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VALENCIA. El Valencia le ha levantado el castigo a Miguel Brito. El defensa portugués llevaba tres semanas apartado por un acto de indisciplina. Su incomparecencia a la hora prevista de un entrenamiento tras una larga noche de fiesta colmó la paciencia de Unai Emery. El técnico, con el visto bueno del presidente, decidió que no se entrenara desde aquel agitado viernes 25 de febrero con el resto de la plantilla. En su caso, llovía sobre mojado.

Miguel acumula a sus espaldas un amplio historial de faltas contra el régimen interno del club. Las ha habido de todos los colores, algunas de especial gravedad. Sin duda, la mayor de todas es la que le obligará a comparecer el próximo verano en Lisboa con motivo de un juicio en el que está acusado de portar un arma de fuego y hacer uso de ella durante un tiroteo que tuvo lugar en un local nocturno. Palabras mayores.

En los últimos días, el Valencia y su representante se han reunido para abordar la situación. La entidad de Mestalla ha sancionado económicamente al portugués y, al mismo tiempo, ha decidido su reincorporación. Esta salida obedece a varios motivos: el club no desea mantener el conflicto en el tiempo ni adentrarse en el pantanoso terreno de los tribunales, aunque en un principio se especuló con rescindir el contrato y recurrir al despido inmediato.

Tras la indignación inicial, se pensaron mejor el tema. Además, Emery quiere recurrir a sus servicios en la recta final del campeonato por razones deportivas, a tenor de la falta de un recambio de garantías para Bruno en el lateral diestro. Lo que está claro es que Miguel debe marcharse al final de la temporada y no parece que sea el hombre adecuado para lucir el brazalete de capitán.