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El poso amargo de Astroc

JOAQUIM CLEMENTE. 14/05/2011 Félix Abánades trata de mantener con vida Quabit, la antigua Astroc, con otra refinanciación de deuda mientras su exsocio reconstruye un imperio

VALENCIA. "Quabit está ultimando la revisión del plan de negocio de la sociedad para tratar de buscar fórmulas que permitan reducir su endeudamiento, obtener liquidez y asegurar la viabilidad de la compañía". Esta lacónica frase cierra el informe sobre los resultados del primer trimestre del año de la inmobiliaria que preside Félix Abánades y que supone un reconocimiento de las dificultades que atraviesa la heredera de Astroc.

Como dice aquel viejo dicho bursátil, el mercado puede permanecer más tiempo irracional que el inversor solvente. Cuando Abánades, tras una junta de accionistas, comentó con un grupo de periodistas las condiciones de la nueva refinanciación de la deuda que le daba un respiro hasta 2012, se mostró moderadamente confiado de que el ciclo inmobiliario cambiaría. "¿Y si no cambia?", le preguntaron. "Si no cambia, el problema no será solo para nosotros...", dijo entonces.

Abánades, a través de su empresa de toda la vida, Rayet, se hizo con el control de Quabit, entonces Afirma y antes Astroc, al tiempo que el fundador de la compañía, Enrique Bañuelos, anunciaba su salida del capital tras el escándalo por el estallido de la burbuja de la cotización bursátil de Astroc.

Con el valenciano fuera de escena, Abánades inició un proceso de reordenación de la compañía con la intención de borrar el estigma de su fundador e intentar hacerla viable. Le cambio el nombre (dos veces), refinanció la deuda, capitalizó algunos préstamos, aportó negocio desde Rayet e incluso auguró en la junta de 2008 que los beneficios llegarían en 2012. "Prevemos una facturación de 1.000 millones y unos beneficios de 200 millones", dijo.

El mercado inmobiliario, sin embargo, no quiso darle la razón. El negocio de Quabit está muy lejos de esas cifras. En el primer trimestre de 2011, el volumen de negocio de la inmobiliaria alcanzó la raquítica cifra de 6,4 millones de euros. Y lo que es peor, cayó un 70% respecto al mismo periodo del año anterior.

Pese a que la compañía ha conseguido reducir las pérdidas ligeramente, 19,9 millones de euros, un 1,7% menos, gracias a recortar al límite los gastos, con estas magnitudes se antoja imposible atender los plazos de amortización de la deuda, que asciende a 1.458,62 millones de euros. Lo firmado ahora entre Quabit y los bancos estipula que el año que viene hay que atender el 10% del capital y el 10% de los intereses, el 15% en 2013, el 20% en 2014 y el reto en 2015.

Mientras trata de encontrar una salida que garantice la continuidad de la inmobiliaria, Abánades, que estuvo a un paso de declarar en concurso a Rayet por no poder atender su deuda, asiste al retorno de Enrique Bañuelos. Un regreso por todo lo alto, forjado en Brasil, donde prácticamente replicó el proceso de concentración de empresas inmobiliarias, creando el mayor grupo del sector, Agre, que, encima, sube en Bolsa y da beneficios.

Pero la ambición de Bañuelos no se queda en Brasil, donde también se ha hecho con la mayor firma agroalimentaria del país a través de su nueva sociedad holding, Veremonte, que sustituye a la histórica CV Capital. Con esos éxitos como aval Bañuelos decidió volver a hacerse visible en España.

Veremonte se ha instalado en la Castellana, en Madrid, y el fundador de Astroc trata de recuperar el perfil de visionario de los negocios, capaz de convertir en oro lo que toca. Si a eso se suma el hecho de que la empresa que le hizo millonario no ha conseguido remontar el vuelo tras su salida, la sensación es que Bañuelos hizo una jugada maestra.

Pero tampoco hay que llamarse a engaño. La crisis de Quabit también es una mala noticia para el empresario valenciano. Pese a que formalmente no está en el accionariado, lo cierto es que sus intereses siguen siendo importantes, especialmente en créditos por valor de algo más de 400 millones que en su día otorgó CV Capital a Astroc y que asumieron después dos accionistas: Rayet y Martibalsa.

Mención especial merece esta última empresa, propietaria del 26% del capital de Quabit y de un crédito de 151 millones, concedido inicialmente por CV Capital a Astroc y asumido por esta firma. Durante algunos años Martibalsa fue propiedad de Vicente Cotino, que entró con fuerza en el capital en paralelo a la salida de Bañuelos.

Cuando Cotino decidió reordenar Sedesa, que acabó integrada en Ezentis, la vendió a una pequeña inmobiliaria valenciana, Crein, que asumió un paquete de títulos valorado entonces en más de 100 millones. En el entorno de Rayet existe un recelo sobre quién es el auténtico propietario de esas acciones.

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