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Reflexiones para después de una resaca de Fallas

XAVIER RIBERA CASADO (*). 28/03/2011

VALENCIA. Las fallas han llegado a su fin. El fuego reparador ha prendido los monumentos, el ambiente de las calles vuelve a estar libre de la molesta fritanga de las churrerías, las brigadas municipales de limpieza han disuelto los ríos de orín que fluían por las esquinas y las hordas de individuos etílicos han vuelto a casa.

Con el olor a pólvora aun en el ambiente, los valencianos deberíamos realizar un profundo debate sobre nuestras fiestas patronales. Las bandas de música se han quejado de la baja calidad de la música de las charangas falleras, los conciertos de grupos locales son inexistentes y la mayoría de los turistas asiduos, se alejan transversalmente del perfil del turismo de calidad. Mientras, la vida normal de los habitantes de la ciudad se complica, ir a trabajar se convierte en un suplicio y quien puede permitírselo opta por unas vacaciones forzadas.

Los valencianos tenemos la obligación de realizar un debate mucho más profundo. Esta resaca no se aligera con ibuprofeno y omeprazol. Nuestra situación social, política y económica se ha convertido en un dolor de cabeza insufrible. Y la inocuidad de los remedios tradicionales nos obliga a buscar nuevas soluciones. Pero aquí parece que nuestros policymakers se encuentran aislados, en un limbo, donde parece que no quieren o no les interesa mantener este debate.

Las Fallas en su origen, no eran más que un ritual de paso estacional, del invierno a la primavera, que además marca el inicio de la estación de la siembra. Su comienzo es popular, diferentes artesanos realizaban con los deshechos pilas improvisadas, a las que se les prendía fuego. Se deshacían de lo viejo y a través del fuego daban la bienvenida a la nueva estación. Con el tiempo apareció la sátira y la crítica hacia el Establishment, que en estos momentos es difícil de encontrar en los monumentos.

Deberíamos aprovechar este paso de estación, para pensar a qué nos vamos a dedicar los valencianos en los próximos 15 años. Por qué sectores vamos a apostar para sacar nuestra economía adelante, dónde vamos a ocupar a más de medio millón de desempleados y cómo vamos a hacer frente a la ingente deuda que afronta nuestro Govern y una abultada lista de empresas públicas.

Las sociedades sin un referente están abocadas al fracaso. Los diferentes agentes y grupos de presión de la CV deberían fijar un objetivo, es decir una foto estática de la situación óptima dentro de 15 años, al que podríamos llamar Horizonte 2025. Y a partir de este horizonte marcar una hoja de ruta que nos guíe a cumplir estos objetivos necesarios. Los valencianos deberíamos reclamar a nuestros líderes la responsabilidad que exige las circunstancias, y si no, tendremos la obligación de buscar otros líderes capaces de asumir este compromiso.

Mientras, la fiesta fallera habría que conectarla con unos referentes culturales, el uso racional de los recursos y el respeto mutuo de los ciudadanos, para así conseguir un ambiente de convivencia y paz, que haga más fácil y cordial la vida de falleros, vecinos y visitantes.
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Xavier Ribera Casado es economista y sociólogo

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