca en el suplemento dominical del diario El País, con el título Cinco razones por las que Europa se resquebraja.

En Europa (y en España en una dimensión particularmente agravada) ha emergido súbitamente una generación de jóvenes que se caracteriza por unas expectativas de realización económica y profesional que no dejan ningún lugar al optimismo ni a la confianza en el futuro. Y a diferencia de otros contextos históricos en los que el sufrimiento social se canalizaba hacia la concienciación ideológica, en Europa está adquiriendo la forma de sospecha radical hacia toda forma de reflexión sobre el interés general o de activismo en beneficio de los proyectos colectivos.

En noviembre de 2010 un estudio conjunto del FMI y la OIT presentado en Oslo, ponía de manifiesto que el paro juvenil creció en un promedio seis veces y medio superior al incremento del desempleo durante la Gran Recesión, y aumentó una media de cuatro puntos adicionales en comparación con anteriores crisis.

En términos de desempleo puede decirse que la juventud ha sido la víctima generacional más golpeada por la crisis y ello ha producido un problema estructural que va mucho más allá de lo económico.

El enfoque generacional en la distribución de expectativas, beneficios y derechos, no ha tenido en Europa un lugar específico en los habituales sistemas de pensamiento y de acción contra la desigualdad, lo cual no deja de resultar llamativo si se atiende a que los principales perjudicados por fenómenos como el desempleo son (por exceso y por defecto), grupos de edad.

El momento histórico de su nacimiento marca a todo ser humano para el resto de su vida y determina aspectos tan importantes como la calidad de los servicios públicos de los que se beneficia, su oportunidad de recibir o no una formación, su acceso al mercado laboral, o sus condiciones de acceso a una vivienda.

Los sufrimientos hipotecarios de los jóvenes contemporáneos financiarán vitaliciamente los rendimientos de una espiral inmobiliaria de la que muchos de sus predecesores sí se beneficiaron. En Europa (nuevamente en España en dimensión particularmente agravada) los jóvenes han sido los más perjudicados por una crisis de cuyos antecedentes, a diferencia de otras generaciones, no se han beneficiado.

En Europa existe un déficit muy acusado de discurso político centrado en la compensación de las desigualdades de que los individuos pueden ser víctimas por razón de su edad.

La izquierda lleva muchos años a la búsqueda de nuevos marcos desde los que interpretar las tensiones dialécticas de la redistribución y los conflictos subyacentes en los que se articula hoy la desigualdad social. Además de ello padece un serio problema de desestructuración narrativa porque las imágenes de su credibilidad científica y moral se han quedado desfasadas y no sirven como base a una efectiva comunicación social.

En mi opinión no es posible llegar a obtener un análisis claro de las particulares relaciones de conflicto en las que se encuentran los diferentes conjuntos de intereses existentes en una sociedad, ni articular una narrativa desde la que hacer socialmente visible la necesidad de luchar políticamente contra las formas inaceptables de desigualdad, sin atender a la complejidad del elemento generacional y concederle una jerarquía prioritaria.

Las generaciones son el recurso para armar científicamente la comprensión de la desigualdad y una importante oportunidad para favorecer la toma de conciencia y la repolitización de la sociedad.

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