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ANÁLISIS. Joan Calabuig, el candidato todoterreno

GUILLERMO LÓPEZ GARCÍA (*). 07/05/2011

VALENCIA (VP / FOTO: E. MÁÑEZ). Una de las principales razones del éxito electoral del PP en la Comunidad Valenciana es la enorme distancia que le saca al PSPV en la ciudad de Valencia. Distancia que no ha hecho más que aumentar, cimentando mayorías absolutas del PP progresivamente más holgadas.

En parte, esta fortaleza electoral deriva de la incapacidad del PSPV para articular una estrategia a largo plazo. Desde que Rita Barberá ascendió a la alcaldía de Valencia, en 1991, los candidatos que ha presentado el PSPV para disputarle el Ayuntamiento se han caracterizado por su volatilidad: ninguno es candidato dos veces. Aurelio Martínez, en 1995; Ana Noguera, en 1999; Rafael Rubio, en 2003; y Carmen Alborch, en 2007, se han estrellado sucesivamente contra el pétreo muro electoral de Barberá.

Las urgencias del PSPV, sus dificultades para darle estabilidad a una candidatura y mantenerla a lo largo del tiempo, derivan de la fragmentación del partido en la ciudad, dividido en torno a una serie de "familias" políticas que se reparten, elección tras elección, las cuotas de poder. Y esto significa no sólo que los candidatos no permanecen, sino que tampoco pueden elegir libremente a su equipo. Como mucho, funcionan en el reparto como una "familia" más: la del candidato, que tiene que negociar a continuación con los lermistas, con los afines a José Luis Ábalos, con la gente de Rafael Rubio, con quienes mandan en Blanquerías en ese momento, ... Y tener en cuenta a grupos como Izquierda Socialista y la UGT.

Y es que estar en las listas en puestos de salida reviste una importancia crucial, no sólo en términos políticos, sino también laborales. Los concejales en la oposición pueden contratar asesores y técnicos de apoyo en diversas facetas. Y, desde luego, la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, se preocupa muy mucho de ofrecer unas magníficas condiciones económicas y laborales a las personas contratadas por los concejales de la oposición, muy a menudo contratadas por su militancia en el PSPV, y no por su formación y competencia acreditadas en la materia sobre la que supuestamente asesoran.

Desde luego, la gestión del PSPV en la oposición se resiente de esta visión de la política municipal: cada candidato nuevo tiene que liderar un proyecto que parte de cero, y que no aprovecha bien los réditos electorales que pueda tener la labor de oposición desarrollada en los últimos cuatro años (puesto que los que la han hecho ya no están, o pasan a estar en segundo plano). Además, el candidato tiene que hacer oposición con un equipo fragmentado, en algunos casos incluso hostil, y que a menudo no está preparado para hacer la labor de oposición que tiene asignada o, sencillamente, no tiene interés en hacerla.

TRAYECTORIA

Es en este escenario tan poco prometedor en el que nos encontramos con el nuevo candidato del PSPV, Joan Calabuig (Valencia, 1960). Se trata de un militante socialista desde los inicios de la democracia (1976) que ha pasado toda su vida en puestos de responsabilidad política. Durante los años de Lerma en la Generalitat fue diputado en las Cortes Valencianas (1983-1989) y director general del IVAJ (1989-1995). A partir de la derrota del PSPV en las Elecciones Autonómicas de 1995 ocupó diversos puestos de asesor ligados con el PSOE, hasta que en 2004 pasa al Parlamento Europeo, y cuatro años después, tras las Elecciones Generales de 2008, al Congreso de los Diputados. Como puede verse, las Elecciones Municipales son el único escenario electoral en el que le quedaba por presentarse a Joan Calabuig.

Es curioso observar de dónde provienen los candidatos del PSPV a la alcaldía de Valencia. En ocasiones vienen de alguna de las "familias" socialistas de la ciudad (como Rafael Rubio), o más o menos impuestos desde Madrid (Carmen Alborch). En este caso, la candidatura de Calabuig (condicionada por la renuncia previa de Carmen Alborch a volver a presentarse) viene avalada por el secretario general del PSPV, Jorge Alarte, y deriva de su estrategia de control del partido, que pasaba por pactar con los afines a Joan Lerma (el eterno "lermismo" al que se adscribe Calabuig) a cambio de contar con su apoyo puntual de la configuración de listas y candidaturas y en el enfrentamiento con Antonio Asunción.

Dado que Calabuig no ha tenido responsabilidades relacionadas con la gestión municipal o la ciudad de Valencia desde hace dieciséis años, no cabe extrañar que se perciba cierto grado de "paracaidismo" en su llegada. Algunas encuestas, muy malintencionadas, le otorgan a Calabuig un grado de conocimiento por parte de los votantes de un ridículo 5%. Otras, mucho más complacientes, ascienden al 48% (que parece casi tan irreal como el mencionado 5%).

A pesar de la falta de entusiasmo entre la militancia, y gracias a contar con el apoyo de Alarte y del secretario general del PSPV en la ciudad, Salvador Broseta, Calabuig venció en las primarias del pasado mes de octubre a Manuel Mata (a quien apenas le dejaron una semana de tiempo para presentarse y hacer campaña).

Al poco de llegar, Calabuig sorprendió con varias declaraciones, a cual más insólita: su aparente rechazo (después matizado) al enfrentamiento del PSPV con Barberá y el PP por la prolongación de Blasco Ibáñez a través del barrio del Cabanyal, o su apoyo al parque de Ferrari en Valencia y a la política de "grandes proyectos" del PP.

Tras esos inicios desconcertantes, en los que algunos vieron un intento de Calabuig por tener visibilidad mediática desde el principio, se produjo un silencio de varios meses, sólo roto por la soterrada amenaza del candidato socialista de dimitir si no se le tenía más en cuenta en el diseño de la campaña por parte del PSPV de la ciudad (es decir, de Salvador Broseta). Pero, dado que a ello siguieron más meses de desaparición por parte de Calabuig, cabe suponer que por "diseño de la campaña" se refería, fundamentalmente, a tener mayor capacidad de decisión en la configuración de las listas de la que en principio pretendía darle Broseta. Es decir, por resumir: lo de siempre; el reparto de cuotas entre las familias.

Un reparto que fue más peliagudo que nunca por la combinación de dos factores, que podemos resumir así: menos puestos disponibles y más bocas que alimentar que nunca. Por un lado, la necesidad de hacer sitio a una nueva familia en el reparto, además de la del candidato: la "familia alartista" de afines a Jorge Alarte, representada por Salvador Broseta y los suyos. Por otro, los negros pronósticos que las encuestas han perfilado hasta la fecha para el PSPV en la ciudad, que van desde perder un concejal (ahora tiene 12) hasta quedarse en 8, lo que sería el peor resultado de la historia.

Calabuig también se ha creado cierto nombre -no necesariamente en términos positivos- mediante declaraciones un tanto extemporáneas, como en una entrevista en la que reivindicaba su preparación como candidato por la vía de haber leído "muchos manuales" de comunicación política (frase que ha hecho fortuna en Internet). Podemos destacar, asimismo, la pérdida del control de su sitio web, www.joancalabuig.com, registrado por una empresa que trabaja para diversos candidatos del PP y que convirtió esa dirección (actualmente desactivado) en un espacio de burla y crítica al candidato socialista. Lo más curioso del caso es que Calabuig tuvo registrada la web a su nombre durante casi un año, pero decidió no renovar el registro poco después de las Elecciones Generales de 2008.

En las últimas semanas, ya en vísperas del inicio de la campaña electoral, Calabuig ha comenzado, por fin, a prodigar su presencia en actos ciudadanos y en los medios de comunicación, donde ha destilado algunas propuestas para la ciudad. Mucho mejor, según dicen quienes le conocen, en el fondo que en la forma, en las distancias cortas que en las declaraciones públicas, a Calabuig le espera una misión casi imposible: destronar a Rita Barberá. Si, como parece previsible, la actual alcaldesa renueva su mandato cuatro años más, también habrá que observar si Calabuig logra consolidar su liderazgo del PSPV en la oposición o si la combinación -casi diabólica, a los efectos- entre un candidato trotamundos y una candidatura cambiante cada cuatro años provoca un nuevo cambio de candidato en 2015.

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(*) Guillermo López García es profesor titular de Periodismo en la Universitat de València

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2 comentarios

mases escribió
09/05/2011 14:24

De la misma manera que comentan el pasado franquista de Rita Barberá, debían de comentar también el pasado de la familia materna de Calabuig.

Alan escribió
07/05/2011 15:36

Pero si los socialistas valencianos lo que necesitan es un líder sólido, un programa sólido y sobre todo que se vea como una alternativa paralela y no dependiente del PSOE nacional. Nuevas caras y nuevos discursos. Por favor, nombres como Asunción, Calabuig, Lerma, Alborch, etc. no benefician y ya deberían haber desaparecido de los comentarios y de la esfera política. La política no es algo en lo que se tenga que estar toda la vida, ahora me voy y luego vengo. Vale ya también del discurso universitario de los 70 y 80. Cuando los socialistas perdieron el poder en los 90 la Universidad tuvo que invertir una gran cantidad en mobiliario para todos los que regresaron y me gustaría que siguiesen utilizando esos muebles. En mi opinión tiene que haber gente válida fuera del discurso teórico y dialéctico, gente de las empresas, de asociaciones, de Hacienda, abogados del Estado, gente preparada en esos terrenos.

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