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VALENCIA. Antes de que llegue el verano, los empresarios valencianos le habrán dado la vuelta a su calcetín. Ha sido un proceso largo en el que ha sido necesario que se agotaran mandatos históricos y casi indiscutibles, pero al final, los distintos órganos de representación de los patronos contarán con caras, y lo que es más importante, discursos nuevos para encarar una etapa compleja como la que vive la economía actualmente.

La particular ‘revolución' empresarial se inició con la llegada de José Vicente González a la presidencia de la patronal provincial CEV en 2005. Su candidatura rompió una dinámica casi rutinaria por la que una de las federaciones sectoriales más poderosas, la del metal, influía en la elección del patrón, pero nunca estaba en primera línea. González dio ese paso consciente de que, para que entrase un nuevo aire en la sede de la plaza del Conde de Carlet, era necesario implicarse de lleno.

Visto en perspectiva, aquel movimiento se antoja ahora como clave para todo el proceso de renovación que se ha vivido después. Pero fue necesario que González consolidara su nueva posición así como dejar pasar el tiempo para que algunas apuestas tomaran la fuerza suficiente, especialmente en el intento de renovar la presidencia de la Cámara de Comercio de Valencia.

La resistencia de Arturo Virosque a abandonar el cargo así como su influencia entre los empresarios -que no llegaron a plantear una alternativa hasta que el veterano dirigente anunció su retirada- retrasó el siguiente paso de la renovación. Fue el año pasado cuando finalmente José Vicente Morata, provinente de Cepymev (la hermana pequeña de CEV) tomó el relevo de la institución cameral.

Con dos puntales ya fijados, el siguiente paso para los empresarios que iniciaron este proceso era la patronal autonómica Cierval. El anuncio de González de optar a la presidencia, sin esperar a que Rafael Ferrando dijese si quería repetir, y de decisión de este último de apartarse para propiciar el cambio sin divisiones internas, ha abierto el camino para fijar ese tercer puntal con el cual la mesa ya no puede cojear.

Pero este proceso no es únicamente de cambio de caras. Lleva aparejada una voluntad de dar una vuelta de tuerca a la patronal autonómica para que juegue un papel más relevante en la Comunidad Valenciana. Pero hay un segundo escenario en el que los empresarios valencianos también quieren incrementar su influencia: Madrid.

La repentina dimisión del presidente del Consejo Superior de Cámaras de Comercio de España, Javier Gómez-Navarro, ha abierto una puerta para alcanzar ese objetivo. En los últimos días el nombre de José Vicente Morata sonaba en los corrillos como posible candidato. El juego de apoyos entre territorios puede ser clave para lograr el objetivo de colocar a un valenciano en un cargo empresarial relevante y de ámbito nacional. Es ahí donde puede ponerse en valor el apoyo que tanto CEV como Cierval dieron al nuevo presidente de CEOE Joan Rosell, por ejemplo.

Al margen de que se consiga este objetivo, lo cierto es que la actitud de participar de forma activa en los organizaciones nacionales -Ferrando logró que Cierval tenga una vicepresidencia en CEOE que, seguramente, pasará a ocupar González- es un objetivo compartido por las nuevas caras de la patronal.

Otra muestra de que el perfil actual de representante empresarial necesita tener puertas abiertas en la capital es el nuevo presidente del lobby Asociación Valenciana de Empresarios (AVE), que con Vicente Boluda, bien relacionado en Madrid, ha abierto también una nueva etapa.

Y es que los empresarios valencianos parecen haber concluido que sólo con las visitas al Palau de la Generalitat no es suficiente para hacer oír sus reivindicaciones, ahora, quizá más acuciantes que nunca.