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La 'resolución' de Bancaja

JOAQUIM CLEMENTE. 07/05/2011

VALENCIA. "Resuelvo: Autorizar la segregación parcial de activos y pasivos de Bancaja a favor del Banco Financiero y de Ahorros. Con este acto se pone fin a la vía administrativa". Con esta frase, casi lapidaria, concluye la resolución firmada por el conseller de Economía, Gerardo Camps, publicada este viernes en el Diario Oficial de la Comunitat Valenciana. Es la plasmación de un proceso que, pese a las posteriores reinterpretaciones realizadas, refleja el definitivo fracaso de Valencia como plaza financiera y la frustración de un estamento empresarial que no ha sabido o podido mantener bajo su control el orgullo financiero de la Comunitat Valenciana durante las últimas décadas.

El permiso de la Generalitat Valenciana al proceso de concentración de Bancaja en el grupo liderado por Caja Madrid era un paso administrativo necesario para rematar la operación. No en vano, el Gobierno valenciano tiene transferidas las competencias sobre las cajas de ahorros, si bien su capacidad de vetar operaciones corporativas es limitada si vienen avaladas por los órganos de gobierno de las entidades.

De hecho, la resolución, que lleva fecha del pasado miércoles 4 de mayo, basa en tres únicos puntos su visto bueno al acuerdo: que se tomó por mayoría y con quórum en la asamblea, que salvaguarda los intereses de los afectados (fundamentalmente, los clientes), y que permite la continuidad de la obra social.

La autorización de la Generalitat puede ser un ‘pequeño paso' para un proceso extraordinariamente complejo que tendrá como desenlace la salida a Bolsa de Bankia. Pero la publicación de la resolución quedará marcada en el calendario de la historia financiera de la Comunitat Valenciana, como el 14 de junio de 2010, cuando el consejo de administración de Bancaja aprobó su incorporación al SIP, o el 14 de septiembre, cuando lo hizo la asamblea.

CASI UNA MASCARADA

El tren de la concentración financiera impulsado por el Banco de España arrolló los tímidos intentos de la Generalitat, verbalizados por Gerardo Camps y escenificado públicamente con una única reunión del presidente Francisco Camps con los presidentes de las tres cajas valencianas, de mantener un sector financiero propio. La petición de que Bancaja, CAM y Caixa Ontinyent estudiaran una posible unión fue casi una mascarada.

Hoy, con la CAM prácticamente intervenida y Ontinyent refugiada en su pequeño nicho, la disolución de Bancaja en su nuevo grupo avanza al mismo vertiginoso ritmo con el que se consolida una Bankia en la que Caja Madrid tiene un poder casi absoluto.

En la sede operativa de Bancaja en la calle Pintor Sorolla de Valencia ya tiene despacho Rodrigo Rato, el presidente del grupo consolidado. Claro, se trata de la sede social del Banco Financiero y de Ahorro, entidad a la que se han trasladado los activos y pasivos de las siete cajas socias.

Eso significa que los 112.000 millones de activos y pasivo de la caja están ya aportados al negocio común. Eso incluye, en la parte de activos, los 83.519 millones de créditos o la cartera de suelo y de valores, en cuyo interior está el 38% del Banco de Valencia. O, en este caso en el lado del pasivo, los 51.731 millones de depósitos de los clientes.

Pero también la red de 1.566 oficinas y la plantilla de más de 8.000 empleados dependen ahora de las decisiones que se tomen en el Banco Financiero y de Ahorros, del que Bancaja posee el 37,7% del capital.

LA HUELLA

Despojada del negocio propio, Bancaja mantiene su personalidad jurídica para gestionar el negocio minorista del grupo en su territorio natural. Como accionista recibirá los dividendos que genere el BFA y su filial Bankia, que será el banco que salga a Bolsa y la marca que con el tiempo acabará imponiéndose al reto de las site marcas 'cajeras'.

Esos dividendos estarán destinados al mantenimiento de la obra social que genera la Fundación Bancaja, cuyos edificios, entre ellos el de la Plaza de Tetuán, y obras de arte sí permanecen como activo de la caja valenciana en solitario. Serán la brillante huella dejada por el poder económico que llegó a alcanzar aquel montepío fundado por la Real Sociedad de Amigos del País en 1878.

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1 comentario

Anónimo escribió
07/05/2011 13:59

Como trabajador de Bancaja, tengo un profundo pesar al ver como mi empresa que debería haber estado al servicio de la Comunidad, lo ha estado al servicio de unos políticos ineptos y sin escrupulos. Es una verdadera lástima ver como hemos perdido a la tercera y cuarta cajas españolas con el consentimiento y la alegría del gobierno actual. Llevo ya algunos meses trabajando en Madrid y lo único que siento es pesar, pena y lástima.

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