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Reconciliación en Mestalla

Línea de fondo / PACO LLORET. 09/05/2011 Fin de semana redondo. Objetivo a la vista y todos contentos. La paz y el sosiego han vuelto a Mestalla

VALENCIA. El Valencia está cada vez más cerca de asegurar su presencia en la próxima Liga de Campeones de forma directa, sin necesidad de arriesgarse a disputar una eliminatoria previa. Le bastó con una cómoda victoria ante la Real Sociedad para congraciarse con su parroquia y aumentar las distancias en la clasificación tras el empate del Villarreal en Mallorca.

Quedan tres partidos, nueve puntos en liza, y al conjunto de Unai Emery le basta con sumar cuatro para asegurar matemáticamente la tercera plaza. No parece que se le vaya a escapar ese honorífico primer lugar de la otra liga, la del resto de los mortales. Probablemente esta semana se puede finiquitar el asunto con los dos partidos que ha de jugar, primero en el campo del Espanyol y luego, el derbi ante el Levante en casa.

Entre chaparrones fugaces y claros soleados, la grada de Mestalla vivió una jornada tan rara en lo meteorológico como en lo futbolístico. Los paraguas de la escasa concurrencia  -fue la entrada más floja de la temporada- se abrían y se cerraban, mientras en el césped se sucedían las ocasiones y los goles. En apenas media hora el partido estaba visto para sentencia. La pelota corría como la liebre postiza de un canódromo por la humedad del césped para divertimento de un público sumamente generoso con su equipo.

Apenas hubo protestas tras los últimos numeritos de los valencianistas. La Real Sociedad que regresaba al escenario de su tragedia particular donde se consumó su descenso a segunda hace cuatro años, contribuyó al festival de los locales. La defensa donostiarra no daba una a derechas. El Valencia jugaba como le daba la gana.

Cayeron tres goles como podían haber sido cinco antes del descanso. Luego, la Real apretó las tuercas, se puso más seria y los de Mestalla se dieron por satisfechos y no quisieron hacer más daño a un rival que se sabía vencido. Guaita mantuvo la portería a cero de milagro porque su defensa, contagiada probablemente por sus colegas vascos, también ofreció facilidades en un partido de escaso rigor táctico pero muy agradable para el aficionado.

Fue la tarde de David Albelda. El centrocampista de la Pobla Llarga demostró sus dotes de mando, ejerció una autoridad incontestable y se metió al público en el bolsillo con su amplio repertorio. No solo rompió el juego del rival sino que se permitió crear con precisión y dar pases de manual. Albelda es el futbolista con más oficio de toda la plantilla. Una lástima que no hubiera sido titular ante el Real Madrid.

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