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Cierval o el dilema del cascarón

JOAQUIM CLEMENTE. 16/04/2011 La patronal autonómica se enfrenta a un cambio tanto en la presidencia como en su filosofía y estructura para convertirse en referente único de los empresarios

VALENCIA. El próximo 16 de junio, la patronal autonómica valenciana Cierval cumplirá 30 años, y lo hará aún bajo la presidencia de Rafael Ferrando. Será posiblemente su última oportunidad para dirigirse a los empresarios desde un puesto que ha ostentado durante los últimos doce años. Un mes después, la asamblea de la Confederación de Organizaciones Empresariales de la Comunidad Valenciana elegirá a su sustituto. Tras la renuncia de Ferrando a optar a la reelección, anunciada este viernes, José Vicente González, actual presidente de la patronal provincial de Valencia (CEV), tiene la vía libre para ser el elegido.

Ferrando, el pasado viernes, después de anunciar su renuncia a seguir presidiendo CiervalEse relevo ha de abrir una nueva etapa. Al menos esa es la intención de González, que anunció la semana pasada de forma oficial su candidatura, apoyada por Coepa, la patronal provincial de Alicante. El objetivo es convertir a Cierval en el representante autonómico de los empresarios, un papel que tiene formalmente pero que en la realidad no ha sido capaz de ejercer más allá de su presencia en acuerdos institucionales.

Pese a las tres décadas de vida, la historia de Cierval llenaría muy pocas páginas. Prácticamente hasta 1999, cuando se aprobó un cambio esencial de sus estatutos, su existencia era casi virtual. La presidencia era rotatoria, no tenía empleados ni sede propia y su voz era un susurro al lado ya no solo de las organizaciones provinciales, si no también comparada con las sectoriales o incluso con otros estamentos empresariales como las cámaras de comercio.

El cambio en la estructura de Cierval aprobado ese año tenía como objetivo convertir a la patronal autonómica en un referente empresarial común de toda la comunidad, capaz de jugar un papel, a escala valenciana, como el de CEOE en España. Interlocutor principal, voz autorizada y opinión influyente.

Para conseguir ese objetivo, lo primero que se hizo fue dotar a Cierval de una estructura propia para que no dependiera de las provinciales de turno. El presidente se elegiría por la asamblea en un proceso electoral, tendría una sede y personal propio. Se trataba de crear el cascarón.

Y se hizo. Ferrando se convirtió en doble patrono durante unos años, consiguió un palacete para albergar a Cierval en solitario y salir de la sede de la plaza del Conde de Carlet, donde está CEV, y empezó a contar con algunos empleados y estructura propia. El problema es que el siguiente paso, el que era realmente importante y que tenía que convertir a Cierval en la gran patronal, en el altavoz de las demandas empresariales, no se dio.

Los motivos por los cuales Cierval es ahora un cascarón, un contenedor sin contenido pese a los avances conseguidos durante la época de Ferrando, son diversos. Por una parte, la puesta en marcha de la nueva estructura de la patronal autonómica no se hizo a expensas de las provinciales, que siguieron manteniendo todo su organigrama. No hubo un traspaso de funciones y si una duplicidad que, dada la mayor trayectoria y consolidación de CEV, Coepa o CEC, hizo que estas organizaciones siguieran manteniendo su peso por encima de la que debería ser su hermana mayor.

El papel jugado por Ferrando durante los años que ha estado al frente de la organización también ha sido relevante. Tanto su carácter tranquilo -que le vino muy bien para calmar las aguas revueltas que había en CEV tras los años de Luis Espinosa y José María Jiménez de la Iglesia- como su ductibilidad para atender las demandas que llegaban desde el Palau de la Generalitat, restaron a la organización de la fuerza reivindicativa que ahora, con la crisis instalada y la falta de reacción de los gobiernos, los empresarios creen necesaria.

Esa falta de liderazgo de Cierval es el que ha permitido que otras organizaciones empresariales hayan ocupado sus huecos. Hubo años en los que los presidentes de la Cámara de Comercio, el Puerto de Valencia, Feria Valencia y la propia Cierval aparecían en plan de igualdad en actos oficiales. El lobby AVE, mientras, también incrementaba su presencia e influencia con informes y opiniones más comprometidas. Y las provinciales siguieron su ritmo de trabajo.

José Vicente González quiere acabar con esta situación, absurda desde el punto de vista de tener una representación coherente, e insostenible por la duplicidad y dispersión de esfuerzos. Conseguir que la voz de los empresarios sea una y potente, que las distintas organizaciones, especialmente las Cámaras de Comercio, se consoliden bajo su paraguas con una colaboración que ahorre tiempo y dinero, y que sea capaz, por tanto, de dar respuesta a las necesidades de los empresarios desde una posición fuerte e independiente. En definitiva, que Cierval deje de ser un cascarón.

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