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El presupuesto de este año para la obra social de las tres cajas de ahorro valencianas cae un 22%

J. CLEMENTE / L. MASERES. 11/04/2011 La reestructuración del sistema abre dudas sobre cómo se financiarán las fundaciones

-Fundación Bancaja y Obra Social CAM. Qué son y qué hacen
-"El bueno, el malo y las feas" (por Cruz Sierra)

VALENCIA. La caída del beneficio de las tres cajas de ahorros valencianas en el último ejercicio está pasando factura a uno de los elementos distintivos de estas entidades financieras: su obra social. Con un futuro incierto, fruto de la reordenación que vive el sector, y con un panorama económico tan delicado para los próximos meses, las cajas han recortado de forma notable los fondos destinados a las actividades de sus fundaciones. No en vano, el Banco de España advirtió al inicio de la crisis que había que destinar cuanto más dinero posible a reforzar los fondos propios de las cajas, recortando las aportaciones a la obra social.

El balance agregado de los presupuestos de las obras sociales de Bancaja, Caja del Mediterráneo (CAM) y Caixa Ontinyent registra una caída del 22% en el balance interanual, tras pasar de 88,5 millones de euros, a 68,4 millones.

El mayor recorte lo registra la caja presidida por José Luis Olivas que ha reducido de 55,8 millones a 36,4 millones el presupuesto de la Obra Social de Bancaja, gestionadio por la Fundación Bancaja, lo que supone un recorte del 34,7%. Esta rebaja se justifica desde la entidad que ahora forma parte de Bankia por el descenso de los beneficios del negocio bancario, que cayó casi un 34%.

Menor recorte registra la Obra Social de CAM, que baja de 44 millones a 38 millones, un 13,6% menos. La peculiaridad del presupuesto de las actividad solidaria, cultural y medioambiental de la caja presidida por Modesto Crespo es que está vinculada ya no sólo a los resultados, si no también a la remuneración que reciben los cuotapartícipes.

De hecho, según el folleto de emisión de las cuotas participativas recoge que la caja se compromete a que el montante total de los dividendos (teniendo en cuenta que lo que reciben en metálico los inversores es el 50% de lo que se destina) no sea inferior al que dota la obra social. Por tanto, si se destina más dinero a la obra social, hay que aumentar los dividendos, lo que, en un momento como el actual, generaría un cierto rechazo.

De hecho, la aprobación el pasado miércoles por parte del consejo de administración de CAM del reparto de 0,16 euros por cuota ya recibió críticas, puesto que la caja está reconociendo, con el anuncio de que pedirá 2.800 millones al Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB), que necesita dinero para reforzar su solvencia y no parece lógico que en una situación así se reparta dinero a estos accionistas.

El caso de Caixa Ontinyent es muy distinto. Aunque su tamaño -es la segunda caja más pequeña de España, sólo por delante de Pollença- hace que su inversión en obra social esté lejos de las magnitudes de las otras dos entidades valencianas, la repercusión que tiene su actividad especialmente en las localidades de la comarca de La Vall d'Albaida es muy relevante. Curiosamente, la caja que preside Rafael Soriano, hace gala de un criterio de inversión de sus fondos sociales muy particular: cada localidad recibe la parte proporcional del presupuesto equivalente a los beneficios que genera.

Sin embargo, el margen de actividad de la obra social de Caixa Ontinyent es cada vez más reducido. En los tres últimos ejercicios la dotación se ha ido rebajando de forma drástica. En 2009 fue de 2,3 millones, en 2010 se redujo a 1,5 millones y para el presente ejercicio la cifra ha caído a 0,9 millones.

El futuro de estos proyectos está ahora en el aire. El primer aspecto clave es conocer el futuro de las propias cajas. En el caso de Bancaja, integrado su negocio financiero en Bankia y éste a su vez en el BFA (Banco Financiero y de Ahorros), deberá esperar a que el banco del que será accionista reparta dividendos. Será la forma de ingresar fondos para financiar la Fundación Bancaja. Teniendo en cuenta que la salida a Bolsa de Banmkia reducirá su participación accionarial en el grupo, ahora en el 37%, la entidad de Pintor Sorolla también verá reducida su participación en el pastel de los beneficios a final de año. Eso siempre que no haya una restricción al reparto de dividendos para seguir reforzando el core capital, que deberá superar el 8% en el caso de las cotizadas.

Más incertidumbre despierta la Obra Social de CAM tras la ruptura del acuerdo con los socios de Banco Base (Cajastur, Caja Cantabria y Caja Extremadura), que ha dejado a la entidad con sede en Alicante en una situación extremadamente incierta. A prsa de que la CAM ya ha anunciado su intención de continuar en solitario transformándose en banco (Banco CAM), todo depende ahora de la voluntad del regulador y de los hipotéticos compradores (o futuros socios en una operación mixta de salvamento) sobre la permanencia de una inversión anual en la actividad social, como ha ocurrido en otros casos de entidades absorbidas por otras.

INCÓGNITA DE FUTURO

La reestrcturación del sistema de cajas de ahorro, que está conduciendo a la mayoría de estas entidades a transformarse en bancos para salir a Bolsa, y el posterior reparto de dividendos entre inversores procedentes del mercado bursátil, abre un capítulo aun no despejado sobre el papel que las obras social esocupará en estos repartos de beneficios.

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