X AVISO DE COOKIES: Este sitio web hace uso de cookies con la finalidad de recopilar datos estadísticos anónimos de uso de la web, así como la mejora del funcionamiento y personalización de la experiencia de navegación del usuario. Aceptar Más información
GRUPO PLAZA

Pesadilla en Mestalla

Línea de fondo / PACO LLORET. 24/04/2011 Ni en el peor de los sueños el valencianismo podía imaginar semejante ridículo. La afrenta más dolorosa se hizo realidad y la grada de Mestalla asistió incrédula e indignada a la peor humillación sufrida en  su historia

VALENCIA. El Valencia le regaló el partido al Real Madrid, un club que no suele desaprovechar la oportunidad de devorar a sus rivales. Una cadena absurda de fallos infantiles le sirvió en bandeja el triunfo al equipo de Mourinho. El segundo gol retrata a la perfección el hundimiento de los locales. Ricardo Costa, Mathieu y Guaita escenificaron el despropósito. A partir de ese instante, la escuadra de Unai Emery se descompuso, fue como un boxeador desorientado que se refugia en las cuerdas mientras le llueven golpes por todos los lados. El Real Madrid jugaba a placer, se paseaba con una insultante superioridad, se divertía a costa de un guiñapo. Fue un espectáculo patético.

El entrenador valencianista reconoció a la conclusión del encuentro que en toda su trayectoria nunca había pasado tanta vergüenza. Le creemos, aunque ese sentimiento no le exime de responsabilidad. La alineación presentada, la misma que una semana antes había vencido en Almería, no era la idónea para recibir en casa a un rival de la talla del Madrid.

La disposición táctica fue calamitosa, el equipo se empecinó en entrar por el centro donde la superpoblada retaguardia madridista se lo pasaba en grande cortando los intentos de creación de su inocente adversario. El Valencia que renunció a las bandas y al concurso de Jonás de forma incomprensible, tuvo en Maduro una rémora, era tan evidente el calvario que estaba viviendo el holandés que resulta inexplicable que no fuera relevado en el descanso para evitarle el sofoco de una bronca tremenda. Pero la parálisis se apoderó de Unai y cuando se atrevió a mover ficha el marcador era 0-5.

La entrada de Joaquín, pero sobre todo de Jonás y Jordi Alba, le cambió la cara al partido. Para el Valencia fue una infusión de sangre que le reanimó hasta recobrar las constantes vitales y volvió a parecerse a un equipo de fútbol. Con los del Bernabéu satisfechos por el festín y relajados por la diferencia abismal del resultado, los valencianistas se animaron, maquillaron con tres tantos la goleada y hasta crearon oportunidades para dignificar el severo castigo recibido.

El público que quedaba todavía en el campo se animó y el partido cambió de decoración, pero ya no había tiempo. Los jugadores del Valencia que se habían ausentado misteriosamente del fragor de la batalla, le echaron un mínimo de casta y de vergüenza torera en la recta final. Entonces cobró protagonismo Pérez Lasa, hasta entonces relegado a un segundo plano. El árbitro, tan sobrado como de costumbre, se comió un penalti de libro y la grada protestó airada sus decisiones. Fue la manera de desfogarse con rabia e impotencia.

Noticias relacionadas

Comparte esta noticia

comentarios

Actualmente no hay comentarios para esta noticia.

Si quieres dejarnos un comentario rellena el siguiente formulario con tu nombre, tu dirección de correo electrónico y tu comentario.

Escribe un comentario

Tu email nunca será publicado o compartido. Los campos con * son obligatorios. Los comentarios deben ser aprobados por el administrador antes de ser publicados.

publicidad